Capítulo XIX
Eran las 9 de la mañana y afuera caía una
tenue llovizna.
Ambos habíamos dormido poco y lo sabíamos.
Pero ambos, también, presentíamos que se nos acababa el tiempo, que esa
tranquilidad que disfrutábamos no duraría mucho.
Tío Kurt sorbió el último trago de su café y
siguió con el relato.
–En el nórdico Ordensburg de Crossinsee,
como ya dije, permanecí tres meses. Al mes de estar allí visité por primera vez
a Konrad Tarstein y los siguientes dos meses concurrí a la Gregorstrasse 239
todos los sábados merced a que el Oberführer Papp había
gestionado para mí una comisión permanente en Berlín los fines de semana. No me
resultaba difícil así el viaje desde Prusia a Berlín, pero temía, en esos días,
no poder hacerlo con la misma facilidad desde el Ordensburg Vogelsang
bastante más lejos, en el Occidente renano.
En
aquellos dos meses, a medida que Tarstein me iba instruyendo en los secretos de
la Thulegesellschaft ,
Yo experimentaba hacia él un afecto y una admiración cada vez mayor. Pronto
quedó totalmente sepultada la pobre impresión inicial ante su fascinante
personalidad y debo decir que no hubiese vacilado en golpear a cualquier
insolente que osase expresar en voz alta algo de lo que Yo mismo, el primer
día, había pensado sobre Tarstein. ¡Así de irreflexiva es la juventud!
El “arreglo” que Rudolph Hess y Konrad
Tarstein habían hecho acerca de mi persona consistía en que debía concurrir a la Gregorstrasse 239
durante un cierto tiempo con el fin de ser instruído en la Sabiduría Hiperbórea ,
que esa era la “Filosofía Oculta” de la verdadera Thulegesellschaft. Esta
preparación, que me capacitaría para recibir la Iniciación Hiperbórea ,
sería impartida por el propio Tarstein, un raro honor según se me hizo notar
muchas veces, que jamás se concedía a nadie. Es que Tarstein era, según fui
comprendiendo con el tiempo, uno de los hombres más importantes de Alemania por
su jerarquía secreta en la Thulegesellschaft.
Según Konrad Tarstein para recibir la Iniciación Hiperbórea
debía purificarme previamente. Con ese fin fue introduciéndome en ese
maravilloso conocimiento que es la Sabiduría Hiperbórea.
Pero, debo aclarar, esta enseñanza no constituye un mero saber, una información
suspendida en la memoria para ser utilizada en los juicios racionales. Por el
contrario Tarstein recomendaba no memorizar en lo más mínimo y, de ser posible,
olvidar lo conversado, pues el objetivo de la instrucción apuntaba a despertar
la Memoria de
Sangre, fenómeno que sólo se podría lograr si el conocimiento adquirido
actuaba gnósticamente sobre la cepa hiperbórea primordial que constituye la Divinidad del
virya.
Es así como fui testigo asombrado –asombrado
en todos los grados del asombro, hasta el espanto– de relatos y explicaciones
que sobrepasan lo imaginable, por lo menos lo que Yo podía imaginar, en esa
fantástica Cosmogonía Hiperbórea de la Thulegesellschaft. Si
hubiese una escala heresiológica para medir aquellas ideas que se desvían
profundamente de la “Cultura Occidental” en su concepción judeocristiana, podría
afirmar que muchas de las exposiciones de Tarstein ocuparían un lugar destacado
en dicha escala de herejías. Porque si una herejía es lo que contradice a un
Dogma (por eso hay herejías católicas, budistas, islámicas, etc.) ¿qué decir de
una filosofía que cuestiona la totalidad de la existencia humana
con todos sus Dogmas, Filosofías, Religiones y Ciencias, que intenta cambiar el
rumbo histórico, que afirma la posibilidad de la trasmutación del hombre
semidivino o virya en Siddha inmortal, que, en fin, ha declarado la guerra a
las potencias materiales de Jehová Satanás, dueñas del Mundo, de la Historia y de la mayoría
de los hombres? Convengamos en que en la Heresiología tales
ideas ocuparían un lugar distinguido.
Esto lo digo porque al abrazar conceptos que
se apartan u oponen a la “Cultura Occidental” debe uno ser consciente del grado
de “apartamiento” u “oposición” en que se sitúa con respecto a ella para
conducirse prudentemente y evitar futuros males...
Y Yo era consciente que las cosas que oía y el
efecto que causaban en mí preanunciaban cambios de conducta irreversibles. Sin
embargo eso no me preocupaba porque tenía una meta que eclipsaba toda
prevención personal y hacía aparecer como puro egoísmo cualquier intención de
retroceder. Esa meta, ese objetivo para el cual volcaba todos mis anhelos, era
la patria alemana: Ein Reich, Ein Volk, Ein Führer [1].
Comprenderás
ahora, neffe, que vivía y actuaba dentro de una Mística Hiperbórea y que
el vínculo
carismático con el Führer era cada vez mayor, en la medida en que
profundizaba el Misterio de la Thulegesellschaft.
En mis primeras visitas a la Gregorstrasse 239 me
sentí tan confiado en Konrad Tarstein, que una tarde no vacilé en referirle mi
extraña experiencia con la Voz
del Hiperbóreo Kiev. Esta confidencia no pareció impresionarle pues me observó
un largo rato en silencio y luego me dijo:
–Dígame Kurt ¿ha hablado a alguien más de esa
percepción?
–No –respondí–. Pensaba hablarle de ello al
Taufpate Hess pero aún no he podido verlo desde que regresé de Egipto.
–Entonces haremos un trato: –afirmó Tarstein–
a nadie revelará que está en posesión de ese carisma fuera de su
propio Círculo en la Thulegesellschaft.
–Lo prometo –dije prestamente– pero ¿quiénes
componen mi Círculo?
–Ay, joven Kurt, debería saber que un Círculo
de la
Thulegesellschaft no lo determina un número de personas, como
en las organizaciones exotéricas que fomenta la Sinarquía , sino una relación
cualitativa denominada vinculación carismática. La
vinculación carismática es independiente del número y, como todo Círculo
cerrado de la
Thulegesellschaft existe como tal merced a la vinculación
carismática, son integrantes del Círculo aquellos que experimentan esa
relación.
–Pero ¿cómo se reconocen realmente los
miembros de un Círculo? –pregunté un poco desconcertado ante semejante
galimatías.
–El reconocimiento es interior. Simplemente se
sabe que tal o cual virya pertenece a su propio Círculo. Por supuesto
que en Círculos externos, constituidos por miembros no Iniciados, se
practican algunas formas tradicionales de las Sociedades Secretas para la
reunión y reconocimiento, es decir “el Santuario” y “el santo y seña”; pero
esto se hace provisoriamente, atendiendo a la urgencia que requieren ciertas
investigaciones. El verdadero Espíritu de la Thulegesellschaft
no está en los Círculos externos, que serán prontamente eliminados luego de la Guerra Total , sino en
los Círculos internos, los que son rigurosamente Hiperbóreos. En ellos, repito,
el reconocimiento es interior, se sabe con la sangre.
–De modo que Yo no podría reconocer
a los miembros de mi Círculo...
–... en tanto no reciba la Iniciación Hiperbórea
–completó Tarstein.
–... y como Yo prometí no hablar sobre mi
carisma...
–... no lo hará –continuó nuevamente
Tarstein– mientras no reciba la
Iniciación.
–Pues me siento algo trampeado –dije
sonriendo.
–No debe tomarlo a mal Kurt, pero esto es
asunto de la más alta reserva .
Debe Ud. agradecer a la confianza que nos inspira el que no dispongamos su
inmediata separación e internación mientras dura la instrucción que le
estamos brindando. Si el Enemigo, es decir la Sinarquía , sospechase
simplemente de su carisma sería ejecutado sin esperar confirmación. Y eso es
algo que ni la
Thulegesellschaft ni la pueden permitir. Lo suyo es importante Kurt.
–¿Es tan importante? –pregunté impresionado
por la velada amenaza que adivinaba tras las amables palabras de Tarstein.
–Muy importante Kurt. Véalo de esta manera:
tiene el Signo de Lúcifer, posee notables cualidades psíquicas y es un Ostenführer
de la ¿no le parece demasiado para ser casual? ¡Pues
ello no es casual!
Me observó un largo rato como dudando sobre
si debía continuar. Al fin dijo:
–Es Ud. la persona que esperábamos desde hace
veinte años para encabezar una misión especial. Tan importante, Kurt, tan
importante, que tal vez el destino del Tercer Reich y ¿por qué no? el de la Raza Aria dependan de
ella.
Estaba anonadado por esta revelación y, en mi
confusión, pensé ser víctima de una broma. Pero por más que escrutaba el
impasible rostro de Konrad Tarstein no hallaba nada que confirmara esta
suposición.
–Yo... –balbuceé– jamás soñé formar parte de
una misión de tal naturaleza. Además no creo merecerla.
–¿Formar parte? –interrumpió Tarstein
excitado– ¿formar parte, dice? Ja, Ja, Ja –reía frenéticamente– Ud.
no formará
parte Kurt, Ud. solo llevará a cabo la misión.
¿Quién más podría hacerlo? –preguntó como
para sí mismo.
Ya lo sabrá todo Kurt –continuó ahora
mirándome a los ojos–. Pero tenga presente que aquí no se trata de elegir. Ni
Ud., ni Yo, ni nadie puede elegir porque la elección ya ha sido hecha, en
otra esfera de conciencia, en otro Mundo. No nos queda más que afrontar nuestro
Destino, que es también el destino de la humanidad, y agradecer por haber sido
señalados para tan augusta tarea. Nuestro Dios, Kristos Lúcifer, es el Más
Bello Señor, pero también es el Más Intrépido, Padre del Valor; no debemos ni
soñar en defraudarlo.
–Nada querría Yo más que servir a la patria y
a la humanidad –dije atolondradamente– pero es que me sorprende todo lo que dice
Ud. No comprendo cómo puedo ser una pieza tan importante en este juego y me
abruma la responsabilidad. ¿Cómo vivir sabiendo que en mis manos está el
obtener algo que es precioso para el Tercer Reich y la Raza Aria ? Yo, como todo
Camarada, y más siendo Oficial , estoy dispuesto a morir por
nuestras divisas cuando así sea dispuesto pero, a partir de ahora, no desearía
vivir con la angustia de fallar antes de tiempo, de no llegar a cumplir.
¿Comprende Tarstein? me aterra el tiempo que falta para el desenlace. Si hay
algo tan importante para hacer quisiera realizarlo cuanto antes.
–¡¡Pues debería tener paciencia!! –afirmó
Tarstein, casi gritando–. Aunque falte un minuto o un siglo Ud. no debe
demostrar ninguna alteración ni conducta impropia del Kshatriya.
Recuérdelo, es Ud. un Caballero, un Monje
Guerrero, debe comportarse en consecuencia. Pronto será Iniciado y
luego cumplirá su Destino.
Asentí turbado por la merecida reprimenda que
recibí de Tarstein. Pero ese día no hablamos más del asunto.
[1] Ein
Reich, Ein Volk, Ein Führer : Lema Nacionalsocialista. Literalmente
“Una Nación, un Pueblo, un Jefe”.