Decimosegundo
Día
El emperador Constantino, con el
edicto de Milán del año 313, legaliza al Cristianismo y le concede derechos
equivalentes a los de los Cultos paganos oficiales. Hacia el final del siglo IV,
en el año 381, y por obra del emperador Teodosio I, se declara al Cristianismo “religión oficial del Estado” y se prohíben los Cultos paganos; en
386 se ordena, mediante un decreto imperial, “el cierre de todos los templos paganos”; y en 392, por ley
imperial, “se considera y castiga el
Culto pagano como crimen de lesa majestad”, es decir, sancionado con la
pena de muerte. Estas medidas no afectaron a los Señores de Tharsis pues años
antes ya habían adoptado el Cristianismo como religión familiar. El Culto de
Jesús Cristo provenía del país de Canaán, la patria de los Golen, y tal origen
resultó, como es lógico, sospechoso de entrada; pero además estaba el
pretendido fundamento cultural del drama de Jesús: las profecías registradas en
un conjunto de libros canónicos de los hebreos, quienes afirmaban ser “el
Pueblo Elegido del Dios Creador”. Nada de esto convencía a los Señores de
Tharsis y, por el contrario, cuanto más observaban aquel nuevo Culto oriental,
más se persuadían de que tras él se ocultaba una colosal conspiración urdida
por la Fraternidad
Blanca. ¿Cómo fue, entonces, que adoptaron el Cristianismo
como religión familiar? Porque, por sobre la procedencia del Culto y la
filiación de sus cultores, existía un hecho incuestionable: que la historia narrada en los evangelios
era en parte verdadera. Esto lo podían asegurar los Señores de Tharsis sin
ningún género de dudas pues ellos la conocían desde miles de años atrás, mucho
tiempo antes de que Jesús viviese en Palestina. Pues aquélla era,
indudablemente, una nueva versión de la historia de Navután.
Para conocer la historia en toda su
pureza habría que remontarse miles de años en el pasado, hasta la Epoca de los Atlantes
blancos, Padres de todos los pueblos blancos del Pacto de Sangre. Ellos
aseguraban estar guiados por Navután, el Gran Jefe Blanco que había descubierto
el secreto del encadenamiento espiritual y les había revelado el modo en que el
Espíritu podría abandonar la materia y ser libre y eterno más allá de las
estrellas, es decir, más allá de las Moradas de los Dioses y de las Potencias
de la Materia. De
acuerdo con los relatos de los Atlantes blancos, Navután era un Dios que
existía, libre y eterno como todos los Espíritus Hiperbóreos, allende las
estrellas. El Dios Incognoscible, de quien nada puede afirmarse desde más acá
del Origen, Navután, y otros Dioses, estaban furiosos porque un sector de la Raza del Espíritu se hallaba
detenida en el Universo de la
Materia : y la ira no iba dirigida solamente contra las
Potencias de la Materia
que retenían a los Espíritus, sino también contra el Espíritu débil, contra el
Espíritu carente de Voluntad Graciosa para quebrar la Ilusión del Gran Engaño y
liberarse por Sí Mismo. En la
Tierra , el Espíritu había sido encadenado al animal hombre
para que su fuerza volitiva acelerase la evolución de la estructura psíquica de
éste: y tan férreo era el encadenamiento, tan sumido estaba el Espíritu en la
naturaleza anímica del animal hombre, que había olvidado su Origen y creía ser
un producto de la
Naturaleza y de las Potencias de la Materia , una creación de los Dioses. En otras
ocasiones, desde que el Espíritu permanecía en la Tierra , los Dioses
Liberadores, sus Espíritus Hermanos, acudieron en su ayuda y muchos fueron
liberados y regresaron con Ellos: por esa causa, se libraron terribles Batallas
contra las Potencias de la Materia. Ultimamente , por ejemplo, había
atravesado el Origen, y se había presentado ante los hombres de la Atlántida , el Gran Jefe
de Toda la Raza
Hiperbórea prisionera, el Señor de la Belleza de las Formas
Increadas, el Señor del Valor Absoluto, el Señor de la Luz Increada , el
Enviado del Dios Incognoscible para Liberar al Espíritu, es decir, el Kristos
de Luz Increada, Kristos Luz, Luci Bel, Lúcifer, o Kristos Lúcifer. Pero la
manifestación de Kristos Lúcifer en la Atlántida causó la destrucción de su civilización
materialista: la Batalla
de la Atlántida
culminó con el hundimiento del continente, mucho después de que Aquél hubiese
regresado al Origen.
En esas circunstancias, frente a la
catástrofe inminente de la
Atlántida , se desarrolla la historia de Navután. Los hombres
amarillos, los hombres rojos, los hombres negros, todos perecerán en un
cataclismo peor que el que se avecina en la Atlántida : el que
preocupa a los Dioses Liberadores es el cataclismo espiritual, el abismo en el
que se sumergirán aún aquellos que sobrevivan al hundimiento de la Atlántida ; y ese
resultado parece inevitable debido a la insistencia y tenacidad con que la Fraternidad Blanca
mantiene el encadenamiento espiritual, pero, más que nada, debido a la
imposibilidad demostrada por el Espíritu para evitar la Ilusión y despertar del
Gran Engaño; esas Razas, estratégicamente confundidas, seguirán ciegamente a
los Sacerdotes Atlantes, quienes las conducirán con derechura hacia su
definitiva decadencia espiritual. La
Raza blanca es la única, en ese momento, que dispone de una
posibilidad de liberación, posibilidad que los Dioses no van a ignorar. Pero el
hombre blanco se halla muy dormido, con el Espíritu muy sumergido en la Ilusión de la Materia , muy proyectado en
el Mundo Exterior: no será capaz de comprender la Revelación Interior
del Espíritu, no podrá liberarse por Sí Mismo. Se hace necesaria una Revelación
Exterior del Espíritu apta para la
Raza blanca, mostrar desde afuera al hombre blanco una vía de
liberación que conduzca a la Sabiduría Hiperbórea : para eso desciende Navután al Infierno. Navután, “Dios libre y
eterno”, acepta bajar al Infierno, venir al Mundo de la Materia , y nacer como
hombre blanco. Y como hombre blanco, realizar la hazaña de liberar por Sí Mismo
su Espíritu encadenado: demostrará así a los hombres, con el ejemplo de Su
Voluntad, el camino a seguir, la
Orientación hacia el Origen.
Resumiendo, la historia que los
Atlantes blancos trasmitieron en forma
de Mito a los pueblos nativos, sería la siguiente. Vivía en la Atlántida una Virgen
Blanca Muy Santa, consagrada al servicio del Dios Incognoscible y entregada a
la contemplación de la
Luz Increada. Afligida por la terrible hambruna que azotaba a
su pueblo, aquella Virgen pidió auxilio al Incognoscible; y este Dios Supremo,
cuya Voluntad es la Gracia ,
le enseñó un camino hacia el Planeta Venus. Ya allí, la Virgen recibió del Enviado
del Incognoscible varios ejemplares de la Planta del Trigo, con la que se saciaría el
hambre material de los hombres, una Vara, que serviría para medir la Traición Blanca , y
la semilla de un Niño de Piedra, que
algún día sería hombre, se pondría a la cabeza de la Raza Blanca , y
saciaría su hambre espiritual. Al regresar de Venus, la Virgen Blanca , que
no había tenido jamás un contacto carnal con ningún hombre, estaba encinta de
Navután. Los Dioses Liberadores le habían anunciado ya que sería madre y daría
a luz un niño cuya Sabiduría espiritual libraría a la Raza blanca de la esclavitud
material. Una serpiente intenta impedir que la Virgen cumpla su cometido
pero Ella la mata aplastándole la cabeza con su pie derecho. Pasado el plazo, la Virgen alumbra a Navután y
lo educa como Guerrero Constructor, contando con la ayuda de los Guardianes de la Sabiduría Lítica.
Existía en la Atlántida un sendero que
conducía hasta un Jardín Encantado, el cual había sido construido por el Dios
de la Ilusión. Crecía
allí un Antiguo Arbol Granado, conocido como el Arbol de la Vida
y también como el Arbol del Terror,
cuyas raíces se extendían por toda la Tierra y cuyas ramas se elevaban hasta las Moradas Celestes del
Dios de la Ilusión. Cerca de ese Granado Hechizado se hallaba un Arbol
Manzano, tan Antiguo como Aquél, al que se llamaba el Arbol del Bien y
del Mal o el Arbol de la Muerte.
Era creencia corriente
entre los Atlantes que el hombre, en un Principio, había sido inmortal: la
causa de que el hombre tuviese que morir se debía a que los Grandes Antepasados
habían comido del Fruto de este Arbol y la Muerte se había trasmitido a los descendientes
como una Enfermedad. En verdad, la sangre del Arbol, su Savia Maldita, se había
mezclado con la Sangre
Inmortal del Hombre Original y regulaba desde adentro la Vida y la Muerte. Y nadie conocía
el Remedio para esa Enfermedad. Navután, que carecía de padre humano, había
nacido inmortal como los Hombres Originales, pero su inmortalidad era, por eso
mismo, esencial, propia de su especial naturaleza espiritual; en
consecuencia, su inmortalidad era incomunicable
a los restantes hombres blancos, no servía para que ellos recuperasen la
inmortalidad perdida. Por eso Navután, con el apoyo de su Divina Madre, la Virgen Ama , decide
hacerse mortal y descubrir para los hombres el secreto de la inmortalidad.
Desde que los Grandes Antepasados
comieran el Fruto del Arbol de la
Muerte , nadie se atrevía a acercarse a él por temor a la Muerte. Pero Navután
era inmortal como los Grandes Antepasados y pudo, como Ellos, aproximarse sin
problemas. Una vez junto al Arbol, Navután cortó y comió el Fruto prohibido,
quedando inmediatamente hechizado por la Ilusión de la Vida : ahora sólo le faltaba descubrir el secreto
de la Muerte sin morir, puesto que si perecía en el
intento jamás podría comunicar la
Sabiduría a los hombres blancos. Es entonces cuando Navután
se auto-crucifica en el Arbol del
Terror, para vencer a la Muerte ,
y pende nueve noches de su tronco. Empero, mientras el tiempo transcurría, la Muerte se avecinaba sin que
Navután consiguiese comprender su secreto. Al fin, ya agonizante, el Gran Jefe
Blanco cerró su único ojo, que mantenía fijo en la Ilusión del Mundo, y miró
hacia el Fondo de Sí Mismo, en una última y desesperada reacción para salvar la
vida que se apagaba sin remedio. Y en la cima de Sí Mismo, en medio de la Negrura Infinita
de la Muerte
insinuada, vio surgir una Figura Resplandeciente, un Ser que era Pura Gracia:
se trataba de Frya, la Alegría
del Espíritu, su Divina Esposa del Origen que acudía en su auxilio.
Cuando Navután abre nuevamente su ojo,
Frya sale por él y se interna en el Mundo del Gran Engaño: va a buscar el
secreto de la Muerte
para salvar a su Esposo agonizante. Sin embargo no logra conseguirlo y el
tiempo se acaba inexorablemente. Al fin, sin desesperar, Frya se dirige a
Hiperbórea para consultar a los Dioses Liberadores; Ellos le aconsejan buscar a
un Gigante bicéfalo que habita en un Mundo situado bajo las raíces del Arbol
del Terror y que ejerce el oficio de clavero: a ese Gigante debe robarle la Llave Kâlachakra , pues en ella los Dioses
Traidores han grabado el secreto de la Muerte. El Mito de los Atlantes blancos es aquí
muy complejo y sólo conviene mencionar que Frya, transformada en Cuervo,
desciende al Mundo del Gigante bifronte y le roba la Llave Kâlachakra :
mas, para conseguirla, ha tenido que convertirse en asesina y prostituta; Frya,
en efecto, quiebra con un golpe de su hacha la Llave Kâlachakra ,
pero el paletón, al caer, se transforma en siete gigantes de siete cabezas cada
uno, quienes “duermen para que las Razas raíces vivan por ellos”; acto seguido,
y sin alternativas pues está urgida por el tiempo, Frya se viste con el Velo de
la Muerte que
aquellos gigantes tienen sujeto con un lazo en cada cuello: luego los despierta
sucesivamente y se entrega a ellos como amante, pero inexorablemente los va
decapitando en la culminación del orgasmo; y las cabezas de los Gigantes,
ensartadas en una cuerda o sutrâtma, forman el collar de Frya Kâlibur, en el
que cada cráneo representa un Signo del Alfabeto Sagrado de la Raza Blanca. Por fin
el Velo de la Muerte
queda suelto y Frya, nuevamente transformada en cuervo, regresa velozmente
junto a Navután.
Pero ya es tarde: justo en el momento
de llegar, Navután exhala el último suspiro y su ojo se está cerrando para
siempre. Frya comprende que será imposible revelarle a Navután el secreto de la Muerte pues acaba de morir
y ya no podrá leer la
Llave Kâlachakra. Y es así como, sin perder un instante, Frya
toma la decisión que salvará a Navután y a la Raza blanca: se transforma en Perdiz y penetra
nuevamente en Navután. La
Llave Kâlachakra debe dejarla afuera, puesto que sólo Ella
puede existir en el Fondo de Sí Mismo. Frya debe revelar a Navután el Secreto
de la Muerte ,
no sólo para lograr su resurrección, sino también para que su Esposo lo
comunique a los hombres; de otra manera su inmolación habría sido en vano. Mas
¿cómo exponer a Navután el Secreto de la Muerte sin la Llave Kâlachakra ,
sin mostrarle ese instrumento del encadenamiento espiritual,
para su comprensión? Y Frya lo decide en ese instante: como perdiz, danzará el Secreto de la Vida y de la Muerte. Expresará ,
con la danza, la Más Alta
Sabiduría que le sea posible comprender al hombre mortal desde Afuera de Sí
Mismo.
Y Frya, danzando en el Fondo de Sí
Mismo, revela a Navután el Secreto procedente de Afuera de Sí Mismo. Y Navután
lo comprende, se corta el hechizo causado por el Fruto del Arbol de la Vida y de la Muerte , y resucita
nuevamente como inmortal. Y al bajar de su crucifixión en el Arbol, repara que
su cuerpo se ha trasmutado y ahora es de Piedra Pura; y que puede comprender y
expresar la Lengua
de los Pájaros. Entonces Navután enseña a los Atlantes blancos las trece más
tres Vrunas mediante la Lengua
de los Pájaros y los encamina a comprender el Signo del Origen, “con lo que
obtendrán la Más Alta
Sabiduría, serán inmortales mientras el Espíritu permanece encadenado al animal
hombre, y conquistarán la
Eternidad cuando ganen la Batalla contra las Potencias de la Materia y sean libres en
el Origen”.
Hasta aquí resumí, Dr. Siegnagel, la
historia de Navután, de acuerdo al relato mítico de los Atlantes blancos. Es
fácil advertir que tenía muchos puntos comunes con la historia evangélica de
Jesús Cristo: ambas historias tratan de un Dios hecho hombre; ambos Dioses
nacen de una Virgen; ambos mueren por crucifixión voluntaria; ambos resucitan;
ambos dejan el testamento de su Sabiduría; ambos forman discípulos a los que
revelan la “buena nueva”, que estos deberán comunicar a sus semejantes; ambos
afirman que “el Reino no es de este Mundo”; etc. Pero es evidente que existen,
también, diferencias fundamentales entre ambas doctrinas. Quizá las más
acentuadas sean las siguientes: Navután viene para liberar al Espíritu del Hombre de su prisión en el Mundo del Dios
Creador; el Espíritu es Increado, es decir, no Creado por el Dios Creador y,
por lo tanto, nada de lo que aquí acontece puede mancillarlo esencialmente y
mucho menos afectarlo éticamente; el Espíritu es Inocente y puro en la
Eternidad del Origen; de allí que Navután afirme que el
Espíritu Hiperbóreo, perteneciente a una Raza Guerrera, sólo puede manifestar
una actitud de hostilidad esencial hacia
el Mundo del Dios Creador, sólo puede rebelarse ante el Orden Material, sólo
puede dudar de la Realidad
del Mundo que constituye el Gran Engaño, sólo puede rechazar como Falso o
Enemigo a todo aquello que no sea producto de Sí Mismo, es decir, del Espíritu,
y sólo puede alentar un único propósito con Sabiduría: abandonar el Mundo del
Dios Creador, donde es esclavo, y regresar al Mundo del Incognoscible, donde
será nuevamente un Dios. Contrariamente, Jesús Cristo viene para salvar al Alma del Hombre del Pecado, de la Falta a la Ley del Dios Creador; el Alma
es Creada por el Dios Creador y debe obedecer ciegamente a la Ley de su Padre; todo cuanto
aquí acontece afecta éticamente al Alma y puede aumentar su cuota de Pecado; el
Alma no es inocente ni pura pues el hombre se halla en este Mundo como castigo
por un Pecado Original cometido por
los Padres del Género Humano y hereda, por consiguiente, el Pecado Original; de
allí que Jesús Cristo afirme que el Alma del Hombre, la creatura más perfecta
del Dios Creador, sólo debe manifestar una actitud de amor esencial hacia el Mundo del Dios Creador, sólo debe aceptar
con resignación su puesto en el Orden Material, sólo debe creer en la Realidad del Mundo, sólo
debe aceptar como Verdadero y Amigo a aquello que prueba venir en Nombre del
Dios Creador, y sólo debe alentar un único propósito con Sabiduría: permanecer
en el Mundo del Dios Creador como oveja
y ser pastoreada por Jesús Cristo o los Sacerdotes que lo representen. Ser Dios o ser oveja, ésa es la cuestión,
Dr. Siegnagel.
Según anticipé, cuando la ley imperial
del año 392 amenazó considerar “crimen de lesa majestad” la práctica de los
Cultos paganos, hacía tiempo que la
Casa de Tharsis había aceptado el Cristianismo como su religión
familiar. Lógicamente, los Señores de Tharsis veían claramente la marcha de los
tiempos, y su única prioridad, desde la destrucción de Tartessos, era dar
cumplimiento a la misión familiar y preservar la Espada Sabia. Esta
prioridad familiar determinaba una Estrategia para la supervivencia de la Estirpe , supervivencia que
podía verse fuertemente amenazada tras una nueva persecución: eran tiempos
difíciles aquellos del siglo IV, la decadencia de Roma presentida por
Polibio en el siglo II A.J.C., se
había convertido en realidad. El Imperio, acechado en todas sus fronteras por
pueblos invasores, ha incorporado regimientos enteros de mercenarios y ha
entregado el mando de los ejércitos a los bárbaros; la agricultura de los
pequeños productores hace siglos que se arruinó y desapareció en Italia,
absorbida por los grandes terratenientes: sólo sobreviven, en esos días, los
latifundios coloniales, entre ellos, el que poseen en España los Señores de
Tharsis, contribuyendo con sus bajos precios a desestabilizar aún más la
economía de la metrópolis.
Frente a este panorama de inseguridad
generalizada, los Señores de Tharsis, que ya no son Reyes sino familia de
terratenientes y funcionarios hispano romanos, deben actuar con extrema
cautela. El Cristianismo, que se ha impuesto en la cumbre del Poder imperial,
está ahora apoyado por las lanzas y las espadas de los legionarios. Pero este
“Cristianismo”, a todas luces, no contiene principios doctrinarios que resulten
absolutamente inaceptables para los Señores de Tharsis: tal como ellos
aprendieron duramente en su guerra contra los Golen, los Mitos, las Historias
Legendarias, los Argumentos que están escritos en el Cielo, pueden volver a
repetirse en la Tierra. Y
ellos están dispuestos a aceptar la historia de Jesús, y hasta el mensaje, la
buena nueva, como una especie de actualización del Mito de Navután: los Señores
de Tharsis se harán Cristianos porque mirarán a la historia de Jesús con la
óptica de la
Sabiduría Antigua ; y no discutirán las diferencias, aunque
las tendrán presentes y no las olvidarán.
Abrazarán la Cruz y celebrarán los
sacramentos de la Iglesia
de Roma; para todos los efectos serán Cristianos consagrados; incluso darán de
sus hijos a la Iglesia.
Pero entre ellos, en el seno de la Casa de Tharsis, sólo reconocerán
como Verdad lo que coincide con la historia de Navután o con otros fragmentos
de la Sabiduría
Hiperbórea que la familia aún conserva. Como en su momento
los Gnósticos y Maniqueos, y como luego harán los Cátaros y Albigenses, ellos
aceptarán sólo parte de los Evangelios, especialmente el de Juan, y rechazarán
de plano el Antiguo Testamento. Esto es lo que alegaban: el Dios de los judíos
no era otro que Jehová Satanás, un aspecto o rostro del Dios Uno Creador del
Universo Material; en el Génesis se narra la historia de la Creación del Universo
Material, donde sería esclavizado el Espíritu Increado y Eterno; El Universo
creado es, pues, intrínsecamente maligno para el Espíritu Increado, el Espíritu
sólo concede valor al Mundo Verdadero de donde él procede; y de donde provino
también el Dios Creador, puesto que el Universo Material ha sido evidentemente
Creado a imitación del Mundo
Verdadero.
Y en el Antiguo Testamento se narra
asimismo la historia del “Pueblo Elegido”, por Jehová Satanás, para reinar por
sobre todos los pueblos de la
Tierra. No fue clara, acaso, la Promesa que el Creador le
hizo a Abraham “Alza tus ojos y mira desde el lugar donde estás hacia el
Septentrión y el Medio Día, hacia el Oriente y el Poniente; pues te daré para
ti y para tu posteridad para siempre todo el país que tú divisas, y haré que tu
descendencia sea numerosa como el polvo de la Tierra. Si alguien
puede contar el polvo de la
Tierra , puede contar también tu posteridad. Levántate,
recorre la Tierra
a lo largo y a lo ancho pues a ti y a tu descendencia se la daré” [Gen. 13,14]. Promesa que es luego
reafirmada “Y sacándolo fuera, Jehová le dijo: mira al Cielo y cuenta, si
puedes, las estrellas. Y añadió: así será tu descendencia”. Pero más claro fue
el Creador con Moisés, cuando le reveló la misión del Pueblo Elegido: “Ahora
bien, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi Alianza, seréis Propiedad mía particular entre todos los pueblos, porque toda la Tierra me pertenece.
Vosotros seréis para mí, un Reino de Sacerdotes y una Nación Santa. Estas
son las palabras de Jehová que dirás a los hijos de Israel”. Y luego: “Yo
concluiré la Alianza. Yo
realizaré a la vista de todos los pueblos Gentiles maravillas, cuales no han
sido hechas jamás en toda la
Tierra y nación alguna, para que todos los pueblos que estén
en torno a ti Israel, vean la obra de Jehová; porque es terrible lo que voy a
hacer por medio de ti. Cumple, pues, lo que Yo voy a ordenarte en este día.
Guárdate de pactar con los habitantes del país en el que vas a entrar, no sea
que se conviertan en un lazo para ti. Por el contrario, derribad sus altares, romped sus estelas, y destruid sus postes y
piedras sagradas” [Ex. 19,6; 34,10].
Al cumplir con la Alianza , el Pueblo Elegido
será Bendito por el Creador, según le comunica a Moisés: “No os haréis ídolos,
ni erigiréis estatuas ni estelas, ni pondréis en vuestro país piedras sagradas
para postraros ante ellas, pues Yo Soy Jehová, vuestro Dios. Guardaréis mis
sábados y respetaréis mi santuario. Si camináis de acuerdo a mis leyes, ...,
comeréis vuestro pan a saciedad y habitaréis seguros en vuestro país. Daré paz
a la Tierra y
dormiréis sin que nadie os inquiete. No pasará por vuestro país la espada.
Perseguiréis a vuestros enemigos y caerán ante vosotros al filo de la espada. Cinco de vosotros perseguirán a cien, y
cien de vosotros pondrán en fuga a diez mil, y vuestros enemigos caerán
ante vosotros al filo de la espada. Yo me volveré a vosotros, Yo os haré crecer
y multiplicaré, y mantendré con vosotros mi Alianza. Pondré mi morada en medio de vosotros y Yo no sentiré hastío de
vosotros. Andaré en medio de vosotros, Yo
seré vuestro Dios y vosotros seréis mi Pueblo. Yo soy Jehová, vuestro Dios,
quien os sacó del país de Egipto” [Lev.
26].
Ese “Pueblo Elegido” sería, pues,
aquél que anunciaban miles de años antes los Atlantes morenos, los Enemigos del
Pacto de Sangre: era cuando menos irónico que ahora se pretendiese derivar de
ese pueblo maldito un émulo de Navután, el Fundador del Pacto de Sangre. Pero
Jesús no venía a salvar al Pacto de
Sangre sino precisamente a destruirlo para siempre, lo que demuestra que era
consecuente con su procedencia del Pueblo Elegido: por Jesús Cristo, la Sangre Pura se
degradaría como nunca, la humanidad entera se bastardizaría, el Valor se
cuajaría en las venas y sería reemplazado por el Temor del Dios Uno; y cuando
el hombre se materializase, y ya no respondiese al Temor del Dios Uno, el Valor
igualmente no podría aflorar pues el hombre se habría hundido en la degradación
moral de la decadencia cultural, se habría afeminado y ablandado, se habría
confundido en una universal Canalla del Espíritu: pero de esa Vil Canalla,
naturalmente, tanto la Iglesia
como las otras sectas fundadas por el Pueblo Elegido y la Fraternidad Blanca ,
extraerían lo mejor de la
Tierra , es decir, a aquellos que los apoyarían y secundarían
con ardor, los Sacerdotes y los fieles, los miembros de las Sociedades Secretas
que dominarían el Mundo y la
Canalla del Espíritu que aprobaría su gobierno, gusanos y
serpientes, borregos y ovejas, palomas de la paz, ningún águila, ningún cóndor,
Dr. Siegnagel.
Por supuesto, que la excepción a esta
regla deja a salvo a los de Sangre Pura; a todos los que intuyen que con la
crucifixión se debe liberar el
Espíritu Eterno, que jamás pecó, y no salvar
el Alma pecadora; a los que quieren un Kristos Guerrero y no un Cristo Pastor;
a los que presienten un Kristos de Luz Increada y no a los que perciben un
Cristo Material. El Kristos que concebían los Señores de Tharsis, por ejemplo,
era un Dios Espíritu Puro, de Luz Increada, que si se manifestase en la Tierra , lo harían luciendo la Corona de Rey y empuñando la Espada ; y en esa Parusía,
la sola Presencia de Kristos bastaría para causar una Aristocracia del Espíritu
entre los hombres, que pondría fin a la confusión de la Canalla Espiritual :
Kristos se comunicaría entonces carismáticamente a los hombres, les hablaría
directamente en su Sangre Pura; y quienes mejor le escuchasen, serían realmente
los más Virtuosos, los más Espirituales, los Verdaderos Kristianos.