LIBRO SEGUNDO - DIA 61


Sexagesimoprimer Día


Llegamos, pues, al siglo XX, Dr. Siegnagel! Y llegamos no porque el paso implacable del tiempo nos haya conducido a él, sino porque he decidido saltear 400 años de la historia americana de nuestra Estirpe. Procederé de este modo para apurar el final de la carta, pues supongo que Ud. ha de haberse cansado de la lectura y creo que puede ya comprender el drama de la Casa de Tharsis y sacar sus propias conclusiones. Como sabe, Yo desciendo de Lito de Tharsis y de la Princesa Quilla, quienes formaron una familia que siempre permaneció en el lugar del Pucará de Tharsy, en Thafy del Valle, Provincia de Tucumán: durante esos cuatro siglos hubo muchos Noyos y Vrayas que custodiaron la Espada Sabia; Yo misma fui Vraya por diez años, los últimos cinco en compañía de mi hijo Noyo. Pues bien, Dr. Siegnagel, para acabar la narración de manera clara sólo cabe agregar una palabra sobre la reacción del Enemigo, que en estos siglos no olvidó ni por un instante a los Señores de Tharsis y a la Espada Sabia; ni tampoco a la Estirpe de Skiold.
Al parecer, explorando pacientemente los Registros Culturales de miles de Mundos de Ilusión semejantes a éste, la Fraternidad Blanca consiguió reconstruir con bastante aproximación los pasos dados por Lito de Tharsis en América. Supo que el linaje de Skiold se había dirigido a un Valle Secreto de la Provincia de Jujuy, cuya entrada estaba sellada con las Vrunas de Navután, y que Lito de Tharsis prosiguió en cambio hacia Tucumán, perdiendo empero todo rastro de su ulterior destino. Ante tal certeza, la Orden de Melquisedec dispuso que decenas de sus mejores agentes se distribuyesen en las zonas donde pudiesen estar ocultos los Hombres de Piedra o en los sitios por donde podrían emerger en el Futuro. La Espada Sabia, y la Corona del Rey Kollman, con sus malditas Piedras de Venus, constituirían una ventaja estratégica en la Batalla Final que de ningún modo los Demonios de Chang Shambalá podrían permitir. Pero los Mundos de la Ilusión son millones y, en todos, los argumentos arquetípicos, las historias de la Historia, se desarrollan simultáneamente. Sólo en uno de tales Mundos sucede la trama que será Real al Final, cuando el Señor de la Guerra la afirme desde el Principio, según predijera el Capitán Kiev en San Félix de Caramán. La Fraternidad Blanca sabe que así ocurrirá pero no puede conocer a priori cuál será el Mundo Real de los Señores de Tharsis; y por eso, mientras tanto, se ve obligada a desplegar sus agentes infernales, sus Maestros, Sacerdotes, e Iniciados, en torno de la antigua ruta que Lito de Tharsis tomara en América; y en muchos Mundos a la Vez. Pero esta vez procurarán evitar “cometer errores”: para eso han determinado que cualquier señal de los Señores de Tharsis, o de Skiold, sea comunicada a Chang Shambalá, con el fin de que Bera y Birsa en persona se ocupen de tan vital asunto. Y así será, Dr. Siegnagel: en pleno Siglo XX, pero al igual que hace miles de años en Tharsis, los Demonios Inmortales se acercarán a los hombres despiertos para consumar su atroz venganza. Y a Ellos, como antaño, sólo los salvará la Sangre Pura, el Recuerdo del Origen que libera al Espíritu Increado. Los que tengan su Espíritu orientado quizás mueran ahora a manos de los Demonios, como Yo misma seguramente moriré; pero entonces sólo conseguirán matar el cuerpo animal en un Mundo, sólo obtendrán un pellejo vacío, vana victoria; al final, cuando sobrevenga la Batalla Final, y el Señor de la Guerra afirme la Realidad del Mundo del Espíritu, todos los que hemos muerto por la causa del Espíritu estaremos Vivos para marchar fuera del Universo de El Uno, pasando por sobre las Potencias de la Materia, mientras a nuestras espaldas se desencadena el Holocausto Final de los Demonios del Alma.
Y así llegamos al Siglo XX, Dr. Siegnagel, rodeados por todas partes de agentes de la Fraternidad Blanca. Sin embargo, mientras la Espada Sabia o la Corona del Rey Kollman permaneciesen tras los cromlech, los Demonios no podrían relacionarlas con el Tiempo y no sabrían en qué mundo actuar. Podíamos, pues, movernos relativamente sin ser notados, pero las cosas cambiarían en los últimos años, cuando el Capitán Kiev se hiciese presente para adelantar instrucciones sobre la Batalla Final.
                       
De la Estirpe de Lito de Tharsis surgieron los troncos de varias familias que aún existen en la Argentina y en otros países. Algunas se protegían de los Golen disfrazando su origen o negando las conexiones genealógicas que las ligaban con la Casa de Tharsis, pero todas son más o menos conscientes de esta historia. Empero, esa misma distancia las alejó del Noyvrayado y de la Iniciación Hiperbórea. Fue así que en este siglo sólo los miembros de mi familia, que siempre habitaron en la Chacra de Tharsy, mantenían el Culto del Fuego Frío y custodiaban la Espada Sabia. Y en la década del sesenta, aunque la Estirpe no corría riesgo de extinguirse ni mucho menos, sólo quedaba un Iniciado Hiperbóreo capaz de llevar adelante la Estrategia de los Dioses Liberadores: Yo, Belicena Villca. Era viuda y tenía un solo hijo, al que había enviado a Buenos Aires a cursar la carrera militar, pero no vacilé en tomar el Noyvrayado cuando mi abuelo, que permanecía desde hacía treinta años junto al Meñir, falleció en 1967. Se había producido entonces una nueva situación: aunque la Estirpe poseía muchos miembros, la cadena iniciática amenazaba con cortarse inexorablemente. Felizmente, en el 72, mi hijo Noyo regresó en mi auxilio dispuesto a recibir la Iniciación Hiperbórea y a convertirse en un auténtico Noyo, Guardián de la Espada Sabia. En cuatro meses fue preparado, de Junio a Octubre, y luego murió, y renació como Hombre de Piedra, y se situó a mi lado, frente al Meñir de Tharsy y frente a la Espada Sabia. Había solicitado la baja de las Fuerzas Armadas para consagrarse a la misión familiar, pero sus contactos con cierto grupo nacionalista, integrante de los Servicios de Inteligencia del Ejército, le impidieron dedicarse a la Guardia de manera permanente. El caso era que Noyo no deseaba renunciar a lo que consideraba una cuestión de Honor: la lucha contra la subversión marxista que en esos días agitaba el país todo y nuestra Provincia en particular.
Por su excepcional conocimiento del terreno, y por su acertado criterio para evaluar la Estrategia del Enemigo y recoger información, él fue uno de los cerebros grises que ayudó desde las sombras a desbaratar la guerrilla comunista que pretendía hacerse fuerte en los montes tucumanos. Sus valiosos informes, comunicados a los camaradas de Buenos Aires, contribuyeron en buena medida a trazar los planes de Estado Mayor que acabaron con la amenaza guerrillera. Naturalmente, Yo me oponía a esta actividad aparentemente ajena a la misión iniciática, pero Noyo repetía siempre que aquel movimiento subversivo en las inmediaciones del Centro Carismático era señal segura del cercano comienzo de la Batalla Final. Y no se equivocaba, como muy pronto lo vino a confirmar el Señor de Venus.

Todo comenzó en 1975, en los días que el Ejército al mando del General Adel Edgardo Vilas se dedicaba a terminar con los últimos focos de la guerrilla suburbana y comenzaba la ardua tarea de desmantelar la infraestructura urbana de las organizaciones subversivas. La enérgica acción del Ejército, que ejecutaba con precisión matemática sus planes de aniquilación, le brindó a Noyo suficiente tiempo para dedicar a la misión y hacía entonces varios meses que se encontraba conmigo en el milenario cromlech. Un día, a fines de ese año, estábamos ambos profundamente concentrados, meditando sobre la Piedra de Venus y el Misterio del Fuego Frío; teníamos la vista fijada en la Espada Sabia y ninguno de los dos notó que un cambio substancial se producía en el Meñir de Tharsis, situado exactamente atrás de la Apacheta con la Espada Sabia. Una, como niebla lechosa, había invadido a la enorme Piedra que, al notar nosotros el fenómeno, ya no era posible distinguir. No obstante, poco a poco se fue plasmando, en lugar del Meñir, la imagen corpórea de un Gigante de Otro Mundo. En verdad, se trataba de un doble fenómeno, pues, en la Piedra de Venus, iba surgiendo nítidamente, también la imagen de un lugar desconocido: era igualmente un Valle, pero en nada semejante al de Thafy que viera Lito de Tharsis cuatrocientos años antes; éste poseía dos Ríos que lo surcaban longitudinalmente, igual que los Ríos Tinto y Odiel al Valle de Tharsis, en Huelva; y en un extremo, hacia el Oeste de la figura, se podía apreciar claramente un cerro que ostentaba en su ladera la entrada a una caverna de forma vrúnica.
¡Gracia y Honor, Sangre de Tharsis! –dijo el Gigante, al tiempo que levantaba el brazo derecho para expresar el Bala Mudra; y ambos comprendimos que se trataba del Capitán Kiev, uno de los Señores de Venus. ¡El Capitán Kiev, quien se había despedido de nuestra Estirpe “hasta la Batalla Final”! ¿Acaso había llegado el momento, anhelado por tantos siglos, de que los Dioses acompañasen nuevamente a los hombres en su Enfrentamiento Total contra las Potencias de la Materia? Nos apresuramos a responder al saludo, aguardando con expectación Sus sabias palabras:
–¡Salve, Vale, Capitán Kiev!
Y el Señor de Venus se dirigió a nosotros de esta forma:
¡Sangre de Tharsis, os traigo el saludo de Navután, el Señor de la Guerra! ¡Y también os traigo Su Palabra! ¡Prestad atención, abrid bien vuestros sentidos porque la presente es oportunidad única, el Kairos de la Batalla Final! Como siempre ha ocurrido, y como no podría ser de otro modo dado el sitio infernal en que os halláis, soy portador de buenas y malas noticias para vosotros. Las buenas consisten en la orden del Señor de La Guerra que ahora os transmito: ¡es la Voluntad de Navután que la Espada Sabia sea transportada al sitio que habéis visto en la Piedra de Venus! Tal sitio es un Valle que se halla en las regiones del Corazón de la Argentina, muy cerca del Cerro Uritorco, el Cerro de Parsifal, donde el Señor de la Guerra, en un pasado remoto, depositó su Bastón de Mando junto a una Fortaleza construida por Guerreros Sabios que lo conocían como “Cacique Vultan”. En otro Cerro, de ese valle que habrá que localizar, se encuentra una Caverna Secreta construida por los Atlantes blancos y protegida por las Vrunas de Navután: ¡Allí debe ser llevada la Espada Sabia! Os preguntaréis por qué debe hacerse esto y os responderé que se trata de uno de los actos fundamentales de la Batalla Final: se trata, en verdad, del enlace entre los Dioses y los hombres dormidos. Los Señores de Tharsis, como los Señores de Skiold y otras Estirpes semejantes, son hombres despiertos que siempre han contado con un Misterio Revelado y una Piedra de Venus para obtener la orientación hacia el Origen y la Iniciación Hiperbórea. Incluso a vuestra Estirpe le fue encomendado iniciar de ese modo al Señor de la Voluntad y el Valor Absolutos, al Führer de la Raza Blanca. Por eso se os hará difícil imaginar a un Iniciado de la Orientación Absoluta, a un Pontífice Hiperbóreo capaz de construir en todo tiempo y lugar el puente indestructible entre lo Creado y lo Increado, entre la Ilusoria Actualidad y la Realidad del Origen. Tal Iniciado no requiere otra referencia que Sí Mismo para orientarse hacia el Origen, él es su propia “Piedra de Venus”, y no puede ser desorientado, ni engañado, ni desviado de ninguna forma de su Misión Estratégica.
¡Y tal Iniciado, Sangre de Tharsis, ya está en la Tierra! ¡Sí. El Señor de la Orientación Absoluta se encuentra aguardando que la Espada Sabia sea puesta en la Caverna Secreta, para conducir hacia la Piedra de Venus a los hombres dormidos, a los hombres que, no obstante su inmersión en la Ilusión, manifiestan la voluntad de liberar al Espíritu Eterno de su prisión material! ¡Si tal enlace llegase a ocurrir, el contacto entre los hombres dormidos y los Dioses, entonces, inevitablemente, habrá comenzado la Batalla Final en la Tierra!
¡Sí! Este Iniciado fundará una Orden de Constructores e instruirá a sus miembros en la Sabiduría Lítica de los Atlantes blancos. Luego, como os he dicho, les enseñará las técnicas necesarias para que encuentren la Piedra de Venus, aún cuando la misma se halle tras las Vrunas de Navután. Muchos serán los Elegidos que anhelarán la Piedra de Venus, la Puerta del Otro Mundo, pero sólo uno de entre ellos será Noyo. Y ese Noyo, que escuchará la Lengua de los Pájaros, será capaz de hallar la entrada de la Caverna Secreta y unirse a uno de vosotros y a la Espada Sabia. A partir de ese momento se librará la Batalla Final sobre la Tierra. ¡La orden de Navután significa, pues, que debéis aproximar la Espada Sabia al Pontífice que la está aguardando, cumpliendo así la última etapa de la Estrategia de los Dioses Liberadores!
Sangre de Tharsis: sé que cumpliréis sin vacilar la Orden del Señor de la Guerra mas, para mejor hacer, recomiendo prestar atención a las malas noticias que os traigo. Ante todo, tened presente que el Mundo actual donde os movéis, fuera del cromlech, está bajo observación permanente por parte del Enemigo. No resultará fácil, en estas condiciones, retirar la Espada Sabia del Centro para llevarla al Valle de Avalón. Aunque la distancia en kilómetros aparente ser muy corta: en verdad, si no tomáis precauciones apropiadas, nunca podríais llegar a destino, por muy breve que sea el camino a recorrer. No bien la Espada Sabia sea puesta fuera del cromlech, su Poder distorsionador del Espacio y del Tiempo revelará al Enemigo en qué Mundo se encuentra el Mal, la Muerte del Alma, y hacia allí correrán los Demonios Inmortales para impedir el sacrilegio a la Ley de El Uno. ¡No! ¡Si no procedéis de acuerdo a la Más Alta Estrategia de la Guerra Esencial, jamás llegaréis al Valle de los Tres Picos con la Espada Sabia!
En segundo término, y ahora os anunciaré las malas nuevas, debéis contar con que la situación se agravará a medida que transcurren los años, hasta tornarse totalmente imposible la reunión entre la Espada Sabia y la Orden de Odín. Habrá que obrar, pues, en el tiempo justo: la Orden buscará la Espada Sabia y coincidirá con Ella en el Kairos de la Batalla Final. Pero, para que esto se concrete, sólo uno de vosotros irá con la Espada al Valle de los dos Ríos; el otro no tendrá más alternativa que cubrir la retirada de su Hermano y Camarada. No disminuiré los riesgos que implica semejante táctica: quien se quede, deberá atraer sobre sí toda la atención del Enemigo, estando preparado para soportar una presión física y astral cuya intensidad supera de lejos la resistencia humana normal. Pero vosotros sois Iniciados Hiperbóreos, Hombres de Piedra, vuestro Yo se halla aislado del Alma por la Vruna de Navután, vuestro Espíritu Eterno ya vislumbra el Origen, tenéis la posibilidad de resistir y vencer. Quien de vosotros se quede, y enfrente al Enemigo, tal vez muera en este Mundo. Sin embargo su ausencia se extenderá por poco tiempo, hasta la Batalla Final.
Os dije que la situación se agravará. Os digo ahora que ya ha comenzado a agravarse. Las fuerzas militares que apoyaban a Noyo pronto serán debilitadas por una ofensiva de la Sinarquía Internacional. En los próximos años operarán aún fuerzas patrióticas, mas carecerán de Poder Político. La guerrilla apátrida será derrotada militarmente pero la subversión sinárquica que la generó, por el contrario, acabará apoderándose del Gobierno de esta Nación, subordinando de inmediato el Poder Político al Poder Económico Internacional. Se llegará entonces a un estado de dependencia financiera irreversible entre la Nación y la Alta Banca Mundial. La conspiración apuntará a convertir a la Nación en una Colonia moderna, una Colonia cuyos colonos serán invariablemente miembros del Pueblo Elegido. ¡Sí! ¡Aunque parezca fantástico, millones de judíos planean asentarse en este suelo! Ello no es casual: la elección obedece a que se procura detener, o retrasar lo más posible, la Batalla Final, dando tiempo a la formación del Gobierno Mundial del Pueblo Elegido. Y porque el Pueblo Elegido sospecha que, de algún modo, esta Nación jugará un papel fundamental durante la Batalla Final, es que se ha decidido a ocuparla y destruirla.
¡En ese contexto diabólico os tocará actuar, Sangre de Tharsis! ¿Qué ocurrirá si tenéis éxito? En el mejor de los casos sucedería una triple coincidencia: aparte de encontraros con el Pontifex Maximus, el Señor de la Orientación Absoluta, causado por este mismo hecho, puede suceder que surja como un trueno la Voz del Pueblo, el Líder carismático de la Sangre Pura. En coincidencia con vosotros y el Pontífice, en el mismo momento que los hombres dormidos comienzan a despertar a la realidad del Origen que revela la Piedra de Venus, el Líder carismático sería reconocido por todos como único representante de la Función Regia y se pondría al frente de esta Nación, levantándola de entre la ruinas morales y materiales en que la hundió la conspiración sinárquica. Entonces sobrevendrían días de esplendor nunca vistos. La Nación se erigiría como una de la Potencias Espirituales de la Tierra. Los Guerreros Sabios y la Sabiduría Hiperbórea, como en los tiempos de la Atlántida, se exhibirían a la luz del día, mientras en el resto del Mundo los hombres espirituales se apresurarían a llegar hasta aquí, en tanto que la Sinarquía Universal y el Pueblo Elegido se prepararían para librar la Batalla Final. No debéis olvidar, pues, en la Estrategia a seguir, la Función del Líder carismático. ¡El será reconocido por todos y El os reconocerá! Si Os lo reclama en su momento: ¡A El debéis brindar el auxilio de la Sabiduría Hiperbórea, para que realice con éxito la misión de extremar al máximo la tensión dramática del Fin de la Historia!
Empero, si el Líder carismático no coincide en el Kairos, y no se presenta, la Batalla Final será igualmente inevitable desde el momento que los hombres dormidos encuentren la Piedra de Venus y se reencuentren con su Origen Extraterrestre, y reclamen a los Dioses por la Liberación del Espíritu. Entonces los Dioses Leales al Espíritu del Hombre, como lo tienen decidido desde los días del hundimiento de la Atlántida, acudirán por última vez en rescate del Hombre Hiperbóreo. Y ese descenso, esa Batalla Final conducida por Navután, el Señor de la Guerra, y supervisada por Ama, la Virgen de Agartha, señalará el Final de la Fraternidad Blanca y de su infernal Morada Solar, la Llave Kâlachakra de Chang Shambalá.
Resumiendo, vuestra misión consistirá en transportar la Espada Sabia a la Caverna Secreta, en el Valle sobre el Soto. La Epoca se presenta como la menos propicia para ejecutar tal operación, y por eso habréis de desarrollar tácticas separadas: uno de vosotros llevará la Espada Sabia, en tanto que el otro servirá de señuelo para distraer la atención del Enemigo. Quien realice lo primero, deberá emplear con maestría la Vía de la Oposición Estratégica para desplazarse con su valiosa carga. Vale decir, que primero dispondrá de una alforja con un surtido suficiente de lapis oppositionis, o sea, de piedras arquetípicamente indeterminadas, de piedras poseedoras de una dimensión ilimitada, infinita, obtenida por la plasmación del Signo del Origen que vosotros proyectaréis sobre ellas. El Iniciado que tal haga, se moverá sobre un camino estratégico, impredecible para el Enemigo, aún cuando El sepa que La Piedra de Venus se está desplazando entre los Mundos de Ilusión. Irá siempre aislado por el Arquémona Vrúnico Infinito, y colocará, tras cada tramo de distancia estratégica del Laberinto, un lapis oppositionis en el camino: dejará así un obstáculo insalvable para el Enemigo, una Piedra de Tropiezo y Desviación, una prueba del Infinito Actual del Espíritu Eterno. El Principio Increado del obstáculo, del lapis oppositionis, causará el desconcierto absoluto del Enemigo: frente a él no hay referencia posible, todos los Mundos se confunden, la Ilusión se torna Uno. Y mientras que el Enemigo se recupera, e intenta localizar el rastro, el Iniciado Hiperbóreo avanzará en oposición a las Potencias de la Materia un nuevo meandro del Laberinto, situando entonces otro lapis oppositionis tras de sí. Sólo así, si se mueve en oposición estratégica, y cuenta con el concurso de otro Iniciado que se desplace simultáneamente hacia una dirección diferente, atrayendo sobre sí el interés del Enemigo, conseguirá llevar la Espada Sabia al Valle de la Candelaria.
El segundo Iniciado Hiperbóreo también llevará algunos lapis oppositionis, pero los irá plantando en distancias más extensas, dando tiempo al Enemigo para que siga su rastro y crea que la maniobra es llevada a cabo por un solo Hombre de Piedra, al que tarde o temprano se conseguirá capturar. Por supuesto que si ello ocurre, si el Enemigo logra apoderarse del Segundo Iniciado, la operación estará cumplida de todos modos, pero nadie lo salvará de las represalias de los Demonios Inmortales. Estos son los riesgos que habréis de correr para cumplir con la orden del Señor de la Guerra. ¡A vosotros os toca decidir quién llevará la Espada Sabia y quién distraerá al Enemigo, y descubrir la oportunidad, el kairos, para actuar!
Señores de Tharsis: He dicho cuanto tenía que decir y no conviene, por motivos estratégicos, agregar nada más. Os reitero el saludo de Navután y me despido hasta la próxima coincidencia en el Kairos de la Batalla Final. ¡Gracia y Honor, Sangre de Tharsis! –nos deseó nuevamente el Señor de Venus, levantando el brazo derecho para expresar el Bala Mudra.
–¡Salve, Capitán Kiev! –respondimos, practicando también el Bala Mudra, que siempre fue el saludo secreto de la Casa de Tharsis.