LIBRO CUARTO - Capítulo XX


Capítulo XX


Bueno, neffe –dijo tío Kurt luego del almuerzo, con los ojos extrañamente brillantes– nos estamos acercando a la parte más importante de mi vida, al momento en que recibí la Iniciación y me fue confiada aquella insólita misión, esa operación que tanto valorizaba Tarstein y que aún me resultaba incomprensible.
–En aquel tiempo, con Tarstein de instructor, aprendí mucho. El parecía saberlo todo y Yo solía sentirme avergonzado pues, tras tantos años del NAPOLA, sólo era capaz de seguirlo atentamente en sus exposiciones pero me sentía incompetente para completar por mi cuenta nada de lo que decía. Sin embargo Tarstein acudía a consolarme a su manera paradójica:
–No se preocupe Kurt, es sólo confusión, impureza sanguínea. Pero va más a prisa de lo que cree. Pronto lo sabrá todo, despertará y, entonces, si lo desea, podrá dominar tanta Ciencia como el más grande Sabio. Claro que nuestra Ciencia Hiperbórea es una Ciencia maldita para este mundo satánico. Pero eso no debe preocuparle pues el Siddha es realmente uno y no tiene necesidad de nada más que de Sí Mismo. Para la Sabiduría Hiperbórea existen tres clases de hombres. El pasú, que fue concebido por el Demiurgo ordenador de la materia, Jehová Satanás, y que sólo bajo ciertas reservas puede ser considerado “hombre”, siendo más acertado llamarle animal hombre. También está el virya, que es básicamente un pasú de linaje hiperbóreo, es decir, un pasú que ha mezclado su sangre con un Siddha inmortal, Misterio éste que comprenderá en el transcurso de su instrucción. Los viryas están en mayor o menor medida extraviados o perdidos por la confusión de Sangre y sólo el recuerdo contenido en la Sangre podría purificarlos. A eso apunta la Estrategia del Führer; a eso y a poner fin al Kaly Yuga o Edad Oscura.
Tenga presente que un pasú jamás podrá ser virya semidivino, pero que un virya puede descender completamente al nivel de pasú por una definitiva confusión sanguínea. Y finalmente están los Siddhas Leales, aquellos que vinieron con Kristos Lúcifer a la Tierra hace millones de años y pertenecen a una Raza “Hiperbórea”, otro Misterio que más adelante comprenderá con claridad pues los términos “hiperbóreo” y “Thule” casi nada tienen que ver con las leyendas de la Antigüedad.
Así pues son Siddhas, viryas y pasú, en el sentido hiperbóreo que le he dado y no como vulgarmente se entienden estos términos en el Tíbet, las tres “categorías” de hombres con las que deberá acostumbrarse a razonar de aquí en más. A esto agréguele un importante concepto: “la Sinarquía organiza y planifica el mundo para los pasú y viryas perdidos. La Sabiduría Hiperbórea enseña cómo debe purificarse el virya para recuperar el Vril y trasmutarse de semidivino mortal en Divino Hiperbóreo Inmortal”.
He de decirle algo, Kurt, que debe llenarlo de legítimo orgullo. Su análisis parapsíquico de “oír la Voz de Kiev”, aún cuando no haya seguido las pautas de la Sabiduría Hiperbórea para conquistar dicho carisma le ha conducido a la conclusión correcta. Me refiero a que su afirmación de que es necesario “disponer el Espíritu para recordar”, como la mejor actitud ante el peligro de racionalizar el fenómeno psíquico formulando un interrogante equivalente, coincide estrictamente con nuestra filosofía. Es “disponiendo el Espíritu para recordar” como se accede al Recuerdo de Sangre. Y este paso previo, inevitable para obtener la Iniciación Hiperbórea, Ud. lo ha dado solo, hazaña que debe, como ya dije, enorgullecerlo.
           
Por estas últimas palabras podría pensarse que Tarstein, versado en temas de Ocultismo, era una persona soñadora e indigna de crédito en cuestiones rigurosas, como suele acontecer generalmente. Y nada sería más erróneo que tal apreciación pues si bien no he conocido a nadie que supiera como él de Ocultismo, Filosofía Hermética o Religiones, eso era sólo una parte de su inmenso saber. En aquellos años 30 Alemania, en pleno despliegue industrial, era un gigante de Ciencia. Y Konrad Tarstein lo sabía todo. Era un erudito del saber germano en todos sus matices: dominaba las matemáticas superiores en su más alto nivel, la química, la física, la biología, las múltiples tecnologías industriales, etc. Para no hablar del campo humanístico donde su dominio de las Filosofías antiguas y modernas, la Lógica, la Filología, la Psicología, etc., era temible. ¿Cómo definir a un hombre así? Y lo más difícil: ¿cómo transmitir su pensamiento sin deformarlo? Efectivamente, neffe, Yo no hubiese sido capaz de exponer, ni a ti la Sabiduría Hiperbórea; y si ahora puedo hablar contigo de ella es gracias a esos extraordinarios Iniciados, Belicena Villca y Nimrod de Rosario. Recuerda que Oskar Feil afirmaba que sólo a la de Tarstein podía comparar la Sabiduría Hiperbórea de Nimrod de Rosario: estoy seguro que lo mismo habría dicho Belicena Villca. Gracias a ellos, neffe, podré confiarte esta parte de mi vida, que sería incomprensible para cualquier interlocutor que desconociese los fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea.
Seré, pues, breve, dado que entiendes perfectamente a qué me refiero. Konrad Tarstein me instruyó profundamente en la Sabiduría Hiperbórea y un día, en una sala subterránea del Castillo de Werwelsburg, recibí la Iniciación Hiperbórea. En la Cámara Hiperbórea especialmente construida para tales ceremonias, un Alto Iniciado de la Orden Negra, supongo que un Pontífice, efectuó el ritual frente a un público de sólo ocho Iniciados. Y allí me enfrenté con la Muerte, con la Muerte Kâlibur de Pyrena, como diría Belicena Villca. Vale decir, con el Arquetipo de la Muerte, la Muerte que mata la Vida Tibia; y luego con la Muerte Fría Kâlibur, la Verdad Desnuda de Sí Mismo que se encuentra tras el Fin de la Vida Tibia. Y al regresar a la Vida Tibia, después de hundirme en la negrura infinita de Sí Mismo, comprobé que la angustia de la Muerte había huido de mí para siempre. El temor animal a morir, el instinto de conservación estaba definitivamente superado por la Sabiduría de la Vida Eterna. Una voluntad de acero se adueñó definitivamente de mi naturaleza animal y supe que nada podría detenerme, es decir, nada que implicase la Muerte, la amenaza de la Muerte. Era pura Voluntad Resuelta: avanzaría hacia donde se me ordenase y repito, nada podría detenerme.
Fue entonces cuando se me reveló el objetivo de la misteriosa misión para la que me habían preparado durante tantos años. Y una vez más, el encargado de la revelación fue Konrad Tarstein.
–No será difícil que comprenda en qué consiste la misión –me dijo Tarstein– cuando lo ponga al tanto de ciertos hechos que están ocurriendo. Digame, Kurt ¿Ud. sabe de dónde proceden las fuerzas que sostienen a la Sinarquía, a la Conspiración Judía Mundial? Me refiero a las fuerzas psíquicas, naturalmente, puesto que las fuerzas económicas o políticas son sólo expresiones exteriores de aquéllas.
–Bueno, según le oí afirmar al Führer, y tal como Ud. mismo me lo ha explicado, tales fuerzas provienen de un Centro Oculto llamado Chang Shambalá, donde mora una Jerarquía de Seres Infernales dedicados a imponer en la Tierra el Plan de Jehová Satanás. En la Orden Negra existen pruebas al respecto. Por ejemplo está probada con documentos la participación de la Jerarquía en la fundación de la Masonería, de la Orden Rosacruz, de la Sociedad Teosófica, etc. Sin ir más lejos, tenemos copia de la carta que el Supremo Sacerdote de Chang Shambalá, Rigden Jyepo, le envió a Lenin a través de Nicolás Roerich, felicitándolo por el éxito de la Revolución bolchevique: detrás de Lenin y los conspiradores de Octubre, actuaba la Logia Transhimalaya, fundada por la Fraternidad Blanca. Sí, Camarada Tarstein: detrás de la Sinarquía se encuentra Chang Shambalá, los Maestros y Sacerdotes de la Jerarquía Oculta o Fraternidad Blanca de Chang Shambalá.
–Correcto, Kurt. Y ahora complete el concepto, por favor: ¿qué es Chang Shambalá? ¿un lugar físico en la Tierra, o una Construcción extraterrestre?
–Como Ud. bien sabe, Shambalá es una Construcción extraterrestre, extendida entre la Tierra y el Sol, sobre dimensiones del Espacio que la tornan invisible para el hombre corriente –respondí un tanto asombrado por tan obvias preguntas–. Sus Constructores fueron los Dioses Traidores, los fundadores de la Fraternidad Blanca, y los Iniciados de la Jerarquía aprenden una Ciencia llamada “Kâlachakra” que les permite abrir las Puertas de Shambalá, Puertas que se encuentran en todas partes.
–¡Perfecta respuesta, Kurt! Ahora comprenderá cuál es su misión: Ud., Kurt, es la Llave que puede cerrar esas Puertas.
De cierto que entonces comprendía menos que nunca. Pero Tarstein se disponía a aclarar el enigma.
–En rigor de la verdad, Kurt, la Llave que cierra esas Puertas Malditas es el Signo del Origen, el Signo que tiene el Poder de recordar a los Dioses Traidores su Traición Primordial, el Signo que puede comunicarles el Símbolo del Origen y enfrentarlos a la Verdad Absoluta del Espíritu, el Símbolo del Origen que puede disolver la Mentira absoluta de la Creación Material que ellos sostienen. Por ese Poder de revelar la Verdad Absoluta, quienes sostienen la Mentira Absoluta, han resuelto no enfrentarse jamás al Signo del Origen, es decir, mientras dure la Mentira del Universo material. Y por eso el Signo del Origen es Llave de las Puertas de Shambalá, una LLave que cierra con su sello infranqueable la Ruta de los Demonios. Y Ud., Kurt, manifiesta como nadie el Signo del Origen, aunque no sea capaz de advertirlo por sí mismo; pero eso no afecta estratégicamente su misión: su sola presencia basta para cerrar las Puertas Malditas; los Demonios no están dispuestos a contemplar el Signo que Ud. es capaz de proyectar. Desde luego, lo matarían al acercarse a la Puerta, si no fuese porque ahora Ud. está más allá de la Muerte. ¿Me comprende, Kurt? ¡Si Ud. se sitúa frente a una Puerta de Shambalá, y se mantiene fuera del alcance de los Demonios practicando la Via de la Oposición Estratégica que lo independiza del Tiempo y del Espacio, la Puerta deberá ser inexorablemente clausurada!
Ahora sí entendía algo: con mi sola presencia, Yo causaría el cierre de una de aquellas Puertas que conducía a la Ciudad Maldita, morada de los Demonios de la Fraternidad Blanca. Pero aún no comprendía el objetivo de la misión ¿a qué puerta se refería Konrad Tarstein? Un instante después, la explicación de Tarstein me llenaría de estupor.
–Y ahora que ya hablé de su facultad, de ser Signo Clave, iré directamente a los detalles de la misión, a lo que la Orden Negra, el Tercer Reich y el Führer esperan de Ud. ¿Recuerda al Profesor Ernst Schaeffer? –preguntó con ironía; mas no me dio tiempo a responder– Sí, creo que no lo ha olvidado. No después del incidente que protagonizó el año pasado al ofrecerse como voluntario para la Operación Altwesten y de la cual estoy enterado en todos sus detalles. Ud. no podía saberlo entonces, pero su participación en esa operación es la última cosa en el mundo que aceptaría Ernst Schaeffer. Lo comprobará si tiene en cuenta la facultad que dispone, de cerrar las Puertas de Shambalá, y posee la respuesta a esta pregunta: ¿sabe en qué consiste la Operación Altwesten ?
–Camarada Tarstein, Ernest Schaeffer ya partió hace un año hacia el Tíbet. Supongo que Ud. sabrá que en la expedición iba un buen amigo mío, Oskar Feil, quien me suministró toda la información que poseo –dije, advertido en el acto de que no me convenía mentir al bien informado ­Tarstein–. Lo siento si falté a alguna regla, pues sé que la operación es ultrasecreta, pero no he de negarle que mi ­desconfianza hacia Schaeffer no puede ser mayor: incluso mi Taufpate Rudolph Hess confirmó que sobre él pesaban ciertas sospechas y me sugirió que, pese a todo, Yo formaría parte de la expedición. Pero lamentablemente eso no ha ocurrido, ignoro si para bien o para mal, y ya no tiene arreglo debido al tiempo que llevan en el Asia. De todos modos, desearía asumir toda la responsabilidad por cualquier falta que pudiese haber cometido Oskar Feil al mencionarme la Operación Altwesten, pues sólo mi curiosidad y las dudas que albergo sobre la conducta de Schaeffer son culpables de sus confidencias.
–Tranquilícese, Kurt, que nadie lo está acusando de espionaje. Respóndame, simplemente ¿qué sabe de la Operación Altwesten ?
–Pues casi nada, Camarada Tarstein. Sólo estoy al tanto del camino recorrido por la expedición hasta ahora, merced a las cartas secretas que Oskar ha logrado enviarme desde distintos puntos del Asia. La última fue despachada hace tres meses en Lhasa, en el Tíbet, con un mensajero que la hizo llegar a Alemania a través de uno de nuestros consulados en la India. En ella me informaba que se aprestaban a partir hacia el Noroeste, guiados por dos misteriosos “lamas del Bonete Kurkuma”, y que llevaban salvoconductos del Dalai Lama. Es todo lo que sé. El destino final no conseguí averiguarlo pues ni Oskar lo sabe, pero es evidente que no se trata de una exploración hacia el Oeste, como indica su nombre, sino hacia un sitio ubicado directamente en la dirección opuesta. Parece que Schaeffer no confía plenamente en él e incluso lo ha aislado del resto de los Oficiales.
–Es cuanto deseaba oír, Kurt. Yo le diré sin más adónde se dirige Ernst Schaeffer: hacia la Puerta de Shambalá. Va a solicitar al Rey del Mundo, en nombre de unas pretendidas “Fuerzas sanas de Alemania”, su intervención para poner fin al Tercer Reich.
–¡Traición! –grité.
–Ja, Ja –rió con nerviosismo ante mi exclamación–. Se sorprendería Ud. si supiera la magnitud, la multiplicidad y los alcances de las traiciones que corroen al Tercer Reich y conspiran contra la conducción del Führer. Pero es natural que así ocurra, puesto que el enfrentamiento que el Nacionalsocialismo plantea a las Potencias de la Materia es Total: todo hombre está sometido a la tensión esencial entre el Espíritu y la Materia; y muchos serán los que cederán ante la Ilusión de la Materia, frente a la forma judaica de la Ilusión de la Materia, es decir, el dinero, la paz, la democracia, la libertad, la ley, etc. Sólo los hombres espirituales serán capaces de superar esta Ilusión: la superarán con la sola fuerza de su Voluntad Graciosa, con el acto de su Honor, con el valor de su Sangre Pura.
La de Ernst Schaeffer es una más de tales traiciones. Sólo que a nosotros nos afecta particularmente por tratarse de un hecho esotérico, de una circunstancia que podemos comprender de manera eminente. Sí, Kurt: la de Schaeffer es una traición enorme pero no es la mayor de las traiciones que debe afrontar el Führer. Sin embargo, hace bien en tomarla en serio, porque de Ud. depende que sus Planes desleales triunfen o fracasen.
–¿Cómo podría Yo intervenir, e influir en los planes de Schaeffer, desde Berlín? –pregunté aturdido.
–Pues no será Berlín desde donde actuará, Kurt, sino desde el Asia. ¡Partirá Ud. de inmediato hacia la India! Mañana se presentará al S.D. y recibirá órdenes del d Oberführer Papp: ¡él le demostrará cómo es posible alcanzar a la expedición de Schaeffer antes que llegue a la Cordillera Kuen Lun! Pero ahora le anticiparé algo que, no lo dudo, lo motivará a Ud. profundamente. Ante todo, le diré que la Orden Negra tiene, desde el principio, excelentes espías en el grupo de Ernst Schaeffer: es por sus informes que hemos sabido del “incidente” con el profesor y de su amistad con Oskar Feil. Bien; es sobre éste último que deseaba hablarle:
Tómelo con calma, Kurt, pero la verdad es que Oskar Feil corre mortal peligro. Ciertamente, Schaeffer no ha confiado nunca en él, y si le ha permitido integrar la operación es porque planea eliminarlo en el Asia: ¡sólo Ud., si llega a tiempo, podrá quizás salvarlo!
–Pero ¿por qué llevarlo al Asia? Si desconfiaba de Oskar ¿por qué no se deshizo de él en Alemania? –grité desesperado.
–Ay, Kurt. Lamento tener que darle estas noticias. Sosténgase fuerte, pues lo que va a oír es impresionante: su Camarada ha sido elegido para ser sacrificado. Sí; no me mire de ese modo: ¡está confirmado! Aunque todavía es posible evitarlo. El caso es que, en su trayecto hacia el Lago Kyaring, más allá del Río Azul, Schaeffer habrá de cruzar el Cancel de Shambalá, el último pórtico antes de llegar a la Puerta de Chang Shambalá. Y dicho pórtico se halla custodiado hace milenios por una tribu de crueles guardianes, quienes están dirigidos por los malignos lamas Jafranpa o “lamas del Bonete Kurkuma”, miembros de la Fraternidad Blanca. En el Tíbet, la verdadera autoridad religiosa no la ejerce el Dalai Lama sino su instructor de máxima jerarquía en la secta Gelugpa: un Rimpoche, es decir un lama “precioso”. A los Gelugpa, o “lamas del Bonete Amarillo”, están sometidas todas las demás agrupaciones lamaistas, incluida la Jafranpa: sólo los Bodhisattvas, los Mahatmas, los Inmortales, están por arriba de ellos. Los Gelugpa protegen a los lamas del Bonete Kurkuma y por eso Schaeffer dispone de salvoconductos del Dalai Lama. Sin embargo, tales pases tienen un valor relativo, pues si bien el poder religioso del Dalai Lama abarca todo el Tíbet, su poder político está limitado por las fronteras chinas: y El Cancel de Shambalá se encuentra actualmente en territorio de China.
Los lamas del Bonete Kurkuma son expertos en la Ciencia de la Kâlachakra, o “Rueda del Tiempo”, la Sabiduría que permite comprender y dominar las conexiones kármicas, rten abel, y sincronizar la Rueda de la Vida, Bhavachakra o Sridpai Khorlo, con el ritmo de los Planes de la Fraternidad Blanca. Son, entonces, fervorosos adoradores de los Señores del Karma y de su jefe, Rigden Jyepo, el Señor de Shambalá, el Rey del Mundo, Jehová Satanás. ­Ellos exigen a todo lama peregrino que solicite autorización para franquear el Cancel de Shambalá, el Yajnavirya, es decir, un sacrificio humano. Como comprenderá, Ernst Schaeffer no dio ningún motivo para que se lo exceptuara de tal obligación.
En síntesis, Kurt: Oskar Feil fue seleccionado por Ernst Schaeffer para ser entregado a los Lamas del Bonete Kurkuma. Ellos ofrendarán su vida a Rigden Jyepo mediante el degollamiento ritual Yah-Sa.

Horas después de esta conversación con Konrad Tarstein, mientras viajaba a Renania para retirar mis pertenencias de Werwelsburg, me miré en un espejo del tren y aún tenía los ojos inyectados en sangre. Durante la reunión, cuando Tarstein me reveló la muerte que esperaba a Oskar, hubiese destrozado a Ernst Schaeffer con mis manos, de haber podido darle alcance en ese momento.
Konrad Tarstein se ocupó de advertirme que no era esa la conducta que la Orden Negra solicitaba de mí. Todo lo contrario: mis órdenes consistían en localizar la expedición de Schaeffer lo antes posible e incorporarme a ella sin violencia. Para eso iría munido de las correspondientes autorizaciones oficiales: un decreto secreto del Führer y un pase del Reichführer Himmler. Además me acompañarían dos agentes secretos de la . Se trataba de dos  Haupsturmführer que asociaban las paradójicas virtudes de poseer, ambos, un doctorado en leyes, y haberse desempeñado por cinco años en la Gestapo, donde se convirtieron en asesinos expertos.
Según Tarstein, la mejor Estrategia exigía que Yo me plegase a la expedición y manifestase allí el Signo del Origen. Tal demostración sería suficiente para hacer fracasar la Operación Altwesten. Y ello se lograría sin efectuar ninguna maniobra esotérica, sin emplear ninguna técnica mágica: bastaría el solo acto de mi presencia para que los Demonios cerrasen la Puerta de Shambalá.