Decimoquinto
Día
Conviene informarle a esta altura de
la historia, Dr., sobre la reaparición de los Golen. Como dije en el Día Sexto,
aparte de su presencia, siempre poco numerosa entre los fenicios y
cartagineses, habían arribado masivamente a Europa a partir del siglo IV A.J.C.
“acompañando a un pueblo escita del Asia Menor”; tal pueblo recibió muchos
nombres, de acuerdo al país donde transitó o se asentó: fundamentalmente eran celtas, pero se los conoció como galos, irlandeses, escoceses, bretones, galeses, córnicos, gálatas, gallegos, lucitanos,
etc. Veamos ahora con más detalle cómo fue que los Golen se unieron a los
celtas, y cuál era su verdadero origen.
Más adelante explicaré el significado
de las Tablas de la Ley ,
que Moisés recibe de YHVH al
concretar Su Alianza con el Pueblo Elegido. Ahora cabe resumir que las Tablas
de la Ley contienen
el Secreto de la Serpiente ,
es decir, la descripción de las veintidós voces que el Dios Creador empleó para
realizar su obra, y los diez Aspectos, o Sephiroth,
con que se manifestó en el Mundo al ejecutar la Creación : son los treinta y dos misteriosos caminos del
Uno. Este conocimiento, da lugar a una Alta Ciencia denominada Cábala acústica y numeral, la que se
encuentra expresada sólo en las primeras
Tablas de la Ley :
en las segundas, que siempre fueron exotéricas, no hay más que un Decálogo
Moral, pálido reflejo de los diez Arquetipos Supremos o Sephiroth. Las primeras tablas poseen, pues, el Secreto de la Serpiente , el Secreto de
la Construcción
del Universo: para preservar este secreto de las miradas profanas, las Tablas
fueron guardadas en el Arca de la Alianza , mientras que
una “interpretación” de la
Cábala Acústica era cifrada por Moisés, Josué, los Ancianos,
etc., en el pentateuco o Thorá escrita. Las veintidós letras hebreas, con que
fueron escritas las palabras cifradas, guardan una relación directa con los
veintidós sonidos arquetípicos que pronunció el Creador Uno, lo que les otorga
un inestimable valor como instrumento mágico. Pero tales letras poseen también
un significado numérico arquetípico, de modo que toda palabra es suceptible de
ser analizada e interpretada. Ese es el origen de la Cábala numérica judía,
exclusivamente dedicada a comprender la Escritura de la Torah , la que no debe confundirse con la Kábala acústica Atlante
blanca, que se halla referida a las Vrunas de Navután.
Pero la Cábala acústica se
encontraba revelada en las Tablas de la
Ley y éstas encerradas en el Arca, de donde sólo podían ser
extraídas una vez al año, para privilegio de los Sacerdotes. Finalmente, el Rey
Salomón hizo enterrar el Arca en una cripta profunda bajo el Templo, unos mil
años A.J.C., y permaneció en el mismo lugar hasta la Edad Media , es decir,
por espacio de veintiún siglos. Podría agregar que fue la manera mágica
como se la enterró la que impidió que el Arca fuese hallada antes.
A la muerte de Salomón, el Reino de
Israel se dividió en dos partes. Las tribus de Judá y Benjamín, que ocupaban el
Sur de Palestina, quedaron bajo el mando de Roboam, hijo de Salomón, y el resto
del país, formado por las otras diez tribus, se alineó tras la autoridad de
Jeroboam. En el año 719 A .J.C.
el Gran Rey Sargón destruyó el Reino de Israel, y las diez tribus de Jeroboam
fueron transportadas al interior de Asiria para servir en la esclavitud. Las
dos tribus restantes formaron el Reino de Judá, del cual descienden, en mayor o
menor medida, los judíos actuales.
Las “diez tribus perdidas de Israel”
no desaparecieron de la
Historia como la propaganda interesada de los judíos pretende
hacer creer, dado que se sabe sobre el asunto mucho más de lo que se dice. Por
ejemplo, es cierto que hubo hebreos en América antes de Colón, y también que
una gran parte de la población actual de Afganistán desciende de los primitivos
miembros del Pueblo Elegido. Pero lo que aquí interesa es señalar que hubo
entonces una migración de hebreos hacia el Norte, los cuales iban guiados por
una poderosa casta levita. Después de atravesar el Cáucaso, adonde fueron
diezmados por tribus germánicas, llegaron a las estepas de Rusia y allí
chocaron con un pueblo escita. La masa del pueblo hebreo se mezcló con los
escitas, mas, como eran muy inferiores en número, no afectaron la identidad
étnica de estos; por el contrario, la casta levita no aceptó perder su
condición de miembros del Pueblo Elegido degradando
su Sangre con los Gentiles. Los levitas permanecieron así, dedicados al
Culto y al estudio de la Cábala
numérica, durante muchos años, llegando a alcanzar notables progresos en el
campo de la hechicería y la magia natural. Cuando, siglos después, los escitas
se desplazaron hacia el Oeste, una parte de ellos se estableció en los Cárpatos
y en las orillas del Mar Negro, mientras que otra parte continuó su avance
hacia Europa central, adonde fueron conocidos como celtas. Acompañando a los celtas iban los descendientes de aquellos
Sacerdotes levitas, llamados ahora Golen
por creerse que su procedencia era la fenicia Ciudad de Sidón, adonde los
denominaban Gauls o Gaulens. Pero de Sidón, los Golen se
expandieron a Tiro, desde donde navegaron con los fenicios hasta Tharsis e
hicieron las primeras incursiones que recuerdan los Señores de Tharsis; tras la
caída de Tiro, en el siglo IV
A.J.C., habrían de asentarse, como se vio, en Cartago, desempeñando el
Sacerdocio de Baal Moloch. Algunos Golen se establecieron también en Frigia,
como oficiantes del Culto de Cibeles, de Adonis, y de Atis. Es que para
entonces, los Golen poseían ya un terrible poder, fruto de siglos consagrados
al estudio del Satanismo y la práctica de la Magia Negra. En
síntesis, los celtas avanzaron por Europa guiados por los Golen. Y el tiempo
diría que aquella alianza no acabaría jamás, extendiéndose hasta nuestros días.
Mas, ¿cómo llegaron los levitas de las
tribus perdidas a convertirse en Golen, es decir, cómo obtuvieron su siniestro
conocimiento? La explicación debe buscarse en el hecho de que estos levitas,
cosa que no ocurrió con otros Sacerdotes judíos ni entonces ni después, no se conformaban con el saber que sólo
podía extraerse de la Torah
escrita: ellos deseaban acceder a la
Hokhmah , o Sabiduría Divina, por un contacto directo con la Fuente de la Cábala Acústica ,
que es la Ciencia
de los Atlantes morenos. Su insistencia y perseverancia por conseguir ese
propósito, y su carácter de miembros del Pueblo Elegido, convenció a los
Demonios de la
Fraternidad Blanca de que se hallaban frente a invalorables
colaboradores del Pacto Cultural. Y esa convicción los decidió a confiarles una
importantísima misión, una empresa que requeriría su intervención dinámica en la Historia. El
cumplimiento de los objetivos propuestos por los Demonios redundaría en beneficio
de los levitas, ya que les permitiría avanzar cada vez más en el conocimiento
de la Cábala
acústica. ¿Qué clase de misión les habían encomendado los Demonios? Una tarea
que tenía directa relación con sus deseos: serían
ejecutores del Pacto Cultural; trabajarían para neutralizar las
construcciones megalíticas de los Atlantes blancos, tratarían de recuperar las
Piedras de Venus, combatirían a muerte a los miembros del Pacto de Sangre, y
colaborarían para que el plan de la Fraternidad Blanca ,
consistente en instaurar en Europa la Sinarquía del Pueblo Elegido, pudiese llevarse a
buen término. Pero los Golen, en el fondo, seguían siendo Sacerdotes levitas,
hijos del Pueblo Elegido, y ahora poseedores de la “Sabiduría Divina” de YHVH, la Hokhmah ;
por eso su fundamental ocupación, el objetivo principal de sus desvelos, sería
teológico: Ellos intentarían unificar
los Cultos, demostrando que, “tras la pluralidad de los Cultos”, existía “la Singularidad de
Dios”; que, desde entonces, se debería cumplir rigurosamente con el Sacrificio
del Culto. “Porque, cualquiera que fuese la forma del Culto, «el Sacrifico es
Uno», vale decir, el Sacrificio participa de El Uno”.
A partir del siglo V,
están ya los celtas y los Golen recorriendo Europa hacia el Oeste. Los Galos
fueron los que se unieron a Amílcar Barca e impidieron que Roma auxiliase a
Tartessos; luego se unirían a Amílcar Barca en la invasión de Italia; pero
mucho antes, en el siglo IV, habían humillado a Roma y destruido el
Templo de Apolo, en Delfos. Julio César, en su célebre campaña de las Galias,
consigue someterlos definitivamente al control de Roma en 59 A .J.C.; Augusto divide a la Galia transalpina en cuatro
provincias: la Narbonense ,
la Aquitania ,
la Céltica o
Lionesa, y Bélgica. Los Golen, que detentaban gran poder sobre todos estos
pueblos, comienzan a retirarse poco a poco de las provincias romanas, incluso
seguidos por algunos contingentes celtas: pasan primero a Gran Bretaña, o
“Britania”, pero el objetivo final es Irlanda, o sea “Hibernia”. En los primeros
siglos de la Era
cristiana no son muchos los Golen que se mueven libremente por Europa: en el
siglo IV, cuando se castiga con la pena de muerte la práctica de los
Cultos paganos, ya no parece haber Golen en las regiones romano cristianas. De
hecho, para entonces las Galias e Hibernia están totalmente romanizadas y, en
las regiones que aún se practica el paganismo, los misioneros católicos
derrumban los templos paganos, a veces árboles centenarios, y ponen en fuga a
los Golen. Invariablemente, estos parten hacia Gran Bretaña e Irlanda.
La llegada de los bárbaros en el siglo V no
les brinda una oportunidad de reimplantar su poder pues estos pueblos son
cristianos arrianos y de Raza germánica, tradicionalmente enemistada con los
celtas que los consideran también barbarii.
Así, en el Reino visigodo de España, los Señores de Tharsis recogerán entonces
la impresión de que, al fin, los Golen han desaparecido de la Tierra. Empero ,
estaba por ocurrir todo lo contrario, pues en poco tiempo los Golen
protagonizarían el regreso más espectacular. Sí, porque los Golen no retornaban
a Europa para cumplir su antiguo rol de Sacerdotes paganos del Dios Uno, para
cumplir la misión de unificar los Cultos en el Sacrificio ritual: ahora corrían
otros tiempos; de aquella misión se ocuparían directamente los miembros del
Pueblo Elegido, quienes ofrendarían a El Uno el Sacrificio de toda la Humanidad Gentil o Goim. La Fraternidad Blanca
había encargado a los Golen, en cambio, el desempeño de una función superior,
una ocupación que favorecería como nunca la unificación de la humanidad. Por
eso ellos no volvían esta vez como Sacerdotes paganos sino como “Cristianos”; y
no sólo como “Cristianos” sino como “católicos romanos”; y no sólo como
católicos sino como “monjes misioneros”
de la Iglesia
Católica ; y luego serían considerados “constructores sabios” de la Iglesia , título absurdo cuya mención iba a
arrancar risas irónicas a los Hombres de Piedra.
Es ésta una larga historia que aquí
sólo puedo resumir, y que tiene su principio en los planes de la Fraternidad Blanca.
Los Dioses Traidores, para cumplir sus pactos con el Dios Creador y las
Potencias de la Materia ,
debían favorecer el Control del Mundo por parte del Pueblo Elegido. Para ello
sería necesario afianzar definitivamente el modo de vida materialista fundado
en el Pacto Cultural, vale decir, sería necesario afianzar el Culto en las
sociedades germano romanas recientemente formadas en Europa. Y la mejor manera
de afianzar el Culto, tal como se desprende de lo que expuse en el Tercer Día,
es formalizarlo y plasmar esa forma en las masas; centrar a la sociedad en torno a la forma del Culto. ¿Dónde
comienza la forma de un Culto, cuál es el extremo más visible para las masas?
Evidentemente, el Culto comienza por el
Templo, lo que primero aparece
al creyente. En verdad, lo más importante del Culto es el Ritual; pero todo sitio donde se practica el Ritual es un Templo
pues el Templo es el Espacio Sagrado
donde se puede realizar el Ritual:
la prioridad aparente del Templo surge de que, efectivamente, puede existir un
Templo, es decir, un Espacio Sagrado o Centro de Manifestación metafísica, sin que haya Ritual, pero es
inconcebible que pueda ejecutarse un Ritual fuera de un Espacio Sagrado o
Templo. El plan de la
Fraternidad Blanca para afianzar el Culto comenzaba, pues,
por la implantación masiva de Templos y por la evolución de la forma de los
Templos en concordancia con los objetivos del Ritual.
Pero esos planes apuntaban a un
objetivo final mucho más complejo: la
instauración de un Gobierno Mundial en manos del Pueblo Elegido. La Fraternidad Blanca
crearía las condiciones culturales adecuadas para que una sociedad futura
aceptase tal forma de gobierno: en esa empresa ocuparían el esfuerzo de toda la
casta sacerdotal de Occidente, figurando en primer término la misión
encomendada a los Golen. Cuando la sociedad estuviese lista para el Gobierno
Mundial entonces se realizaría, Mesías mediante, la reunificación del
Cristianismo con la Casa
de Israel y se elevaría al Pueblo Elegido al Trono del Mundo. Tales eran los
planes de la
Fraternidad Blanca y de los Sacerdotes del Pacto Cultural. La
transformación de la sociedad, que esos planes exigían, se lograría
principalmente por la unificación religiosa y la función fijadora del Culto que
ejerce todo Templo sobre las masas. Pero habría más: también se requería la
formación de un poder financiero y militar que prestase apoyo, en su
oportunidad, a la constitución del Gobierno Mundial.
El Culto oficial de las sociedades
europeas era el cristiano, así que los Templos habrían de responder a los Ritos
de la Iglesia.
Claramente , se advierte que el plan de los Dioses Traidores
requiere la efectivización de dos condiciones: la primera es que las masas
tomen conciencia de la necesidad del
Templo para la eficacia del Ritual; y la segunda es que se disponga, en el
momento en que esta necesidad alcance su máxima expresión, de los hombres
capaces de satisfacerla mediante la
construcción de Templos en grandes cantidades y volúmenes. La primera condición
se cumpliría por la constante y permanente prédica misionera; la segunda, con
la fundación en Occidente, de un Colegio
Secreto de Constructores de Templos: este Colegio, Dr. Siegnagel, fue
confiado a los Golen. Mas ello no ocurrió de entrada, pues se debía concretar
el plan de la
Fraternidad Blanca comenzando por la primera condición:
cuando en la Iglesia
estuvo preparado el lugar que iban a ocupar los Golen para desarrollar su Colegio de Constructores, en
el siglo VI, recién entonces se los convocó en Irlanda para que hicieran su asombrosa reaparición continental.
La oportunidad que los Golen
aprovechan para regresar a Europa es producto del nacimiento, en el siglo VI,
del “monacato occidental”, tradicionalmente atribuido a San Benito de Nurcia. Realmente, sólo la ignorancia de los
europeos pudo sostener semejante atribución durante mil doscientos años;
empero, pese a que desde el siglo XVIII
se conoce en Occidente con bastante precisión la historia de las religiones del
Asia, todavía hoy en día hay quienes sostienen tercamente esa patraña, entre
ellos, el dogma oficial de la Iglesia Católica : mas, para comprobar el engaño,
sólo hay que tomar un avión, viajar al Tíbet, y observar allí los monasterios
budistas de los siglos III y II A.J.C., es decir, ochocientos años anteriores
a San Benito, cuyas reglas internas y construcciones son análogas a las
benedictinas. La oración y el trabajo eran allí la Regla , tal como en la
fórmula ora et lavora de San Benito;
pero, lo más importante, lo más revelador de la comparación, resultará sin
dudas el descubrir que los monjes tibetanos se dedicaban al oficio de copistas, es decir, de reproducir y
perpetuar antiguos documentos y libros, y a conservar y desarrollar el arte de
la construcción de Templos, igual que
los benedictinos. Y no hay que insistir, porque es suficientemente
conocido, que aquellos monasterios constituían centros de difusión religiosa
por la acción de los monjes misioneros y
mendicantes que allí se preparaban y enviaban por toda el Asia.
A la luz de los conocimientos actuales,
sin embargo, cualquier persona de buena fe ha de admitir que la institución del
monacato oriental data del siglo X antes de Jesús, o sea, es por lo menos
1.400 años anterior a la aparición del monacato occidental. Para refrescar la
memoria a este respecto, conviene recordar los siguientes datos: en primer
lugar, que los himnos más antiguos del Rig Veda y los Upanishads mencionan las
comunidades brahmánicas munis y vrâtyas;
en segundo lugar, que en la
Epoca de Buda, personaje histórico del siglo VII
A.J.C., ya existían âshrams desde cientos de años antes; y por último, que si
la reforma religiosa budista se
extiende rápidamente en la India ,
China, Tíbet, Japón, etc., es porque ya existían los grupos que se iban a
transformar en Sanghas.
Pero no se trata de que los
benedictinos fuesen budistas o tuviesen algo que ver con el budismo sino de que
tanto los Sacerdotes budistas, como los Sacerdotes benedictinos, obedecían
secretamente a la
Fraternidad Blanca , verdadera Fuente Oculta del Monacato
“Oriental” y “Occidental”. La Fraternidad Blanca ,
en efecto, fue autora de una obra titulada “Regla de los Maestros de
Sabiduría”, de difusión universal y que en Occidente era conocida desde el
siglo II como “Regula Magistri
Sapientiae” por numerosas sectas cristianas y también por los gnósticos
judíos. Así que, nada original habría en el monacato occidental el cual
respondería, por el contrario, a las más ortodoxas disposiciones que dictamina la Fraternidad Blanca
en la materia.
En los primeros siglos de la Era Cristiana cuando
el Imperio Romano admitía el “paganismo” y mantenía contacto con los pueblos
del Asia, se conocía perfectamente la existencia de la vida monacal oriental;
incluso hombres ilustres como Apolonio de Tiana, contemporáneo de Jesús, habían
viajado al Tíbet y recibido instrucción en sus monasterios. Algunas sectas
gnósticas, que llegaron a comprender y a oponerse a los planes de la Fraternidad Blanca ,
han dejado testimonio de que ello se conocía en las principales ciudades del
Medio Oriente: Alejandría, Jerusalén, Antioquía, Cesarea, Efeso, etc. Pero la
institución de los monasterios no se establece de la noche a la mañana: es
necesario seguir un estricto proceso de formación, un método que se conoce
desde la época de la
Atlántida y que los Sacerdotes del Pacto Cultural han
utilizado universalmente; con ese método los Sacerdotes brahmanes impusieron el
hinduísmo y los sacerdotes budistas, previa deformación de la doctrina del
Kshatriya Sidhartha, crearon el monacato budista tibetano, chino, indio y japonés.
Ese método determina que se debe comenzar por una etapa de anarcomisticismo
social, caracterizada por la proliferación de iluminados, ermitaños, y Santos:
esta fase tiene el objetivo de fomentar la creencia de que la futura
institución monacal es un producto espontáneo del pueblo, que nace y se nutre
del pueblo. De este modo los pueblos aceptarán naturalmente la existencia y
obra de los monasterios, y, lo que es más importante, también lo aceptarán los
Reyes y gobernantes. Y ese método infalible es aplicable en cualquier pueblo y
con el concurso de cualquier religión.
En el marco del judeocristianismo, ya
en el siglo I comienza a aplicarse
el método y así surgen en Medio Oriente multitud de ascetas y Santos que se
retiran a los desiertos y las montañas para vivir en soledad. Durante los
siglos II y III crece tanto la población de anacoretas que muchos deciden
juntarse bajo el mando de un Santo superior y el orden de alguna regla: se
constituyen entonces las comunidades de cenobitas; no obstante, la comunidad de
los cenobitas no alcanza aún el grado de unión requerido para el modo de vida
monacal pues cada miembro continúa con la vida ermitaña y sólo se reúnen para
orar y alimentarse. Y junto a los anacoretas y los cenobitas, vagan por todas
partes los “frailes errantes”, versión occidental de los “monjes mendicantes
orientales”. Para el siglo V, las colonias de anacoretas y los
cenobios, sumaban miles y miles de miembros en Egipto, Palestina y Medio
Oriente: en una sola diócesis de Egipto, Oxyrinthus, vivían veinte mil
ermitañas y cien mil ermitaños anacoretas, mientras que en vida de San Pacomio
existían siete mil monjes cenobitas en sus monasterios, que llegan a cincuenta
mil en el siglo V. Con esto le quiero ejemplificar, Dr.
Siegnagel, sobre la magnitud del movimiento premonacal, un movimiento que todos
sabían era de inspiración extremooriental.
El momento propicio para instituir el
monacato occidental, y para difundir el engaño de que consistía en una creación
original judeocristiana, se iba a presentar después de la muerte del Emperador
Teodosio, en el año 395, cuando el Imperio Romano se reparte entre sus dos
hijos Arcadio y Honorio. Arcadio se establece en Constantinopla, dando inicio
al Imperio Romano de Oriente, que duraría hasta el año 1453. Honorio hereda el
Imperio Romano de Occidente, con Roma, que se deshacería ochenta años después
frente a la presión de las hordas bárbaras: luego del año 476, el Imperio de
Occidente se divide en múltiples Reinos romanogermánicos y comienza un proceso
colectivo de aislamiento y decadencia cultural. No sólo con el Asia quedan
cortados los lazos culturales sino con la misma Grecia; pero la sociedad
europea ya estaba preparada para la institución monacal: durante siglos había
visto pasar a los frailes errantes procedentes de Tierra Santa y escuchado las
historias de los anacoretas y cenobitas orientales; incluso muchos peregrinos
viajaban a Tierra Santa y allí adoptaban la vida ascética, conservando a su
regreso las costumbres adquiridas; en ese momento, siglo VI, no existe zona
montañosa europea donde no habiten ermitaños cristianos. Pero una vez
establecido el orden de los monasterios, todos olvidarían el origen oriental de
la institución monacal.
Justamente, de los monasterios
benedictinos saldrán las copias y traducciones de los libros más fecundos de la
cultura griega, que no tuvo institución
monacal, y se “perderá” todo vestigio de las culturas de Extremo Oriente;
vestigios que habían existido en el Imperio Romano y que misteriosamente
desaparecen de Europa al tiempo que “aparecen” los libros más adecuados para
empujar a occidente hacia el desastre espiritual del Renacimiento y la Edad Moderna , es
decir, los libros en que se expone el racionalismo y la especulación griega,
raíz de la “Filosofía” y de la “Ciencia” moderna. Nada se dirá, a partir de la Cultura benedictina, sobre
el origen Atlante de las civilizaciones europeas, ni sobre las religiones de
los pueblos del Asia, ni siquiera sobre la de los recientes germanos, a quienes
se obligará a olvidar sus Dioses y creencias, y sus alfabetos rúnicos. Y nada
se dirá, por supuesto, que pueda relacionar a la institución monacal occidental
con otras Culturas, que pueda despertar la sospecha de que lo ocurrido en
Europa es una historia repetida en otras partes, la conclusión de un método de
Estrategia Psicosocial para ejercer el control de las sociedades humanas.
Recién después del siglo IX, por la
presencia de los árabes en España, y del siglo
XII, por la
transculturalización que causan las Cruzadas, algunos Espíritus alertas
advierten el engaño. Pero son pocos y ya será tarde para detener a los Golen.
San Benito, que nació en el año 480,
funda en el 530 el monasterio modelo de Monte Cassino y redacta en el 534 su
célebre Regla. Que recibió instrucción de los “Angeles” de la Fraternidad Blanca
no caben dudas porque su Regula
Monachorum es una fiel reproducción de la Regula Magistri Sapientiae. Al morir en el año 547, y “subir al Cielo por un
camino custodiado por Angeles” según presenciaron muchos monjes, las bases del
“monacato occidental” estaban echadas: ése era “el momento” largamente esperado
por los Golen para irrumpir en los países continentales de Europa.
En el siglo V los Golen se
encuentran concentrados mayormente en Irlanda y comienzan a infiltrarse en la Iglesia Católica.
Uno de los suyos es San Patricio, a quien envían al Continente para estudiar la Doctrina Cristiana
y tomar contacto con miembros de la Fraternidad Blanca :
regresa en el año 432, procedente de Roma, investido de Obispo y con la
autorización papal para evangelizar Irlanda. Inmediatamente funda muchos
monasterios, algunos realmente importantes como los de Armagh y Bangor donde se
celebrarían Sínodos y existirían escuelas religiosas, en los que se apresuran a
ingresar masivamente los Golen de Irlanda y Gran Bretaña. Los siguientes ciento
treinta años, desde la muerte de San Patricio en 462 hasta la partida de San
Columbano en el año 590, son empleados por los Golen a fin de dar forma a la
“Iglesia de Irlanda”, vale decir, a fin de organizar su futuro asentamiento
continental.
El año 590 señala “el momento”
histórico en que los planes de la Fraternidad Blanca para la participación de los
Golen empiezan a ejecutarse rigurosamente. El “lugar” donde los Golen
desarollarán el Colegio de Constructores de Templos ya está listo: son los
monasterios de la Orden
de San Benito. Y ya ha sido elegido Papa el monje benedictino Gregorio, que
años antes en Constantinopla recibe la orden de la Fraternidad Blanca
de “convocar a los monjes irlandeses”, es decir, a los Golen, e integrarlos a la Orden de San Benito. Nada
más que esa llamada necesitaban los Golen para actuar y en ese mismo año 590
parte hacia Francia San Columbano, procedente del gran monasterio de Bangor,
junto con doce miembros de la plana mayor. En Francia se le suman seiscientos
Golen y se dedican a fundar monasterios basados en la Regula Monachorum : cuentan en todo momento con el
apoyo de San Gregorio Magno, quien recibe a San Columbano en Roma más de una
vez. Luego del de Anegray establece el monasterio de Luxeuil, de vasta
influencia en la región, y el famoso de San Golen, a orillas del lago Zurich,
entre muchos otros. San Columbano muere en el año 615, en el monasterio
lombardo de Bobbio, dejando su misión prácticamente cumplida: cientos de
monasterios en las Galias, en Suiza y en Italia, es decir, en los antiguos
asentamientos celtas, bajo la dirección de los “monjes irlandeses”, Golen, e
integrados a la Orden
de San Benito.
Hay que recordar que en el año 589 se
desarrolla el III Concilio de Toledo
donde el Rey Recaredo, por influjo del Obispo de Sevilla San Leandro, se
declara “católico romano”, junto con la Reina y toda la corte del Reino visigodo. No debe
sorprender, pues, que los Golen se precipiten en España a partir del nefasto
año 590. Sin embargo, esa reaparición causó enorme sorpresa a los Condes de
Turdes Valter que no esperaban volver a ver a los Golen en la península, por lo
menos mientras durase en ella la ocupación goda. Mas tal imprevisión tenía su
causa en la suposición de que los Golen permanecerían paganos y no se
“someterían” a la
Iglesia Católica : esta suposición fue una ingenuidad, como la
realidad se encargó de demostrarlo bien pronto, pues los Golen aspiraban a controlar a la Iglesia Católica
luego de “someterse” a ella. Los Condes de Turdes Valter, que también
pertenecían a la Iglesia
y eran nobles hispano godos, emplearon entonces toda su influencia para impedir
la expansión benedictina en el Sur de España, objetivo que lograron
ampliamente: los Golen, como es lógico, se afirmarían en el Norte de España, en
las regiones célticas. Desde el monasterio de Dumio, vecino a Braga, en la Lucitanía , y otros en
Bierzo y en el extremo de la cordillera cantabro asturiana que se denomina
Picos de Europa, los Golen emprenderían infinidad de incursiones en la Bética con el fin de
destruir a la Casa
de Tharsis y robar la
Espada Sabia. Toda una guerra secreta se libró desde el siglo VIII,
en la que los “monjes misioneros” Golen intentaban aproximarse a la Villa de Turdes y los
Señores de Tharsis los hacían ejecutar sin piedad. Pero, por cada Golen
benedictino que desaparecía sin dejar rastros o aparecía asesinado en un camino
por manos desconocidas, concurrían dos en su reemplazo, obligando a la Casa de Tharsis a mantener, como antaño, un
permanente estado de alerta. Expertos en magia negra, y maestros en toda clase
de Ciencias, emplearían cuanto sabían para localizar la Caverna Secreta ,
mas siempre fracasarían. Al final, solicitarían el auxilio de Bera y Birsa,
como se verá más adelante.
Es evidente que la inserción de los
Golen en la Iglesia
Católica no constituye un motivo suficiente para
descalificarla completamente. La razón es que los Golen se introducen como
“Sociedad Secreta” dentro de la
Iglesia y, aunque sus intrigas comprometen en más de una
ocasión a la Iglesia
toda, sus planes jamás son declarados públicamente ni asumidos oficialmente por
ésta. Por el contrario, en muchas otras ocasiones personalidades verdaderamente
espirituales, auténticos kristianos, han brillado en su seno. Conviene considerar
entonces, a pesar de que tal distinción no siempre sea fácil de determinar,
como si existiesen dos Iglesias
superpuestas: una, contra la que lucharon los Señores de Tharsis, es la Iglesia
Golen ; así la denominaré en otras partes y su definición
irá surgiendo de la historia; otra es la Iglesia de Kristos, o Iglesia a secas, a la que pertenecieron los Señores de Tharsis y el
Circulus Domini Canis, y a la que
pertenecen muchos de los que están por el Espíritu y contra las Potencias de la Materia , por Kristos Luz y
contra Jehová Satanás. Una es la
Iglesia de la
Traición al Espíritu del Hombre y otra es la Iglesia de la Liberación del Espíritu
del Hombre, una es la Iglesia
del Demonio del Alma Inmortal y otra es la Iglesia del Dios del Espíritu Eterno.