Trigesimotercer
Día
Estimado Dr. Siegnagel:
Espero tenga Ud. paciencia y tiempo
suficientes para continuar leyendo. Quizás esta carta se ha extendido
demasiado, pero no me ha sido posible abreviar más, pues corro el riesgo de
oscurecer el mensaje que, justamente, le quiero revelar con su lectura. De
cierto, que me he limitado a mencionar sólo los hechos más salientes de la
compleja historia de la Casa
de Tharsis; con otro criterio expositivo hubiese sido imposible llegar siquiera
hasta aquí. Desde ahora trataré de resumir aún más la parte faltante, no porque
el mensaje ya esté revelado, ni porque lo que sigue carezca de importancia,
sino porque el tiempo se me acaba, porque presiento que Ellos están cada vez
más cerca y deseo que Ud. reciba la carta antes que los Golen ejecuten la Sentencia. Sólo le
pido Dr., más bien le suplico, que efectúe su lectura completa y después
juzgue: sé que mi condición de “enferma mental” resta no poco crédito a su
contenido si el mismo fuese juzgado
racionalmente; pero, no he de negarlo, confío en que Ud. adoptará al fin otro punto de vista.
He de abandonar, pues, a los satánicos
Inmortales, quienes no tardarían en regresar al Templo de Melquisedec, para
referirme nuevamente a los Señores de Tharsis. Ahora se comprenderá cómo la
necesidad que la Casa
de Tharsis tenía de sobrevivir influyó y dio orientación definitiva a la Estrategia del Circulus Domini Canis; y cómo esta estrategia
culminó cuando la inspirada gestión de Felipe
IV concretó sus objetivos.
Noso de Tharsis se aprestaba a volver
a la Caverna Secreta
cuando la Peste hizo su presencia en la Casa de Tharsis. Enseguida
comprendió que era allí el único sobreviviente y, dominando la furia guerrera
que brotaba de su Espíritu, trató de evaluar con calma la situación. Tratándose
de un ataque de los Golen, no cabía alentar esperanzas sobre los restantes
miembros de la familia, salvo los Hombres de Piedra que, como él, eran
evidentemente invulnerables. Se dispuso pues, a aguardar la confirmación de lo
ocurrido con la expedición del Conde de Tarseval y, durante esa espera,
comprobó con horror que los cuerpos de sus parientes se transformaban en betún
de Judea. Al llegar Lugo de Braga y comenzar el pillaje, Noso no necesitó más
datos para saber la suerte corrida por el Conde y sus Caballeros: y en ese
momento sólo pensó en la
Basílica de la
Virgen de la
Gruta , y en su imagen, lo más valioso que quedaba allí para
un Hombre de Piedra. Sin meditarlo dos veces, corrió hasta la Iglesia , espada en mano.
Una partida de quince soldados había llegado ya, quizá con intención de robar
el Cáliz de Oro, y tuvo que enfrentar la furia del Guerrero Sabio: combate
desigual para los almogávares y para cualquier guerrero no Iniciado, que les
costó la vida.
Al acercarse al altar, Noso, que
estaba seguro de llegar primero, comprobó con asombro en la estatuilla del Niño
de Piedra una mutilación: alguien había seccionado la mano de piedra que
expresaba la Vruna Bala.
Mas no era ése el momento de resolver el enigma. Noyo envolvió los bustos de la Virgen y el Niño con una
capa y ganó a caballo la orilla izquierda del río Odiel, adonde un sendero poco
frecuentado lo conduciría hacia la Sierra Candelaria.
Las noticias sobre el exterminio de
gran parte de la familia conmovió a la dura anciana: mil setecientos años
antes, otra Vraya había pasado por una situación semejante. No era posible,
dijo casi para sí misma, que tanto esfuerzo fuese en vano. Pese a todos los
ataques sufridos hasta entonces, la
Casa de Tharsis consiguió superar siempre los momentos
difíciles, aunque ninguno tan crítico como el presente; pero también los
progresos fueron muchos: la pauta familiar estaba casi cumplida; el Culto del
Fuego Frío hacía siglos que brindaba Hombres de Piedra a los Señores de
Tharsis; y habían conservado la
Piedra de Venus, el más preciado trofeo para el Enemigo; sólo
faltaba un último esfuerzo de purificación sanguínea, que la familia produjese
un Hombre de Piedra capaz de comprender a la Serpiente con el Símbolo
del Origen, es decir, a uno que fuese capaz de proyectar el Signo del Origen
sobre la Piedra
de Venus; ese Iniciado Hiperbóreo alcanzaría así la Más Alta Sabiduría, la
localización del Origen, y la
Piedra de Venus les mostraría la Señal Lítica de
K'Taagar; entonces los Señores de Tharsis podrían marchar hacia el destino que
les tenían reservado los Dioses Liberadores; y ese momento no parecía estar
lejano, la Casa
de Tharsis era consciente de la inminencia con que llegaría un Hombre de Piedra
que sería Pontífice y comprendería los mayores secretos; le aguardaban con
ansiedad desde hacía años pero todos estaban de acuerdo en que pronto llegaría;
y las señales de los Dioses eran coincidentes. ¿Cómo, pues, cómo se producía
ahora este desastre?¿en qué habían fallado?¿quizás en un exceso de
confianza?¿habían subestimado una vez más al Enemigo? Sin dudas ésa era la
respuesta. No se mantuvo un suficiente estado de alerta y se permitió actuar al
Enemigo, al que se debería haber atacado preventivamente apenas se acercó a la
región de Aracena. Siendo así, lo ocurrido estaba explicado, al menos
estratégicamente, puesto que contra el conocimiento empleado por los Inmortales
no tenían defensa alguna fuera de la
Pureza de Sangre.
No era posible, repetía la Vraya , que los Dioses
Liberadores los hubiesen abandonado a merced de los Golen; aquel golpe no podía
significar el fin de la Casa
de Tharsis, no antes de haber cumplido la misión familiar; con seguridad
quedarían aún con vida otros Señores de Tharsis para salvar la Estirpe y posibilitar la
generación del Hombre de Piedra esperado. ¡Era necesario buscarlos! Noso de
Tharsis tendría que partir y recorrer los lugares donde habitaban otros
parientes, aunque no cabía albergar esperanzas sobre la supervivencia de nadie
que no estuviese iniciado. Y estos últimos, los Hombres de Piedra, se hallaban
todos incorporados a la Orden
de Predicadores, trabajando en distintos monasterios y universidades de Francia
e Italia. El Noyo viajaría de inmediato. Ella, quedaría de Guardia; racionando
al máximo los víveres disponibles resistiría seis meses, luego, naturalmente,
moriría allí mismo, si Noso no regresaba a tiempo.
Estaba en lo cierto la Vraya : aún quedaban Señores
de Tharsis con vida y con posibilidades de salvar la Estirpe ; pero no era menos
cierto que aquella sería la situación más crítica que jamás hubiesen
enfrentado, incluyendo la destrucción de Tartessos. Esa vez lograron sobrevivir
dieciséis miembros del linaje: ahora sólo quedaban ocho, contando a la anciana
Vraya y al Noyo. En efecto, durante su viaje a Sevilla, Córdoba y Toledo, Noso
sólo halló el luto y el temor de los parientes no sanguíneos, a quienes nada
había sucedido, y supo que la
Peste no conocía las distancias. Recién en Toledo se encontró
con otro Hombre de Piedra, que ya estaba al tanto de que algo terrible ocurría
y se disponía a viajar a Turdes: allí también habían muerto varios familiares
por causa de la extraña Peste. Al conocer las graves noticias, decidió partir
junto a Noso hacia Zaragosa y Tolosa, en el Languedoc, donde radicaba el Jefe
de los Domini Canis. En Zaragosa
comprobaron que la Muerte
Final había convertido en betún a la hermosa familia de una
de sus primas, madre de doce niños: los trece murieron en el mismo momento, en
la misma noche aciaga; su esposo, un Caballero bizantino, talentoso profesor de
griego, no tenía consuelo. Según dijo a los Hombres de Piedra, la finada le
había revelado años atrás que una secta esotérica integrada por seres terribles
llamados “Golen” perseguía desde antiguo a los Señores de Tharsis; al exhalar
aquel grito espantoso, antes de morir, ella se había aferrado a Pedro de Creta
y éste creyó distinguir la palabra “Golen”, modulada con el último aliento. Por
eso juró luego, sobre los trece cadáveres, vengar aquellas muertes si en verdad
eran producto de la magia negra de los Golen, tal como lo sugería la horrible
descomposición que se observaba en los cuerpos: su vida, explicó Pedro, estaba
destruida, y hubiese aceptado morir mil veces aquella noche antes de subsistir
soportando el dolor de recordar a los que tanto amaba. Consagraría su
existencia a buscar a los Golen, ahora sus propios enemigos, y trataría de
cumplir su juramento; se vengaría o moriría en el intento: era evidente, dijo
con inocencia, que sólo el furor que se encendía en su sangre le permitía
sostenerse vivo.
Pedro de Creta ignoraba por dónde
comenzar la búsqueda cuando llegaron los monjes, parientes de su esposa,
quienes seguramente sabrían orientarlo. Los Hombres de Piedra, cuyos familiares
muertos se contaban por cientos, no estaban de humor para conmoverse por el
pequeño drama del Caballero bizantino; no obstante, los admiró su noble
ingenuidad, el valor sin límites que exhibía, y la maravillosa fidelidad de su
amor. Era obvio que no tenía idea de los enemigos que enfrentaba y que carecía
de toda chance ante Ellos; pero sería casi imposible que consiguiese
localizarlos por sí mismo y esa impotencia constituiría su mejor protección. Se
retiraban pues, los Señores de Tharsis, sin haber dicho una palabra, cuando
fueron alcanzados por Pedro de Creta: el hombre no les había creído lo más
mínimo; por el contrario, estaba seguro que algo le ocultaban y decidió
acompañarlos; ofreció la protección de su espada a los monjes, mas, si lo
rechazaban, los seguiría a la distancia. No hubo modo de persuadirlo a que
abandonase su empresa. Los hombres de Piedra no tenían alternativa: o permitían
que los acompañase o tendrían que ejecutarlo. Decidieron lo primero, pues Pedro
de Creta era, claramente, un hombre de
Honor.
El jefe de los Domini Canis los estaba esperando. Se llamaba Rodolfo y había
nacido en Sevilla, pero en la
Orden lo nombraban como “Rodolfo de España”. Su sabiduría era
legendaria, mas, por motivos estratégicos, jamás quiso descollar en los
ambientes académicos y sólo aceptó aquel priorato en las afueras de Tolosa:
desde su monasterio operaba el grupo más interno del Circulus Domini Canis. Procedía de la misma familia de Petreño, y
tenía un grado de parentesco como de tío segundo de los monjes recién llegados,
quienes eran primos entre sí. Ubicó a Pedro de Creta en un monasterio que
albergaba a peregrinos laicos y luego habló con franqueza:
–¡Lo sé todo! La Voz de la Sangre Pura me lo
reveló en el momento de ocurrir. Y la mirada interna me permitió observar el
Ritual de los Demonios. Ahora Ellos han partido rumbo al Templo de Melquisedec
con la convicción de que consiguieron exterminar a la Casa de Tharsis. Poseemos,
pues, una pequeña ventaja estratégica que debemos aprovechar acertadamente para
salvar a la Estirpe
de Tharsis. Este es el cuadro de situación: de España, sólo ustedes dos y la Vraya han sobrevivido; aquí,
hay dos monjas, que son mis sobrinas Vrunalda y Valentina; y quedan dos
Iniciados, uno en París y otro en Bolonia: a ellos ya envié mensajeros
solicitándoles que se apersonen urgentemente en Tolosa. Caballeros: ¡hemos de
sostener un Consejo de Familia!
Quince días después estaban los siete
reunidos en una cripta secreta, bajo la Iglesia del Monasterio de Rodolfo de Tharsis. En
verdad, no había mucho por discutir, pues los seis restantes aceptarían todo lo
que propusiese Rodolfo, de lejos el más Sabio de los Señores de Tharsis. Y no
se equivocaban pues su plan, sencillo y efectivo, produjo resultados extremadamente
contundentes contra la
Estrategia enemiga, y permitió salvar a la Estirpe de Tharsis. Así lo
expuso:
–Ante todo, debo confirmaros que la Casa de Tharsis se debate
como nunca frente a la alternativa de la extinción; y que las posibilidades de
continuación de la Estirpe
son mínimas: concretamente, ellas se basan en las dos Damas aquí presentes. No
es desconocido para Vosotros que en toda la historia de nuestro linaje los
Hombres de Piedra siempre han procedido de la herencia matrilineal: el mensaje de
la Sangre Pura
se transmite de hija a hija, y sólo de las Damas de Tharsis nacen los Hombres
de Piedra y las Damas Kâlibur. De aquí que la principal prioridad de la Estrategia a seguir
consista en enlazar a estas Damas en matrimonios convenientes para nuestros
fines. Esto quiere decir que tales matrimonios deben estar rigurosamente bajo
nuestro control: ¡todo debe ser sacrificable en favor de la misión familiar,
incluso un marido estéril!
Asintieron con un gesto Vrunalda y
Valentina.
Rodolfo continuó hablando:
–El Circulus Domini Canis dará a todos vosotros nuevas identidades
pues, naturalmente, ya no regresaréis a donde estabais hasta ahora. Los Golen
jamás deberán sospechar que estamos vivos ni que ninguno de nosotros pertenece
al linaje de Tharsis. Sólo retomaremos nuestros nombres el día que logremos
quebrar el Poder de los Golen, sea destruyendo sus Ordenes satánicas, sea fortaleciendo al máximo el Circulus Domini Canis. Mientras tanto, trabajaremos en secreto
dentro de la Orden
de Predicadores y nos ocuparemos de asegurar que los matrimonios de Vrunalda y
Valentina den sus frutos.
No podremos volver a España en tanto
exista la posibilidad de ser descubiertos o reconocidos. Hay que mantener la
ficción de que la Casa
de Tharsis efectivamente se extinguió. Sé que eso significa dejar a la Vraya abandonada a su
suerte, pero ello es preferible antes de arriesgar un nuevo asedio de los
Inmortales en la
Caverna Secreta. Recordad que muchos han muerto para
conservar la Espada Sabia
y que la Vraya
será sólo una más de los que entregarán su vida por tal noble misión. Empero,
algún día hemos de regresar a la Caverna Secreta para restituir la Guardia. Tendremos
que preveer entonces el modo de recuperar el patrimonio de la Casa de Tharsis. Para eso
nada parece mejor que llevar a cabo lo siguiente: existe un Iniciado en el Circulus Domini Canis, un joven Conde
catalán, quien estaría dispuesto a ceder los derechos de su rico Señorío
mediterráneo, en favor de un hijo de Alfonso
III, a cambio del condado de
Tarseval. Descuento que el Rey de Portugal concederá esa merced, habida cuenta
de las ventajas obtenidas, en prestigio y rentas, para el beneficiario del
Condado catalán. Todo será arreglado por la Orden , pero hay algo más: he pensado que este
Conde es el consorte ideal para Vrunalda.
Aquí la sorpresa se pintó en todos los
rostros. Vrunalda, una joven de quince años que desde los trece era novicia en
Fanjeaux, enrojeció. Rodolfo explicó su plan:
–No os asombréis, que pronto le
hallaréis razón. Entiendo que ha de parecer locura la idea de enviar a Vrunalda
a España, luego de los peligros que he confirmado y de la Estrategia que he
propuesto, pero os mostraré como ello puede ser posible. Si obramos con cautela
y nos tomamos un tiempo prudencial para ajustar detalles, por ejemplo unos
cuatro años, nada permite anticipar más peligros o dificultades, por el
contrario, la presencia de Vrunalda en las tierras de la Casa de Tharsis es necesaria
para que el poder carismático de la
Piedra de Venus actúe sobre su simiente. Por supuesto, no la
enviaremos desprotegida, pues disponemos del poder de dotarla de una nueva
personalidad, cuyo cambio difícilmente será notado por los Golen. El caso es
que uno de los miembros alemanes del Circulus
Domini Canis es un Señor Territorial vasallo de la Casa de Suabia, viudo desde
hace muchos años y consagrado a la predicación dentro de la Orden. Al morir su
esposa, este Noble nos confió su pequeña hija de nueve años como novicia del
monasterio de Fanjeaux, la cual falleció tres años después, más o menos para la
fecha que ingresó Vrunalda. He hablado con él, y está de acuerdo en que
Vrunalda ocupe el lugar de su hija; incluso está dispuesto a jurar que ella es
su legítima descendiente y a morir antes que traicionar tal juramento. Se
llevará a Vrunalda a su Castillo en Austria y la presentará como su hija, que
ha abandonado la vida religiosa por haber sido prometida a un Conde catalán.
Durante cuatro años la integrará a las costumbres alemanas y le suministrará
toda la información sobre su reciente familia. Espero que al cabo de ese
tiempo, Vrunalda sea capaz de pasar por una Dama germana y responder a todos
los interrogatorios sobre su linaje. Por lo pronto, aquí ya hemos sustituido
las lápidas y adulterado las actas de defunción del monasterio, siendo así que
quien murió, y fue sepultada hace tres años, sería en este momento Vrunalda de
Palencia. ¿Qué opináis ahora de este plan?
La sonrisa iluminó los semblantes de
los Hombres de Piedra, evidenciando que confiaban plenamente en el plan de
Rodolfo. Aprobaron cuanto éste había propuesto, y escucharon respetuosamente el
final de su exposición:
–Con respecto a Valentina, os diré que
aún no he decidido nada y que habrá que buscarle un esposo que reúna las
condiciones requeridas por nosotros. Mas, de cualquier manera, debe desaparecer
definitivamente como miembro de la
Casa de Tharsis. Por lo tanto, os anuncio también que
Valentina de Palencia, monja domínica del convento de Fanjeaux, para todos los
efectos legales falleció aquella noche en que la Peste azotó la Casa de Tharsis: su muerte
está asentada en las actas y posee su propia sepultura en el cementerio de la Orden. Mientras
preparamos su futuro, permanecerá oculta en una granja que poseemos en San
Félix de Caramán. Tal propiedad pertenecía a un Noble del linaje de los
Raimundos, que fuera quemado por Simón de Montfort durante uno de sus avances
hacia Tolosa: el único heredero vivo, hereje confeso, fue obligado a ingresar
de por vida en uno de los monasterios de clausura de la Orden de Predicadores. Tras
su muerte, los derechos pasaron a la
Orden , que ahora ha decidido venderlos a un Caballero Romano
deseoso de vivir en estas regiones y poseedor de mucho oro para pagar. Ese
Caballero, “Arnaldo Tíber”, no es otro que nuestro pariente recién llegado de
Bolonia, aquí presente: su misión será, pues, llevar adelante la producción de
la granja y reconstruir el Castillo, que hoy se encuentra en ruinas; también
deberá casarse con una Dama elegida entre las familias de los Domini Canis. Valentina tendrá que
pasar por su hermana, o sobrina, hasta que su situación esté resuelta.
Momentáneamente, se alojará allí el Hombre de Piedra que viene de Toledo, y
secundará en todo al supuesto Caballero romano. Tened presente que seréis
vasallos del Conde de Tolosa y, por lo tanto, del Rey de Francia; mas, como la Orden de Predicadores se
reservará los derechos religiosos de la donación, vuestra espada estará en
realidad al servicio del Papa y de la Iglesia. Y sugiero que acomodéis en el castillo,
como jefe de la guarnición o mayordomo, al Caballero viudo que os ha acompañado
desde España: no me caben dudas que es persona de fiar.
Las cosas sucedieron según las había
planeado Rodolfo, con una sola excepción que no alteró los objetivos, como
enseguida se verá.
El Rey de Portugal hizo lugar a la
solicitud del Caballero catalán, fuertemente apoyado por la Orden de Predicadores, y le
concedió el Condado de Tarseval. Esto ocurría un año después que la Peste causara la extinción
de la Casa de
Tharsis y, para entonces, los Golen habían inspeccionado minuciosamente la Villa de Turdes y la Residencia Señorial.
Se irían convencidos de que no quedaban Señores de Tharsis con vida, no
obstante lo cual extenderían la búsqueda a toda España y luego al resto de
Europa. Pero aquellas indagaciones darían resultados negativos; o positivos, según su punto de vista,
pues en todos los sitios donde habitaran los miembros de la Estirpe condenada,
comprobaban que el paso de la
Peste no había dejado sobrevivientes.
El flamante Conde de Tarseval repobló la Villa de Turdes con
quinientas familias de Barcelona y asentó una guarnición en la Residencia Señorial
de trescientos soldados catalanes. Donde se encontraba la Capilla , al pie de la Sierra Candelaria ,
mandó construir una pequeña fortaleza compuesta de una torre y muralla: en
adelante, aquel lugar estaría siempre bajo la observación de los centinelas del
Condado. No habiendo Noyos ni Vrayas que hiciesen guardia en la Caverna Secreta ,
lo mejor sería mantener vigilancia sobre la Sierra para alejar a los curiosos o posibles
sospechosos. Tres años después, el Conde de Tarseval viajó a Austria y contrajo
enlace con Vrunalda, transformada ahora en Dama germana. La Residencia Señorial ,
remodelada y fortificada por los catalanes, recibió entonces a aquella tímida
Señora, que jamás acababa de aprender la lengua de Alfonso X
y prefería pasar las horas rezando en la iglesia de la Gruta antes que gozar de las
costumbres cortesanas.
La familia resultó prolífica en hijos
e hijas con lo que la continuidad de la Estirpe de Tharsis quedó hasta cierto punto
asegurada. Por lo demás, el Condado disfrutó de relativa tranquilidad durante
los años siguientes, debido especialmente al cuidado que puso el Conde en no
dejarse arrastrar por las luchas de intereses que sostenían los monarcas de
Portugal y Castilla. Cuando el Rey Sancho IV reincorpora la región de Huelva, y le
concede su señorío con carácter vitalicio a Don Juan Mate de Luna, el Condado
de Tarseval pasa sin problemas a la corona de Castilla, quien confirma los
derechos y las armas del Conde catalán. Igual respeto mostrarían Fernando IV y los sucesivos propietarios y Señores del
país de Huelva. En resumen, la familia que se desarrollaba en España, en los
antiguos dominios de la Casa
de Tharsis, cumpliría con creces las metas propuestas por Rodolfo y los Señores
del Perro, aunque conservaría hasta mediados del siglo XIV el secreto de su
linaje.
Pero no todo ocurrió como Rodolfo lo
esperaba: hubo una excepción, mas, como dije al comienzo, ello no modificó los
objetivos de la Estrategia.
El problema lo planteó Valentina, que era una joven llena de
dones pero extremadamente apasionada. Rodolfo había concertado con un Señor de
Flandes, partidario, tanto él como su familia, de los Domini Canis, el compromiso de casamiento entre su hijo y
Valentina: el prometido, un Capitán a las órdenes del Duque de Flandes, estaba
ciertamente conforme con la boda. Pero no así Valentina. ¿Por qué?: lo que
nadie imaginó en aquel Consejo de Familia, había ocurrido en San Félix de
Caramán; Valentina se había enamorado perdidamente de Pedro de Creta.
Naturalmente, algo tenía de especial el Caballero bizantino puesto que ya había
sido amado por otra Dama de Tharsis, su finada esposa. Pero la pasión que esta
vez despertó en el Frío Corazón de Valentina, superó todos los argumentos de
Rodolfo y todo razonamiento o consejo de los Hombres de Piedra; la Dama no atendía razones: o se
casaba con Pedro de Creta o la
Estrategia de supervivencia de la Estirpe no pasaría por
ella. ¿Y qué decía a todo esto Pedro de Creta? Sin dudas estaba también
enamorado, pero, afirmaba, el juramento contraído frente a su familia asesinada
lo inhibía para formalizar otro casamiento: antes debía tomar venganza,
castigar de algún modo a los malditos Golen. Con ese propósito había llegado hasta
allí y aún aguardaba ser orientado hacia la guarida de los Demonios. Pero su
paciencia se agotaba y, si no obtenía pronto la dirección requerida, partiría
solo, poniendo su rumbo, como Caballero errante, en manos de Dios.
Como se ve, la situación era enredada
pero no imposible de resolver. El dilema que podría presentar Pedro de Creta,
sobre si sería o no digno de desposar a una Dama de Tharsis, ya estaba
dilucidado de entrada con su anterior matrimonio. Su familia pertenecía a la
nobleza bizantina; en el reparto de una herencia, había salido mal parado por
las intrigas de ciertos familiares y, finalmente, se vio obligado a huir. Uno
de los Señores de Tharsis lo conoció en Constantinopla y le ofreció aquel
puesto en España. Tenía ahora treinta y ocho años; y ya expuse las
circunstancias de su viudez. En principio, pues, no existía impedimento
insalvable para que se concretase el anhelo de Valentina: todo se reducía a
convencer al Caballero sobre la importancia de aquella unión. Pero tampoco
sería tarea fácil conseguirlo, ya que habría que brindar explicaciones; y
muchas. Un nuevo Consejo de Familia decidió al fin anular el compromiso con el
Señor de Flandes y hablar claro con Pedro de Creta.
Se le dijo la verdad. Se le hizo
comprender que el terrible poder de los Golen no podía ser enfrentado por
hombre alguno si contaba sólo con la sangre y la espada: era necesaria,
también, la Sabiduría ;
y a Ella podría encontrarla entre los Domini
Canis, con quienes le ofrecían integrarse. Pero no le ocultaron el peligro
mortal que correría si su boda con Valentina de Tharsis fuese descubierta:
sería consciente, dolorosamente consciente, de que en tal caso su familia
podría ser nuevamente exterminada por los Golen. Pedro de Creta entendió así
que el mayor daño posible al Enemigo lo causaría la constitución de una familia
de la sangre de Tharsis que perpetuase en secreto la herencia del linaje. ¡Y
entonces sí se mostró dispuesto a seguir el plan de Rodolfo de España!
La presencia de Pedro de Creta se
justificó por la amistad que tenía con el Barón de San Félix, esto es, con el
“Caballero romano” que representaba el Hombre de Piedra, y luego por el
matrimonio con la “hermana” de éste, una joven castellana de nombre Valentina.
La pareja pasó gran parte de su vida recluída en el Castillo, así como la
familia de Arnaldo Tíber, sin despertar jamás las sospechas del Enemigo sobre
su verdadero origen. Para la explotación de la propiedad, y cubrir toda posible
suspicacia entre los aldeanos, los castellanos contaron con la ayuda inestimable
de una familia de villanos a quienes se había enfeudado la granja. Los Nogaret,
que así se llamaban, provenían de un antiguo linaje occitano profundamente
comprometido con la “herejía cátara”, es decir, con la Sabiduría Hiperbórea.
Varios de sus miembros fueron quemados por Simón de Montfort durante el sitio
de Albi; el resto de la familia habría corrido igual suerte si los Domini Canis no la hubiesen protegido,
aceptando en los tribunales inquisidores, que controlaban, su conversión al
catolicismo y trasladándola a San Félix de Caramán. A estos bravos Cátaros,
leales hasta la muerte y valientes hasta la temeridad, los unía con los Señores
del Perro un mismo odio hacia la Iglesia Golen y su Dios Creador Jehová Satanás:
sólo esperaban una oportunidad para contribuir en la lucha contra los planes de
la Fraternidad
Blanca. Y esa oportunidad los Señores del Perro se la
ofrecieron, treinta años más tarde, a Guillermo de Nogaret.
Pedro de Creta y Valentina de Tharsis
procrearon cuatro hijos, quienes habitaron toda su vida en San Félix. Fueron
seis nietos suyos, junto a otros diez familiares de Arnaldo Tíber, los que
recién retornaron a España a partir del año 1315: y entre ellos iba Enrique Cretez, antepasado directo de Lito de Tharsis.
Es claro así, Dr. Siegnagel, por qué me he detenido tanto en hablar sobre
ellos: Yo desciendo directamente de aquella pareja formada por Pedro y
Valentina.