LIBRO SEGUNDO - DIA 28


Vigesimoctavo Día


Rus Baal, la Peña de Saturno, se encuentra a cinco kilómetros de Onuba, la actual ciudad de Huelva, sobre una elevación de 37 metros de altura que domina la comarca de Palos, es decir, sobre la Orilla izquierda de la confluencia de los ríos Tinto y Odiel. En la Epoca en que los fenicios conquistaron Onuba, edificaron el Templo de Rus Baal especialmente para satisfacer la solicitud de los comerciantes hebreos, que eran quienes fletaban las naves hacia esos lejanos puertos. Eran los días de Salomón, cuando la riqueza de Israel podía alquilar la flota fenicia: “Todos los vasos que utilizaba para beber el Rey Salomón eran de oro, y todos los utensilios de la casa del bosque del Líbano eran de oro fino. No había nada de plata, no se hacía aprecio de ella en los tiempos del Rey Salomón, porque el Rey tenía en el mar una flota de Tharsis, juntamente con la de Hiram; y cada tres años llegaba la flota de Tharsis, que traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales” [I Reyes, 10,21]. Como se lee en otros capítulos del Libro de los Reyes, Salomón, que poseía efectivamente la Hokhmah, descubrió que YHVH se manifestaba además bajo otros Aspectos, generalmente identificables con Dioses extranjeros, y les rindió Culto, o permitió que los Sacerdotes lo hiciesen, les levantasen altares y Templos. Con “las flotas de Tharsis” viajaban, pues, los Sacerdotes que hicieron construir el Templo de Rus Baal en la lejana Tartéside. Doscientos años después de Salomón, y quinientos antes de la caída de Tharsis a manos de Cartago, colonia de Tiro, Isaías, que también poseía la Hokhmah, y conocía entonces el plan de los Golen, pudo “profetizar” con precisión matemática su próximo fin: “Gemid, naves de Tharsis; que está devastado vuestro puerto”. “¿Quién lo planeó?”. “YHVH Sebaoth lo planeó para profanar el orgullo, para envilecer la gloria de todos los Señores de ese país” [Isaías, 23,1]. Pero en los días de Salomón la colonia fenicia más importante, además de Tiro, era Sidón, a cuyo puerto llegaban y partían “las flotas de Tharsis”: ahora bien, “Sidón” no es nombre fenicio sino griego, país con el cual los hombres púnicos estaban aliados contra los medos o persas; ¿qué significa ese nombre, cuál es su origen? pues, ni más ni menos que “Gran Arbol Granado”, ya que Granado, en griego, se dice Side, ; en cuanto al origen, los griegos se lo dieron debido a un culto hebreo que allí se practicaba bajo los auspicios del Rey Salomón, esto es, el Culto a la Divina Madre de Egipto, Side, La Gran Granada Sabia; Rimmón Binah, en hebreo. Side, como Anquinoe, era esposa de Belo en los Mitos griegos.
Los Sacerdotes hebreos transportaron asimismo este Culto de la Gran Madre Rimmón Binah a las Colonias Fenicias y dieron nombre, entre otras, a la actual Ciudad andaluza de Granada. Los fenicios, en efecto, fundaron una factoría fortificada a la que llamaron Rimmón, en honor al Culto practicado por sus principales clientes, sin embargo los pueblos nativos iberos, que eran pelasgos como los etruscos, denominaban al fruto con la voz grana, que tiene la misma raíz que la romano etrusca malum granatum, es decir, “fruto de muchos granos”. A aquella ciudadela de comerciantes semitas, Rimmón, se la denominó localmente Granata, Granad y Granada. En verdad, el sitio elegido por los fenicios para instalar su factoría era una encrucijada de caminos ibéricos ya ocupada por los propios iberos y por los griegos, como posteriormente lo sería por los túrdulos, los tartesios, y los celtas; mas, siendo el objetivo principal el comercio, se entiende que cada pueblo fortificase su particular base urbana y surgiesen, así, varias ciudadelas extremadamente próximas, de tal suerte que su posterior unidad constituye la moderna ciudad de Granada. Existía, por ejemplo, frente a Granada, una ciudad antiquísima, contemporánea de Tharsis, llamada Vira o Virya, en lengua indoeuropea, según se pronuncie en sánscrito o iraní, y que significa Hombre Semidivino, Héroe, Hombre que participa de la Divinidad, Guerrero Sabio, etc. Ambas ciudades, una poblada por partidarios del Pacto de Sangre, es decir, Vira, y la otra por acérrimos defensores y propagadores del Pacto Cultural, Granada, no podían más que vivir en permanente conflicto. Empero, el tiempo mostraría que, por lo menos en este caso, el Dios de Granada era más fuerte que el Dios de Vira, y Granada acabó dominando a Vira, y a las otras Ciudades, y absorbiéndolas dentro de sus murallas. Esto lo tomaron los hebreos como signo inequívoco de su destino mesiánico y no lo olvidarían nunca.
No se debe confundir Vira con Iliberi, Iliberri, o Elíberi, la Eliberge que mencionaba el griego Hécato, pues eran ciudades distintas. Durante la dominación romana las ciudades aún estaban separadas, y tal situación se mantuvo incluso con los visigodos. Los árabes, en compensación por los favores prestados para su invasión, conceden a los hebreos el control de la ciudad de Granada, o Garnatha de acuerdo a la nueva denominación; a partir de entonces se referirían a ella como “el Castillo de los judíos”. Pero aún hacen más: luego de destruir Iliberri, instalan su alquería en la cora de Castala, Cazala o Gacela, más comunmente conocida como Casthilla, otra ciudad contigua, y favorecen la expansión económica de Medinat Garnata, la “Mansión de los Judíos”. Es el fin de El-Vira, o Elvira, cuyos habitantes deben capitular miles de años de resistencia, abandonar la colina del mismo nombre, y mudarse a Garnata. Lo mismo ocurrirá con Medinat Alhambra y Medinat Casthilla: todas acabarán cayendo bajo el control de “los judíos de Granada”. En el siglo XIII, cuando ocurren los hechos narrados, sólo subsiste el Reino árabe de Granada, estando la Ciudad compuesta por el influyente “barrio judío” situado en la primitiva ubicación del Castillo de Granada, el barrio árabe de la Alahambra, el barrio mozárabe de Casthilla, de primigenia raíz galorromana, y la despoblada Elvira. Por último, agregaré que si los hebreos denominan “rimmón” a la granada, los árabes la conocen como “román”, lo que explica por qué durante algún tiempo la Ciudad se llamó Hizn-Ar-Román, que significa “Castillo de Granada”. Pero, en un idioma o en otro se comprueba que el significado del nombre no cambió en miles de años.
Es a la luz de aquella actividad misionera de los Sacerdotes hebreos, que viajaban en las “flotas de Tharsis”, que debe observarse la fundación del Templo de Rus Baal, o de la Peña de Baal. Los fenicios consagraban cada ciudad a Baal y designaban a Este con un Nombre particular: así, el Baal de los sidonios se llamaba Baal-Sidón, el de los de Tiro, Baal-Tsur, y el de los habitantes de Tharshish, Baal-Tars. De los tres Aspectos principales de Baal, esto es, Baal Chon, el Productor, Baal Tammuz, el Conservador, y Baal Moloch, el Destructor, los hebreos aceptaban al último como personificación de YHVH Sebaoth, el Aspecto Netsah de “YHVH de los Ejércitos”, que conduce a la Victoria por la destrucción de los enemigos del Pueblo Elegido o Shekhinah. El Templo de Rus Baal estaba dedicado, sin embargo, al Culto de Baal Tammuz o Jehová Adonai. Cuando la Casa de Tharsis se hizo cargo de aquel Señorío ibero, ya libre de los fenicios tras sangrienta guerra, impidió que se continuara con el Culto de Baal Tammuz-Jehová y dedicó el lugar, en un primer momento, al Culto del Fuego, y en una segunda instancia cultural, al Culto del Fuego Frío.
Luego de la invasión de Amílcar Barca, y de la destrucción del Imperio tartesio, los Golen establecieron el Culto a Baal Moloch en Rus Baal, hasta la reconquista romana. Fueron éstos, que reconocían en Baal Moloch y Jehová al Dios Saturno, quienes denominaron “Peña de Saturno” a Rus Baal. Pero Saturno no era otro que el Dios griego Kronos o Xronos, que entonces se encontraba activo en el panteón romano; los Sacerdotes de Saturno, como se verá, sólo reemplazaron el Culto de Saturno, por el de su nieta, Proserpina o Perséfone. Es fácil demostrar, comparando el Mito hebreo con el griego, que Jehová es equivalente a Kronos, y, desde luego, a Tammuz, a Moloch, y a Saturno. Para empezar, Kronos es hijo de Urano, el Cielo Supremo, como YHVH Elohim lo es de Ehyeh: y ambos, Kronos y YHVH Elohim, son Dioses del inmanente Tiempo del Mundo, Xronos o Berechit. Y, lo más importante: ambos son enemigos de los Cíclopes, es decir de los Atlantes blancos. Al respecto, conviene recordar lo que cuentan los Mitos griegos sobre Urano, Kronos, Zeus, Deméter y Perséfone, y esclarecer tales leyendas por medio de la Sabiduría Hiperbórea.
Urano es el Supremo Cielo, Padre de los Titanes, las Titánides, los Cíclopes y los Hecatónquiros, generaciones de Dioses de las cuales descienden todas las demás divinidades griegas y el género humano. Vale decir que Urano, es otra representación del Origen, del cual han advenido al Universo su propio Creador, Jehová Satanás, y los sucesivos Espíritus Hiperbóreos, los primeros “Dioses”, tanto los “Traidores” que encadenaron a sus Camaradas al animal hombre, como los “Leales” o “Liberadores”, que procuran su orientación y Regreso al Origen. Pero uno de los hijos de Urano, Kronos-Jehová castra a su Padre y declara la guerra a los Cíclopes, a los que impide habitar en su habitual morada, y precipita en el Tártaro Infernal. Esto quiere decir que Kronos-Jehová cierra el acceso al Origen, punto de procedencia y regreso de todos los Espíritus Increados como El mismo, “castrando” el Principio Generador de los Dioses, evitando su nacimiento Divino. Se ve envuelto, entonces, en una guerra con los Cíclopes. Mas, ¿quiénes eran los Cíclopes? Pues los Atlantes blancos, los Constructores de Armas de la Atlántida: según las leyendas griegas, los Cíclopes fabricaron el arco y las flechas de Apolo, el Hiperbóreo, y las de su hermana Artemisa, la Diosa Osa; anteriormente, durante la guerra de Kronos-Jehová, habían provisto a Zeus las Armas del Trueno, del Relámpago, y del Rayo; a Poseidón, Rey de la Atlántida, el Arma del Tridente; y a Hades, o Vides, el famoso Casco de la Invisibilidad. Luego de la Batalla de la Atlántida, y del Cataclismo que sumergió su Continente, los Atlantes blancos tuvieron que marchar hacia las tierras infernales, donde sólo habitaba el animal hombre, y las Razas híbridas más degradadas de la Tierra: es entonces cuando la leyenda representa a los Cíclopes, Constructores Divinos, vagando por las regiones infernales. Y durante su tránsito por aquellas tierras de locura, ya lo vimos, iban perseguidos de cerca por los Atlantes morenos, los secuaces de Kronos-Jehová.
Pero Kronos, pese a todos sus esfuerzos, no puede impedir que nazca Zeus, otro Hijo del Origen. La imagen de Zeus ha sido atrozmente degradada por los Sacerdotes del Pacto Cultural, mas, remontándose a las versiones más antiguas del Mito, es posible reconocer en El a Kristos Lúcifer, el Señor de Venus que descendió a la Atlántida para traer el Gral que posibilitaría la orientación y liberación del Espíritu encadenado a la Materia, el despertar del Espíritu del Hombre. Por eso Zeus es aliado natural de los Cíclopes, quienes le proveen las Armas con las que vence a Kronos-Jehová y afianza su poder en la región olímpica de la Tierra, es decir, en K'Taagar, donde se inicia el Camino hacia Venus. Zeus-Lúcifer lucha contra Kronos-Jehová en compañía de Poseidón y de Hades, y con el apoyo técnico de los Cíclopes. Una vez vencedores, en una primitiva versión de la Batalla de la Atlántida, los Dioses se instalan en determinadas partes del Universo: Zeus-Lúcifer va al Olimpo, es decir, a K'Taagar, pero, a través de su Puerta, su verdadero domicilio lo constituye “en el Cielo”, es decir, en Venus; Poseidón en la Atlántida, como Rey, y también como Dios del Mar; y Hades va igualmente a K'Taagar, pero sin regresar a Venus, como hiciera Zeus-Lúcifer, sino permaneciendo como Señor de la Morada terrestre de los Dioses Liberadores del Espíritu del Hombre, un lugar que los Sacerdotes del Pacto Cultural, según expuse el Décimo Día, identificarían con el Tártaro infernal: Hades es, pues, Vides, el Señor de K'Taagar.
Con Deméter, una Hija del Origen, Zeus procrea a Perséfone, es decir, a Proserpina, la Diosa que los Sacerdotes romanos de Saturno-Kronos-Jehová, evocaron en Rus Baal, para su Culto y a la que dedicaron el Templo Cartaginés de Baal Moloch-Jehová. Era ésta una Diosa Cruel, que habitaba en el Tártaro infernal junto a Hades y conciliaba perfectamene con aquella remota región de la Tartéside, célebre por las antiguas leyendas que la señalaban como residencia de Medusa. Deméter era la Diosa del Trigo, la que entregó a las hombres por primera vez aquel cereal, y vivía junto a Zeus en el Olimpo. No tuvo otros hijos salvo Perséfone, que fue raptada por Hades y conducida al Tártaro a una Mansión que requería atravesar el País de los Muertos para llegar hasta ella. Cuenta el Mito griego que entonces, entristecida por su ausencia, Deméter abandona el Olimpo y desciende a la Tierra para buscarla, porque ignoraba su paradero infernal. Se entera así que Zeus ha sido cómplice de Hades en el Rapto. Durante nueve noches Deméter busca en vano a Perséfone, portando una antorcha en cada mano; al fin, guiada por Hécate, la Diosa de la Hechicería, a quien encuentra en la encrucijada de unos caminos, averigua que Perséfone se halla en el País de los Muertos. Baja hasta allí sola, para comprobar que el regreso definitivo de su hija es imposible: Perséfone ha comido un grano de granada y ya no puede regresar al mundo de los vivos, pues todo aquel que prueba un alimento en el País de los Muertos, queda allí prisionero para siempre: en los Infiernos es preciso hacer ayuno para evitar a la Muerte. Al fin, Deméter regresa al Olimpo con Perséfone, quien no obstante debe volver periódicamente al Infierno para realizar la Muerte. El Mito de Perséfone formaba parte de los Misterios de Eleusis, donde era explicado esotéricamente a los Iniciados. Los atributos de Deméter, por otra parte, eran la Espiga del Trigo y la Grulla.
Hasta aquí el Mito griego; mas ¿qué se oculta tras la leyenda de Deméter y Perséfone o Proserpina?: ya expliqué que Hades es nombre degradado de Vides, el Señor de K'Taagar, al que la conspiración del Pacto Cultural equiparó a un Dios que es Señor del Infierno o Tártaro. Del mismo modo, los Sacerdotes arrojaron allí a Perséfone, una antiquísima Diosa Atlante blanca ¿A quién me refiero?: pues a Frya, la Esposa de Navután. A fin de descubrir los verdaderos hechos tras la historia de Perséfone e interpretar el móvil de la calumnia, hay que tener presente que para los Atlantes Blancos, como para todo miembro de la Raza Hiperbórea, la “Esposa” es también la “Hermana”, identidad que va más lejos que una simple asociación simbólica, y remite al Misterio de la Pareja Original de los Espíritus Increados. Frya, además de Esposa, es así “Hermana” de Navután y, por lo tanto, Hija como éste de Ama, la Virgen de Agartha o de K'Taagar, a quien los Sacerdotes griegos del Pacto Cultural igualaban a Deméter, la Diosa que entregó a los hombres, por primera vez, la Planta del Trigo, la Portadora de la Semilla. De allí que no se mencione nunca a un Hijo de Deméter, al que habría concebido siendo Virgen en Venus, vale decir, en el Olimpo, como ya relaté el Día Decimosegundo. Su Hijo espiritual, Navután, se auto-crucificó en el Arbol del Terror, el Granado de la Vida, para descubrir el Secreto de la Muerte, y sería su Esposa Frya quien lo resucitaría al revelarle con su danza el Secreto de la Vida y de la Muerte. Es por eso que las leyendas sólo mencionan a Frya-Perséfone cuyo recuerdo estaba muy arraigado en los pueblos del Pacto de Sangre, y echan el manto de un Tabú sobre la Hazaña de Navután: los Atlantes morenos, y los Sacerdores del Pacto Cultural, deseaban ocultar por todos los medios, el posterior legado que el resurrecto Gran Jefe Blanco hiciera a los hombres, es decir, el Misterio del Laberinto.
Fue Navután, en efecto, el verdadero inspirador del Misterio del Laberinto, en cuyo trayecto se administraba al Iniciado Hiperbóreo un signo llamado Tirodinguiburr, formado con Vrunas Increadas. Tal signo permitía, al Espíritu encadenado, despertar y orientarse hacia el Origen, hallando la salida del Laberinto de Ilusión en el que se hallaba extraviado. Empero, como en el caso de la Hazaña de Navután, la salida nunca podrá encontrarse si el Héroe no cuenta con el concurso de su Pareja Original: de otro modo puede morir, espiritualmente, al cabo de nueve noches de pender del Arbol del Terror. Es así que la patraña cultural de los Sacerdotes quiera que Ama-Deméter, busque a Frya-Perséfone durante nueve noches. Quien la guía, finalmente, es Hécate, con la que coincide en una encrucijada de caminos, es decir, en el interior de un Laberinto: Hécate es, pues, una representación general de lo que sería individualmente Frya para Navután: la Pareja Original. Para los griegos antiguos, en todas las encrucijadas de caminos se encontraba Hécate, pronta para orientar al viajero extraviado hacia su mejor destino, símbolo que, como se ve, venía de muy lejos. Sin embargo a esta Maravillosa Diosa, a la que se erigían estatuas tricéfalas que indicaban la triple naturaleza del hombre blanco, Cuerpo físico, Alma, y Espíritu Increado, se la acabó convirtiendo finalmente en la Diosa de la Hechicería y Bruja, consecuencia, desde luego, del Pacto Cultural.
Naturalmente, el “rapto” de Frya-Perséfone es un rapto espiritual realizado por Ella misma para resucitar a su Esposo, vale decir, es el impulso de un éxtasis sagrado. Zeus-Lúcifer, presuntamente el Padre del propio Navután, y Hades-Vides, el Señor de K'Taagar, son los “Sabios de Hiperbórea” a quienes Ella consulta sobre el modo de salvar a Navután. Y el consejo que recibe de Ellos es el que la decide a bajar al Infierno de la Ilusión, al País de los “espiritualmente” Muertos, es decir, a la Tierra, al Mundo de los Hombres Dormidos. Y, sabido es, que quien se “alimenta” de la Ilusión, quien deja entrar dentro de Sí Mismo el Gran Engaño del Uno, queda encadenado para siempre en la Materia, ya no puede regresar al Origen, se extravía en el Laberinto Encantado de la Vida Cálida. Empero, Frya no había probado del Fruto Prohibido, era libre de regresar, si lo deseaba, al Origen, portadora del Secreto de la Muerte: fue su decisión resucitar a Navután, revelándole mediante la danza, el conocimiento de la Llave Kâlachakra. Mas, para ello, tuvo que creer en la Muerte, tuvo que comer un grano de Granada y transformarse en Perdiz, tuvo que trascender la Máscara de la Muerte y llegar hasta el fondo de Sí Mismo de Navután. Y Navután, al ver a la Muerte de Frente, despertó y comprendió a la Muerte, resucitando luego y descubriendo a los Hombres Dormidos el Secreto del Laberinto. Pero en este legado, Navután comprometió a su Divina Esposa, quien accedió a permanecer periódicamente en el Tártaro infernal, es decir, en el Mundo de los Hombres Dormidos y mostrarse ante ellos con la Imagen de la Muerte: para que ellos la trasciendan en el Misterio del Fuego Frío y resuciten, también, como Hombres de Piedra, como Iniciados Hiperbóreos, como Guerreros Sabios.
Un pálido reflejo de esta parte de la historia se conserva en la leyenda de la Joven Perdix, “Hermana”, y por lo tanto Esposa, de Dédalo, el “inventor” del Laberinto, o sea, de Navután: cuando Perdix caía hacia un Abismo, la Diosa de la Sabiduría, Atenea, se apiadó de Ella y la convirtió en Perdiz, de donde surgió la creencia griega de que la danza de la perdiz resolvía el enigma del Laberinto, y que dio lugar a un Colegio de Sacerdotisas empeñadas en reproducir dicho baile.
Ya expliqué que Kronos-Saturno-Jehová “cierra el acceso al Origen, punto de procedencia y regreso de todos los Espíritus Increados”, es decir, corta el Camino hacia la Salida del Laberinto. En el Mito cretense, el inventor del Misterio del Laberinto es Dédalo-Navután, y quien corta el paso hacia la Salida, es el Minotauro, un ser mitad hombre, mitad toro. Pero el Dios que también tenía pies de toro era Dionisio, defecto que le obligaba a calzar borceguíes o coturnos; y Dionisio, el Dios del Vino, era clásicamente asimilado a Jehová por los hebreos antiguos, que veían en ambos al Dios de la Cebada. Se cierra así un círculo trazado por los Sacerdotes del Pacto Cultural en el que se unen, en diferentes Epocas y lugares, las representaciones de Kronos, Saturno, Jehová, Dionisio Sebacio, y el Minotauro o Guardián de la Salida.
Por último, diré que ya en tiempos del Profeta Amós, siglo VIII A.J.C., la identidad de Jehová y Saturno estaba establecida; y aceptada por los Sacerdotes: “Vosotros habéis llevado al Santuario a Sacut, Saturno, el ídolo de Vuestro Dios; pero Yo Os deportaré más allá de Damasco –dice YHVH, cuyo nombre es Adonai Sebaoth” [Amós 5,26]. Pero la situación no cambió luego del Cautiverio, puesto que en la Epoca del Profeta Ezequiel, siglo VI A.J.C., se adoraba indistintamente a Jehová o a Tammuz Adonis, es decir, a Adonai: “Luego me llevó a la entrada de la puerta del Templo de YHVH que mira al Norte, y vi que había allí unas mujeres sentadas llorando la muerte de Adonis (Rimmón) Tammuz” [Ezequiel, VIII, 14].