EPÍLOGO - Capítulo XI


Capítulo XI


      
El 6 de Enero de 1980 fue asesinada Belicena Villca.
El 21 de Enero de 1980 experimenté el rapto espiritual de la Virgen de Agartha.
El 28 de Enero de 1980 conocí que tenía un tío Kurt Von Sübermann y partí hacia Santa María.
El 21 de Marzo de 1980 concluyó tío Kurt el relato de su vida y, esa noche, fui detectado por el Demonio Bera.
El 22 de Marzo de 1980, a las 0,15 horas, los Demonios intentan exterminar la Estirpe de los Von Sübermann. De resultas de ello, mueren todos los miembros de la familia, salvo tío Kurt y Yo.
El 22 de Marzo, a las 8,00 horas llegamos a Cerrillos y comprobamos un quíntuple asesinato, según la versión policial.
El 23 de Marzo, a las 0,30 horas, viene a traerme su pésame, y a traer protección armada, el Comisario Maidana.
El 23 de Marzo, a las 5,45 horas, el Comisario Maidana nos informa sobre la existencia de los “asesinos orientales” y su extraño vehículo.
El 23 de Marzo, a las 7,05 horas, el Comisario de Cerrillos nos mostró los identikits de los asesinos orientales. A esa hora ya había concebido mi plan hasta el último detalle.
El 23 de Marzo, a las 8,45 horas, convenzo a tío Kurt para que consulte mi plan al Capitán Kiev.
El 23 de Marzo, a las 10,30 horas, cerramos trato con el Comisario Maidana: nos prestará ayuda material a cambio de permanecer en el caso.
El 23 de Marzo, a las 20,00 horas, el Comisario Maidana se retira de Cerrillos, luego de entregarnos los equipos de comando; no volvería a verlo.
El 23 de Marzo, a las 23,00 horas, me acosté a dormir, por primera vez desde la nefasta noche del 21.
El 24 de Marzo, a las 11 horas, me presenté en la Comisaría de Cerrillos y efectué mi declaración. No era mucho lo que Yo sabía sobre los asesinatos, y de esto ellos no dudaban, pues habían verificado mi coartada: para ello enviaron dos policías que realizaron el camino inverso hasta Santa María, recogieron testimonios sobre nuestro viaje de 0,30 a 8,00 horas, indagaron a la operadora telefónica, que conocía mi voz por llamar frecuentemente a Cerrillos, e interrogaron a José Tolaba y a su esposa, los mayordomos de tío Kurt. No, sobre mi ausencia en el escenario del crimen ellos no dudaban, ni tampoco sospechaban de tío Kurt; lo que ellos presumían, tanto la policía como el Juez, era que Yo conocía el móvil del crimen, al que habían descartado como delito común. ¿Podría tratarse de un error? ¿Habría un fin político desconocido? ¿En qué estaba Yo? ¿Cuáles eran mis ideas y actividades? ¿Por qué me había apartado de la Iglesia? ¿Mis padres habrían recibido amenazas anteriormente? ¿Hubo extorsión?
Así, acribillándome con preguntas semejantes, me tuvieron hasta las 5,00 de la tarde y prometieron volverme a citar.
El 24 de Marzo, a las 10,00 horas, mientras Yo me preparaba para ir a la Comisaría, tío Kurt comenzó a trabajar con Ying y Yang. Al regresar, por la tarde, los perros daivas ya habían conseguido aislar el rastro del coche negro: tío Kurt lo designó con una palabra clave y, afirmándola mentalmente, me demostró de eficaz manera cómo los perros daivas se dirigían directamente al sitio donde estuviera estacionado.
El 25 de Marzo lo dedicó tío Kurt íntegramente a construir la orden con el Kilkor svadi: toda la operación dependía de la precisión de esa orden y resultaba comprensible su meticulosidad. Sólo empleó unas horas para coordinar conmigo los movimientos que haríamos frente a nuestros enemigos. Por ejemplo, acordamos que él dispararía primero, y siempre hacia la izquierda, en tanto Yo debería cubrir la derecha.
El 25 de Marzo lo dediqué integramente a dejar arreglado el funcionamiento de la Finca.
Unos vecinos, mediante la participación en el producto de la cosecha, accedieron gustosos a ocuparse de las viñas y de la futura vendimia; no sería tarea difícil pues Papá tenía los mecanismos productivos debidamente aceitados y todo el trabajo se reduciría a administrar el campo y supervisar a los operarios. Firmamos un contrato improvisado, en el que incluí una cláusula completamente fuera de lo común: se comprometían a hacer limpiar el lagar y a inyectar los 20.000 litros de Alquitrán en uno de los pozos de agua de la Finca, cuya napase secó hace años y cuya boca estaba aún abierta con un aljibe. Hice esto porque no podía correr riesgos de que la Brea fuese a ser vendida o aprovechada energéticamente: no olvidaba ni por un instante que aquel lago de asfalto constituía una síntesis orgánica de nuestra sangre, que representaba la sangre de la Estirpe Von Sübermann.
El 25 de Marzo, a las 18,00 horas, finalmente, adquirí el único elemento que tío Kurt solicitó para completar el equipo táctico: una garrafa de teflón, con rosca hermética, rellenada con cinco litros de ácido sulfúrico.

El 26 de Marzo de 1980, estábamos preparados para iniciar la operación.