Capítulo XV
Fui sobresaltado por aquellas inesperadas
palabras de tío Kurt. Sin embargo, preguntó a continuación:
–¿Qué ves ahora?
–Los Jabalíes gemelos han subido al Cielo
estrellado buscando al Dragón. Pero el Dragón no está en el Cielo sino en la Batalla Final. Y
los Jabalíes se han convertido nuevamente en estrellas, y se han situado bajo
los pies de la Virgen ,
cerca del cuervo. Y en el cielo faltan muchas constelaciones, como un libro de
imágenes al que le hubiesen arrancado muchas páginas.
–¿Qué ves ahora?
–Las estrellas del Cielo, todas
las que quedaban, abandonan sus puestos y giran en torno de las dos
estrellas-Jabalí. ¡Es el chaos primordialis, la massa
confusa !
–¡Proyectaré el Signo del Origen sobre la
massa confusa! –gritó tío Kurt. Al parecer ubicado ahora muy cerca mio,
a mis espaldas. Imaginaba sus cuencas vacías y negras, profundas e infinitas,
asomándose al recipiente alquimista, cuya superficie brillante alojaría sin
remedio lo que él era: el Signo del Origen, el Signo del Vril, la Marca de la Virgen , el Signo de
Lúcifer, el Signo de Shiva .
Lo imaginaba, pues no deseaba mirarlo y ver, como antes, a la Muerte Frya , al Hombre
Oso y al Hombre Lobo.
En la matrix, la superficie del Sulphur
Philosophorum mostraba la imagen de un remolino de lumen naturae que giraban
alrededor de las dos estrellas gemelas, las mónadas de Bera y Birsa . Cuando la primera Runa se
reflejó sobre ellas, perdieron gran parte de su brillo y comenzaron a solidificarse.
Y así continuaron, opacándose y solidificándose, a medida que se sucedían las
siguientes Runas. Y cuando, al fin, se hubieron plasmado las trece Runas, las
dos estrellas experimentaron una metamorfosis y se transformaron en flores
de Piedra . Entonces, como
si tío Kurt me hubiese hecho la pregunta, describí en voz alta lo que veía:
–Las estrellas son ahora dos flores de
piedra; son dos padmas o lotos: Esther es el nombre de esas Piedras. Y las
trece Runas se mueven y se asocian entre sí de incomprensible manera. Y las
trece Runas forman un Signo que desintegra al remolino, al chaos confusum, y lo
reemplaza por las tinieblas más impenetrables; sólo las flores de piedra han
quedado en el Sulphur Philosophorum :
y ahora se precipitan al fondo de la matrix. ¡Opus consumatum est! [1]
–¡Posees ahora dos lapis philosophorum ! –dijo tío Kurt– ¡Tú has
completado la Obra ,
por intermedio de la Virgen ,
porque
tu has visto la Obra ! ¡Y tú has recibido el descensus
spiritus sancti creator !
¡Eres igual que Yo, y Yo soy igual que tú! ¡Naturalissimun et perfectissimun opus est
generare tale quale ipsum est! [2].
De improviso caí en la cuenta que se habían acallado los rugidos, gruñidos y
ladridos. Me volví bruscamente y busqué a tío Kurt con la mirada: no lo vi por
ninguna parte. En cambio observé dos manchas blancas que se alejaban hacia el
cielo. Agucé la vista y creí distinguir dos Jabalíes que huían presa del
pánico, con el pelo erizado y gruñendo de terror. La Naturaleza se había
aquietado y las nubes ectoplasmáticas ya no estaban sobre los cadáveres de los
asesinos orientales. ¡Los Jabalíes eran las Almas de Bera y Birsa que huían
hacia el Principio del Tiempo! ¿Había dado resultado el plan, al fin y al cabo,
pese a la intervención de Avalokiteshvara? ¿Cómo lo había logrado tío Kurt,
cómo consiguió que la Piedad
de la Dea Mater
no calmase el pánico de los Inmortales Bera y Birsa? Sí, ahora lo recordaba: con
sus corazones en el Sulphur Philosophorum, con sus Almas en el vaso de las
proyecciones alquimistas, había llevado a Bera y Birsa hacia el futuro, hacia la Batalla Final ,
cuando el Dragón perdería su Poder; Y allí habían padecido más terror que el de
la muerte de sus cuerpos físicos por nuestros escopetazos.
De todos los Futuros posibles, es dable
esperar uno que corresponda al Mundo “que afirma Wothan desde el Origen”,
el Mundo que constituye “la Realidad de la Sangre de Tharsis”. A ese Futuro, en el
que el Espíritu triunfará sobre las Potencias de la Materia , habían sido
llevadas alquimísticamente las Almas de Bera y Birsa: a la Batalla de Chang Shambalá,
a la Batalla Final ;
a la Derrota
de Chang Shambalá, a la
Derrota de Sión; y el Terror del Final de Chang Shambalá, del
Final de Sión, causaron el retorno de Bera y Birsa al Principio del Tiempo, al
punto donde se asientan todos los Futuros posibles y donde Chang Shambalá o
Sión no tiene determinado su Final antes del Final del Tiempo. Porque el que ví
en la matrix es un Futuro Increado, no previsto por el Creador, sólo
posible en el Mundo de la
Sangre de Tharsis, en el Mundo de la Realidad del Führer: y tío
Kurt había demostrado tener fe ciega en ese Futuro Increado, en el que los
hombres espirituales se levantarían como Fieras contra el Cordero y los “ciento
cuarenta y cuatro mil” Sacerdotes de Israel. Creo que el éxito de la
trasmutación alquimista, y el terror infundido a los Inmortales Bera y Birsa,
se debieron fundamentalmente a esa fe inquebrantable que tío Kurt profesaba por
el Führer y su Futuro.
Aunque él afirmaba extrañamente que la Obra era mía. Mas Yo abrigaba
la certeza de que fue él quien marcó las Piedras Calientes, las Almas de Bera y
Birsa, mónadas sobre el Caos Primordial, con el Signo del Origen, con la
“Abominable Señal” que temían los Demonios. Y sus Almas habían precipitado la Piedra del Principio, el lapis
ignis, y ahora debían estar en el Principio. Con
pánico, en el Principio : la
meta del plan. Yo olvidé la
Piedad de Avalokiteshvara, pero gracias a tío Kurt el
objetivo se había alcanzado.
A todo esto ¿adónde estaba tío Kurt?
Comenzaba a preocuparme, cuando escuché su voz: venía de arriba, y
sonaba irónica y tranquila.
–Yo tenía razón, neffe: Los Inmortales no pueden morir.
Y tu tenías razón: su miedo los haría huir hacia el Principio. Se trata de un
empate ¿no crees? ahora debo partir tras ellos, Oso contra Abejas, Lobo contra
Cerdos, he de perseguirlos hasta el Principio: solo así el Final será igual al
Principio, la Potencia
se hará Acto, lo Posible se tornará Real, la Obra estará Presente entre el Final y el
Principio; y podrás cumplir tu misión.
Supe lo que ocurría: tío Kurt se había
elevado con los perros daivas hasta ponerse fuera de mi alcance. Su decisión
era, pues, irrevocable. Me sentí morir de tristeza y desolación. Las piernas se
me aflojaron. Un nudo me trabó la garganta. No obstante grité con impotencia:
–¡Tío Kurt, no te vayas! ¡No me dejes solo
aquí!
Escuché entonces aquella carcajada atronadora
que mi tío emitía con inevitable espontaneidad: no constituía una burla, sino
la expresión de su estado de ánimo.
–¿Y tú eres quien cuestionaba mi obstinación,
cuando me resistía a quedarme solo en este Infierno, después de la Segunda Guerra ?
–preguntó riendo–. Pues recuerda que Yo soporté 35 años: tú tendrás que
aguantar mucho menos. ¡Anda, sé valiente neffe Arturo! ¿O tendré que
preguntarte como Belicena Villca si eres capaz de ser un Kshatriya? Pero sé que
comprendes por qué lo hago: es parte de la Estrategia del Führer.
La cacería que ahora inicio pronto será imitada por miles de
hombres-lobo-de-Piedra. Tendré el Honor de determinar el Fin de la Era del Jabalí y de la Abeja , así como la Espiga de la Virgen destruirá la Era de la Paloma . Tú eres como Yo y Yo soy como
tú. Y si Yo soy, tú eres: esa era la gran Estrategia de la Estirpe Von Sübermann,
que no pudimos conocer hasta ahora; el secreto de los Tulkus . Hoy, el signo del Origen está
en ti, en el lóbulo de tus orejas; y los que tengan la Sangre Pura lo verán . Por eso los lapis
philosophorum adoptaron la forma de las flores de piedra : porque tales lotos son el adorno de los
aretes de Avalokiteshvara, los pendientes que la Misericordiosa
coloca en las orejas de los señalados con el Signo del Origen, para tapar el
Signo del Origen . Tú los
has obtenido en la matrix de las proyecciones porque tu propio Signo del Origen ha
quedado descubierto: ¡Sus tapas han caído! ¡Y esa es la Gran Obra ! ¡Tú eres
ahora el Signo del Origen, y eres, en el Origen del Espíritu Eterno e Increado,
igual que Yo! Yo nunca pude ver el Signo del Origen ¿recuerdas?; pero ambos
lo vimos hoy: tú en mí, y Yo en ti, en la proyección sobre la Piedra Caliente. Separados jamás lo habríamos
visto. Por eso fue bueno estar contigo, neffe; porque juntos cumpliremos la
misión de nuestra Estirpe: lo haremos por Honor, puesto que vimos el
Origen, y tenemos el Origen, y podemos regresar cuando querramos al Origen . Ya no me necesitas; ni
necesitas de nada ni de nadie. Adiós neffe; nos volveremos a ver durante la Batalla Final.
¡Heil Hitler!
–¡Heil Hitler! –respondí mecánicamente,
mientras el rugido de una Fiera indescriptible atronaba el espacio y una ráfaga
de viento sobrenatural, helado, me golpeaba como un latigazo y agitaba los
árboles y levantaba nubes de polvo.
Dirigí la vista en la dirección que habían
huido los Jabalíes, esto es, hacia el Sur, y juro que observé por última vez a
tío Kurt. O por lo menos esa impresión recibí. Porque vi, o creí ver,
contrastada por el firmamento estrellado, una Fiera que corría tras dos astros
brillantes que se alejaban con pavor: ora parecía un Oso, ora un Lobo; y sus
rugidos y aullidos se fueron haciendo menos fuertes hasta que se apagaron por
completo. Me sentí sano: era La
Peste que se alejaba.
Pensativo, mirando aún hacia la Cruz del Sur, rememoré la Carta de Belicena Villca, la
parte donde el Rabino Benjamín refería a Bera el Misterio de la debilidad del
Pueblo Elegido: “Advirtió Jehová al Pueblo de Israel sobre cuatro clases de
males, frente a los cuales serían débiles :
Cuidaos de la Espada ,
porque Ella os puede matar; Cuidaos de los Perros, porque Ellos os pueden
despedazar; Cuidaos de las Aves del Cielo, porque Ellas os pueden devorar;
Cuidaos de las Fieras de la
Tierra , porque Ellas os aniquilarán (Jer. 15)”. Allí, en el
suelo de la Chacra ,
yacían los cuerpos humanos sin vida de Bera y Birsa: habían sido débiles,
estratégicamente débiles. Y en su caso, los símbolos advertidos por Jehová
habían intervenido, los cuatro, a la vez:
Espada : la Espada Sabia de la Casa de Tharsis.
Perros : los perros daivas.
Aves
: la Virgen de Agartha, y toda Dama Kâlibur, cuya
Negrura Infinta devore la luz de las Almas.
Fieras : los Berserkr y los Ulfhednar, es decir, los
Hombres-Oso y los Hombres-Lobo, de Piedra Frya.
Y de nada les valieron en esta ocasión, los
“remedios” propuestos por Bera: la
Paz del Oro; la
Ilusión de la
Rabia ; la
Ilusión de la
Tierra ; y la
Ilusión del Cielo.
Habíamos ganado la partida contra los
Demonios, pero nunca jamás, hasta hoy, volví a ver a tío Kurt.