Trigésimo
Día
Los cuatro Sacerdotes de Jehová
Satanás reflexionaban sobre el Anuncio de los Inmortales: próximamente
ocurriría la decimosegunda manifestación de la Shekhinah , muy cerca de
allí, en Rus Baal; y Ellos serían protagonistas de aquel extraordinario
portento: ¡sólo otro Sacerdote de Israel podría comprender el éxtasis que
experimentaban los cuatro ante semejante posibilidad! ¡porque sólo el Alma de
un judío es capaz de comprender a la Shekhinah ! El más emocionado era el Gran Maestre
del Temple: –“¡Oh, qué gran honor, pensaba estremecido, que a mi Orden se le
haya confiado la custodia de tan sagrado lugar! ¡Dios mismo descenderá ahora,
en medio de los nuestros!”–. Y así por el estilo, cada uno daba rienda suelta a
sus fantasías rabínicas y Golen.
–¡En efecto, Sacerdotes! –aprobó
Birsa, adivinando el pensamiento de los presentes– ¡vosotros contribuiréis como
nadie a ejecutar los Planes de Dios! Miles de monjes Golen y de Doctores
hebreos trabajan para instaurar la Sinarquía Universal :
¡todos ellos gozan del favor de Elohim y serán recompensados magníficamente!
Pero sólo vosotros cuatro conocéis hoy el Anuncio de la Shekhinah : ¡y sólo a
Vosotros, y a quienes vosotros llaméis para colaborar, YHVH Sebaoth considerará responsables del Holocausto de Agua que
Quiblón le ofrendará en su día! ¡Alegraos, pues, Sacerdotes porque el Triple
Holocausto de Quiblón, uno de los más sangrientos de la Historia , os será
atribuido si cumplís con la Misión que os
encomendaremos! ¡De ella depende que se realice el designio de YHVH; sobre ella reposa, Sacerdotes,
uno de los pilares de la
Historia !
–¡Ahora que el Mal ha sido extirpado
en Huelva, –prosiguió Bera– ahora que la Sangre de Tharsis se ha convertido en lejía, os encargaremos una Misión muy simple, cual
es la de afirmar el Bien sobre la
Tierra ! ¡Y el Bien es
YHVH! ¡Y YHVH sólo puede
descender en Tierra Santa! ¡A vosotros corresponde, Sacerdotes de YHVH, purificar la Tierra !
–la mirada de Bera era interrogadora.
–¡Sí, –exclamaron Nasi y Benjamín al
unísono–. Purificar la Tierra es tarea de
Sacerdotes! ¡Santificarla es facultad de YHVH!
–De acuerdo, Sacerdotes: ¡Nosotros,
los Representantes de Melquisedec, os ordenamos: purificad esta tierra de Huelva, borrad todo vestigio del Misterio del
Fuego Frío, limpiad la Mancha
del Culto a la Virgen
de la Gruta !
Por sobre todo: ¡eliminad el recuerdo de esta tenebrosa Deidad! Pues no habrá
paz, ni en la Tierra
ni el el Cielo, y Rus Baal no será Tierra Santa, mientras perdure la Presencia perturbadora
de la Virgen
de Agartha portando su Semilla Maldita.
–Naturalmente –dijo Bera– que una expiación semejante sólo será efectiva si se reemplaza a un Culto por otro. En
consecuencia, os ordenamos, también, implantar en todos los lugares necesarios el Nuevo Culto de la Virgen de los Milagros:
¡Ella iluminará con Su Fuego Caliente las Tinieblas que derramó la Intrusa ! Cuando los
Gentiles le entreguen su Corazón sin reservas, la Intrusa será olvidada, se
apagará el recuerdo de su abominación, y la Tierra quedará purificada: ¡entonces, y sólo
entonces, descenderá la
Shekhinah en Rus Baal!
–¡Pero ese Culto ya existe!
–interrumpió el Gran Maestre del Temple–. ¡Justamente en la Rábida se adora a la Virgen de los Milagros, la
antigua Proserpina de Palos, Señora de la Rabia !
–¡Os equivocáis, Sacerdote! –aseguró
Bera, sonriendo horriblemente–. Me estoy refiriendo a un Nuevo Culto que reemplazará también al que vos
mencionáis: el Culto a la
Gran Madre Binah, a quien advocaréis como Virgen de los
Milagros para evitar que los Gentiles sospechen la sustitución, pero que
recibirá varios Nombres Sagrados, sólo conocidos por los Sacerdotes Iniciados,
Golen y Rabinos. Me estoy refiriendo, pues, a la
Virgen de la Ciñuela ,
o
a la Virgen de la Cinta ,
o
a la Virgen de la Barca ,
o
a la Virgen del
Niño de Barro,
o
a la Virgen del
Fuego Caliente.
–¡Buscad Sacerdotes, buscad ya al
monje escultor que habéis hecho venir desde Francia!
El Abad de Claraval salió presuroso de
la Biblioteca ,
y un instante después entraba seguido del humilde monje cisterciense, que traía
en sus manos un rollo de pergamino y un tizón de carbón. El monje se detuvo
frente a Bera, seguido del Abad, y contempló aterrorizado el rostro diabólico
del Inmortal.
–¡Escuchad bien, miserable! –le espetó
Bera con los ojos llameantes de odio–. Os voy a hacer una advertencia: sobre lo
que veréis en este lugar, no hablaréis jamás a nadie. Cumpliréis vuestro
trabajo y luego os enclaustraréis de por vida en un Monasterio de clausura. ¡Y
ni se os ocurra desobedecer nuestro mandato pues la Tierra será chica para
ocultar vuestra traición! No obstante, no confiamos en vos y seréis vigilado
día y noche desde ahora. ¡Pero debéis saber, criatura mortal, que ni la Muerte os podrá librar de
Nosotros, pues a los mismísimos infiernos iremos a castigarte! ¿Habéis
comprendido los riesgos que corréis?
El pobre monje se había arrojado al
suelo, a los pies de Bera, y temblaba como un perro asustado. –”N...no o…osaría
traicionaros” –balbuceaba, sin levantar la mirada de los pies de Bera, sin
atreverse a ver nuevamente la amenaza mortal de sus ojos.
–Mas vale que digáis la verdad –dijo
con ironía aquel Rey de la
Mentira , que era Bera–. ¡Levantaos, perro! –ordenó con
dureza– y observad la página de este libro abierto.
¿Qué veis en ella?
Los cuatro sacerdotes se miraron entre
sí, asombrados de que los Inmortales mostrasen al monje escultor, que no era ni
Teólogo ni Cabalista, y mucho menos Iniciado, un dibujo secreto del Sepher
Icheh.
Tratando de serenarse, el imaginero se
apoyó con sus dos manos en el borde de la mesa rampa y observó la hoja
indicada. Lo que vio, pronto le hizo olvidar los amargos minutos anteriores y,
él se lo repetiría para sí mismo toda la vida, lo recompensó de los
sufrimientos padecidos hasta entonces. Por primera vez se sintió libre de
culpas, sin pecado, perdonado por una Piedad que venía de adentro del Alma,
como si el Alma participase de un Jubileo Divino: y quien inspiraba esa sensación
de libertad anímica, esa seguridad de ser aprobado por Dios y amado por Cristo,
era la Más Bella
y Majestuosa imagen de la Madre
de Dios que el monje viera nunca; porque, desde luego, aquella Señora estaba viva; mientras sostenía al niño
en sus brazos, la Madre
lo miró fugazmente, y fue en ese instante que él se sintió perdonado, en paz,
como si Ella le hubiese dicho –Anda, hijo de Dios, que yo intercederé para que
el Rigor de Su Ley, no sea recalcitrante contigo. ¡Cumple tu misión y retrátame
como me ves, en la Plenitud
de Mi Santidad, para que los hombres vean también el Milagro que tú ves; cumple
con todo tu talento y el Gran Rostro de Dios te sonreirá!
–¡Es tan Bella! –gritó el escultor,
completamente alucinado–. Sólo unas manos guiadas por la Gracia de Dios, y una
piedra bendecida por el Altísimo, podrían realizar la Obra que se me pide. ¡Pero Yo
pondré mis manos al Servicio de Dios, y Vosotros, que sois poderosos, me
proveeréis de la mejor piedra de alabastro del Mundo!
Y desplegando el pergamino junto al
libro, se puso a dibujar febrilmente el retrato de una Virgen con el Niño de
novedosas características. Los cuatro Sacerdotes lo miraban sorprendidos, pues
era evidente que su visión no provenía del libro Sepher Icheh, por lo menos de
la hoja que estaba a la vista, sino de otra realidad, de un Mundo Celeste que
se había abierto ante sus ojos y le había revelado la Señora de su inspiración.
Con inusitada paciencia, los
Inmortales aguardaron una larga hora hasta que el monje pareció retornar a la
realidad: sobre la mesa, se hallaba completada la síntesis gráfica de la visión
sobrenatural.
–Eminencias: ahora comprendo Vuestras
reservas –dijo el tallista, aún emocionado–.
–Vosotros, indudablemente con la
autorización del Señor, me habéis permitido asomarme al Cielo y contemplar a la Madre Santísima.
Tened por seguro que aunque siempre lo recuerde, y quede mi Obra como
testimonio de esta visión, jamás saldrá de mi boca el origen de la misma. ¡Como
lo habéis advertido al comienzo, os respondo de ello con mi vida! Empero –aquí
entrecerró los ojos y reflexionó en voz alta, para sí mismo– ¿qué es la Muerte , frente a la
posibilidad aún más aterradora de perder el favor de la Madre de Dios, de fallarle a
Ella? ¡Cumpliré! –dijo ahora gritando– ¡Oh, sí. Cumpliré. Por Ella Cumpliré!
–¿Os creéis capaz de tallar la estatua
que necesitamos? –interrogó Birsa, sin muchas contemplaciones por el estado
místico del monje escultor.
–¡Oh sí! ¡Pondré todo mi Arte, y la Inspiración Divina
que ahora me embarga, para dar el acabado más perfecto a esta imagen! –y
señalaba los dibujos esbozados a carbonilla sobre el fino cuero del pergamino.
En estos se exponía una Madre Sublime,
dotada de un bello rostro de rasgos israelitas y vestido de igual nacionalidad,
cubierta la cabeza con una mantilla larga, hasta más abajo de la cintura, y
sosteniendo al Niño con la mano izquierda, mientras en la derecha portaba un cetro coronado con Granada. El
cuerpo de la Madre
daba la impresión de estar levemente inclinado hacia la izquierda, quizá para
dejar que el Niño Divino ocupase el centro de la escena. El Niño, por su parte,
miraba de frente y bendecía lo observado con un gesto de la mano derecha, en
tanto que en la izquierda sostenía una sphaera
orbis terrae. Ambos, la
Madre y el Niño, estaban coronados: la Madre lucía Corona de Reina,
que el imaginero anotaba, debía construirse de oro puro; y el Niño tenía sobre
un aro de plata en halo, tres flores de
almendro separadas proporcionalmente: del sexto pétalo de cada flor,
brotaban nueve rayos, símbolo de los Nueve Poderes del Messiah. A los pies de la Virgen , diversos símbolos,
como caracoles y peces, indicaban la naturaleza marina de la advocación: Ella
misma se hallaba posada sobre las olas.
–Hasta cierto punto confiaremos en
vos, aunque igualmente seréis vigilado –amenazó Birsa, luego de examinar el
bosquejo–. Nos agrada lo que habéis visto y lo que pensáis hacer. ¡Sois
afortunado, Siervo de Dios! Ahora retiraos a vuestra celda, que mucho tenéis
para orar y meditar.
Momentos después estaban nuevamente
los seis reunidos frente al Sepher Icheh.
–¿Qué es lo que vio el monje, Oh
Inmortales? De cierto que no ha sido esta figura de la página lamed, –preguntó
el Abad de Claraval.
–De cierto que no, –respondió Birsa–
Bera ha hecho comer al escultor un grano de este fruto –y señaló la granada
Binah.
–En efecto; –confirmó Bera– hemos
permitido al monje asomarse al Séptimo Cielo, al Palacio donde mora el Messiah,
en los amorosos brazos de su Madre Binah. Y él ha visto a la Madre y al Messiah, a la Pareja Divina de los
Aspectos de YHVH que rigen el
Séptimo Cielo: la Madre
Binah , derramando la Inteligencia creadora de YHVH Elohim con el Fuego
Caliente de Su Amor; y el Soplo de YHVH
que es el Alma del Messiah, el Niño cuya Forma es la de Metatrón, cuya cabalgadura es Araboth,
las nubes, cuya ronda se realiza sobre las aguas de Avir, el Eter, y cuya Manifestación es la Shekhinah ,
el Descenso de YHVH en el Reino.
Hemos hecho esto porque necesitamos que se represente esa visión sobre una
Primera Piedra, y se exhiba en la
Rábida , en reemplazo de la estatua del Obispo Macario que
custodian los Templarios. La talla se realizará en secreto y, cuando esté
lista, vosotros la sustituiréis con la mayor discreción. Se afirmará entonces,
con más énfasis que nunca, que la misma es obra del Evangelista, que el propio
San Lucas la talló en el siglo I. Es importante que así se haga porque Quiblón,
algún día llegará a Rus Baal a confirmar su clave, que será S.A.M., es decir, Shekhinah, Avir, Metatrón, la clave universal del
Messiah: por la imagen nueva de la
Virgen de los Milagros, él sabrá que allí se manifestará la Shekhinah para dotarlo
del Verbo de Metatrón a través de Avir, el Eter.
Como sabéis, esta imagen del Arbol
Rimmón Sephirótico, simboliza a Adam
Ilaah, el Hombre de Arriba, también llamado Adam Kadmon, el Hombre Primordial, es
decir, la Forma Humana
de YHVH, la cual se reproduce en Adam Harishón, el hombre terrestre. En
los frutos del Divino Granado de la
Vida están los Diez Nombres-Números arquetípicos con los
cuales El adoptó dicha Forma y dio existencia a todos los entes creados. Estos
Nombres-Números llamados Sephiroth
son el nexo entre la Unidad
de YHVH y la pluralidad de los
entes: para YHVH, los Sephiroth son
idénticos y uno con El Uno; para el Mundo, los Sephiroth son distintos y dan
existencia a lo múltiple que constituye la realidad. Visto desde el Mundo, por
Nosotros, los Seres Creados, los Diez Sepiroth emanan sucesivamente de El Uno
sin dividirlo, y brotan del Arbol Rimmón.
El primer fruto es Kether, la Corona de Ehyeh, el Aspecto
esencial de YHVH: bajo Kether recién
está el Trono de Dios, el Más Alto de la Creación. Kether
es el Santo Anciano, attiká kadisha,
o más aún, el Anciano de los Ancianos, attiká
deatikim. El se sienta en el Trono y hasta El solo llega Metatrón, quien a
veces desciende hasta los hombres, como habló con Moisés en el Sinaí, y los
conduce ante el Anciano de los Días. El es el que dijo a Moisés –“Yo Soy El que Soy”, Ehyeh Asher Ehyeh
[Exodo, 3,14]. El Poder de Ehyeh
se extiende directamente sobre los Seraphim
o Serafines, Haioth Hakadosch, es
decir, Almas Santas, Angeles Constructores del Universo.
De Kether surge el segundo de los
Sephiroth, la
Sephirah Hokhmah , la Sabiduría de Yah, el
Dios Padre. La Hokhmah
es el Divino Pensamiento de todos los entes: nada hay que haya existido,
exista, o vaya a existir, que antes no estuviese en potencia en la Hokhmah ; muchos son los granos de este Fruto, Padre
de todos los frutos de la
Tierra. Esta misma imagen del Arbol Rimmón es producto de la Sephirah Hokhmah ,
que en este caso se revela a sí misma. Quien se hace presente en la Hokhmah , e introduce a los
hombres en la esfera del Padre, es Raziel, el Angel que escribió para Adán el
Primer Libro de la Ley.
Pero la Sabiduría del Padre
cruza del canal dahat y se refleja
en Binah, la Tercera Sephirah ,
cuya Inteligencia Divina es necesaria para que se concrete la creación de los
entes pensados. Binah es la
Gran Madre Universal: por Ella la Sabiduría del Padre
produce los frutos de los Mundos y del contenido de los Mundos. El Fuego
Caliente de su Amor Universal inunda el Eter Avir y transmite a todos los
Mundos la Inteligencia
de YHVH Elohim, el tercer Aspecto de El Uno. Bajo su Poder se encuentran
los enérgicos Angeles Aralim, que
actúan en la esfera de Saturno, pero
el Angel principal, el que comunica al hombre con la Divina Madre , es Zaphkiel, el que fuera guía de Noé, el gran navegante: Binah es, pues,
Señora de Marinos.
–Kether, Hokhmah y Binah constituyen
el Gran Rostro del Anciano, Arikh Anpin:
los siete Sephiroth de Construcción que restan forman, a su vez, el Pequeño
Rostro de Dios, reflejo de El Gran Rostro y primer acceso a El Uno que el
hombre puede obtener partiendo de cualquier cosa creada.
–Los siguientes Sephiroth son
Numeraciones emanadas de la
Trinidad esencial Kether, Hokhmah y Binah: Hoesed y Netsah, que se encuentran a la
derecha del Arbol Rimmón, son masculinas como el Padre; Din y Hod, femeninas como la Madre , fructifican a la izquierda del Granado. En
la columna central de un tronco, crecen los frutos neutros, que sintetizan los
opuestos de las dos trinidades sucesivas: Din,
Tiphereth, Hoesed, creadora y productiva, y Hod, Yesod, Netsah, ejecutora y concretadora de los
entes. Por último, está en el centro Malkhouth,
el Reino, que refleja a Kether, la Corona , y es la síntesis
manifiesta de la Forma
de El Anciano de los Días: por el Reino desciende la Shekhinah a la Tierra , y el Reino de Dios
se concretará en la Tierra
cuando la Shekhinah
tome la forma del Pueblo Elegido, Gobernada por el Rey Messiah.
El cuarto Sephiroth es, pues, Hoesed, la Gracia de Elohai, Su Misericordia y Piedad. Es La
Mano Derecha de
YHVH y bajo Su Poder se hallan esas criaturas de los Cielos llamadas
Dominaciones o Hasmalim, que actúan
en la esfera de Júpiter. El Angel
principal es Zadkiel, que fuera guía
de Abraham.
El quinto Sephiroth es Din, el Rigor de Elohim Gibor. De este fruto procede la Ley de Dios, y sus granos son
las Sentencias de Su Tribunal: todo acto humano, y todo ente de la Creación , deben someterse
al Juicio, de Geburah, de Elohim Gibor. Es La
Mano Izquierda de
YHVH y bajo Su Poder están las Potestades denominadas Seraphines, que influyen en la esfera de Marte. Su Angel principal
es Kamael, el protector de Sansón.
El sexto Sephiroth es Tiphereth, la Belleza de YHVH. Unido con las Sephirah Hoesed y
Din conforman la tríada productora de los entes creados, Din, Tiphereth, Hoesed, pero en realidad Tiphereth es el Corazón de YHVH, el asiento del Fuego Caliente de la Gran Madre Binah. En
Tiphereth, las Formas adquieren la perfección arquetípica de la Belleza Suprema :
los actos de los hombres, inspirados en Tiphereth, sólo pueden ser actos de
Amor; y los entes creados, se hallan religados entre sí por el Amor Universal
que irradia el Corazón de YHVH. En
Tiphereth todo es Bello y Perfecto, porque la Sabiduría Hokhmah
de las cosas pensadas perfectas, y la Inteligencia Binah
de su concepción, producidas por la Gracia Hoesed y ajustadas al Rigor Din de la Ley , brillan en su Fruto. Mas Tiphereth no es una Granada sino una
Fresa, es decir, una Rosa, otra parte del Mensaje Uno del Amor de YHVH hacia el Hombre Anímico. La Fresa Tiphereth se
transforma en Rosa cuando el Corazón del Hombre terrestre alberga el Fuego
Caliente de la Pasión
Animal. Bajo Su Poder se encuentran los Angeles que operan a
través de la esfera del Sol, las Virtudes llamadas Malachim. Y existen aquí dos
poderosos Angeles: uno, Rafael, que fue guía de Isaac; y otro, Peliel, que
dirigió el destino de Jacob. Actúan
también aquí unos Angeles que deberían estar más alto: son los Seraphim
Nephilim que los Atlantes blancos acusan de “Angeles Traidores”, pero que en
verdad sirven a YHVH con enérgica dedicación, llevando adelante sus Planes de
progreso humano y favoreciendo la creación de la Sinarquía Universal
del Pueblo Elegido. Ellos fundaron la Fraternidad Blanca
y fijaron su residencia en el Corazón de YHVH; y de Ellos depende la Jerarquía Oculta
de Sacerdotes de la Tierra.
El séptimo Sephiroth, Netsah, revela la Victoria de YHVH Sebaoth, el Dios de los Ejércitos
Celestes. Es La Columna Derecha del Templo, Jaquim, y bajo Su Poder están los Principados o Elohim, los Angeles
que influyen desde la esfera de Venus. Cerviel,
el Angel director de David, la preside.
El octavo Sephiroth es Hod, la Gloria de Elohim Sebaoth, la Columna Izquierda del Templo, Boaz.
Domina a los Arcángeles Ben Elohim,
que se expresan desde la esfera de Mercurio: Miguel, el inspirador de Salomón,
es aquí el Angel principal.
El noveno Sephiroth es Yesod, el Fundamento de la Creación de YHVH Saddai, el Todopoderoso. Es el
órgano reproductor de YHVH, y, conjuntamente con Netsah y Hod, compone la
última tríada constructora o ejecutiva: Hod, Yesod, Netsah. Su Poder abarca a
los Angeles conocidos como Querubines,
que se manifiestan desde la esfera de la Luna , y su Angel principal es Gabriel, protector
de Daniel.
Y el
décimo Sephiroth es Malkhouth, el
Reino de Adonai Melekh, el Señor Rey
de la Creación ,
reflejo último del Anciano de los Ancianos. Por eso bajo Su Poder se sitúan
todos los miembros de la
Jerarquía Oculta y de la Fraternidad Blanca ,
los Issim del Pueblo Elegido. Y por
eso su Angel principal es Metatrón, el Alma del Messiah. Malkhouth es la Madre Inferior ,
como Binah es la Madre Superior ,
mas, si el descenso de la
Madre Inferior se exterioriza en el Pueblo Elegido, éste pasa
a ser la Shekhinah ,
la Esposa Mística de YHVH.