LIBRO PRIMERO - Capítulo III


Capítulo III


Yo sé que mucha gente poderosa de nuestro país considera que todo correcto oficial de policía debe profesar imprescindiblemente la “ideología nacionalista”; y sé también que dicha indefinible ideología se opone a los grandes internacionalismos tales como el marxismo, la masonería, el sionismo, las corporaciones multinacionales, etc., y hasta a la política exterior de las potencias imperialistas. En la ideología nacionalista es creencia corriente que todas esas vastas organizaciones convergen en una cúpula de poder, situada en algún lugar del mundo, verdadero Gobierno Secreto al que llaman “Sinarquía Internacional”.
La Sinarquía habría desarrollado una Estrategia cuya ejecución ha de conducir a la formación de un Gobierno Mundial que regiría sobre todas las Naciones de la Tierra. Las diferencias y contradicciones que se advierten entre las grandes organizaciones mencionadas serían de orden táctico y puramente exteriores; en los vértices de poder todas coincidirían y los esfuerzos generales estarían encaminados a cumplir la Estrategia sinárquica.
En la ideología nacionalista es dogma, desde hace un siglo, que la Sinarquía ha sido fundada por los judíos con la pretensión de asegurarse el dominio del Mundo y dar así cumplimiento a profecías emanadas de la Biblia y a mandamientos del Talmud. Por eso los nacionalistas que sostienen estas ideas suelen odiar ardientemente a los judíos.
No me sorprendió, entonces, la exclamación antijudía del Oficial Maidana; pero, entendiendo que se trataba de una impresión apresurada, traté de hacerle comprender que atribuir un origen judío a la cuerda homicida, sólo porque las medallas tenían forma de Estrella de David, era cuando menos aventurado: en efecto, tal símbolo es utilizado también por otras religiones o sectas como la Masoneríala Teosofía, los Rosacruces, las Iglesias Cristianas, etc. Además, le dije, estaba la granada y el trébol constituyendo una combinación extraña; ¿y las inscripciones indescifrables? ¿y el cordón de cabello teñido? No. No sería tan fácil calificar el conjunto.

Aunque parezca increíble, algo faltaba en la celda de Belicena Villca: el portafolios con todos sus escritos. La policía, al enterarse de su contenido, y considerarlo como absolutamente carente de valor, descartó de inmediato una posible sustracción y se negó terminantemente a vincularlo al móvil del crimen: antes bien, intentó persuadirnos a nosotros de que el portafolios pudiese haber ido a parar al incinerador del Hospital, sea por accidente, sea por represalia de alguna enfermera fastidiada por el excesivo celo con que  lo cuidaba la enferma.