LIBRO SEGUNDO - DIA 64


Sexagesimocuarto Día


Este será mi último día con vida, Dr. Siegnagel, estoy segura de ello. En pocas horas entregaré esta carta a la Enfermera que he sobornado, para que se la haga llegar después de mi muerte. Sólo me queda tiempo para solicitarle el favor postrero que le había mencionado el Primer Día y ofrecerle algunas recomendaciones.
En primer lugar, quiero pedirle, Dr., que intente localizar a mi hijo Noyo. Sé que, después de cuanto Ud. ha leído en esta carta sobre la Sabiduría Hiperbórea, las técnicas de la oposición estratégica de la Sabiduría Lítica, y el carácter de la misión emprendida por Noyo, le parecerá poco menos que imposible cumplir este pedido. Pero es que no le exijo que vaya directamente tras sus pasos, lo que sería descabellado, sino le ruego trate de hallar a la Orden de Constructores Sabios del Señor de la Orientación Absoluta: Ellos lo pondrán en la dirección justa. Además le concederán la Iniciación Hiperbórea, le despertarán, y le incluirán en la Estrategia de la Batalla Final. Y, lo descuento, mucho le agradecerán el hacerles conocer esta carta. Si no me he equivocado con Ud., si su Sangre es Pura y presiente Ud. la Nostalgia del Origen, sé que no vacilará en cumplir mi postrer deseo.
En segundo término, si algún día llega a conocer a mi hijo, quiero que le narre la última parte de esta historia, que le haga saber que he muerto segura del triunfo de la Causa del Espíritu, que he visto con claridad el Final de la Historia y la inminencia de la Batalla Final. No crea que requiero esto por sentimentalismo, por un tonto interés en tranquilizar a mi hijo: he tratado de liberarlo a Ud. por todos los medios a mi alcance y, si Ud. responde y despierta, llegará de todos modos a ver al Noyo Guardián de la Espada Sabia. Entonces, como un favor especial, en recuerdo de Belicena Villca, quien le reveló a Ud. el Camino, le dará mi mensaje. Conozco perfectamente la conducta que debe sostener la madre de un Guerrero Sabio. Una madre hiperbórea, es siempre Hija de la Gran Madre Ama y no puede, así, ser esclava de la Materia, de la Madre Tierra, de la Shakti, de Binah, es decir, no puede sucumbir al instinto maternal, ciego e irresponsable. ¡Oh Madre Pura Ama, Virgen de Agartha, he escuchado tu Voz!:

                                   “Mis Hijos,
                                   los Hombres de Piedra,
                                   son Guerreros Sabios,
                                   y nada debe aplacar su Furor.
                                   Destruido será
                                   el Indigno de Espíritu.
                                   El Cobarde, el Traidor,
                                   y maldita la Matriz que los Forjó.
                                   Mi Semilla de Piedra
                                   enciende el Fuego Frío
                                   en el Corazón.
                                   Llenos de Ira,
                                   cargados de Valor,
                                   marchan a la Batalla Final
                                   los Guerreros del A-mort.
                                   Y la Madre del Espíritu,
                                   y las madres del dolor,
                                   expresan la Gracia y la Alegría
                                   si Ellos mueren con Honor.”

Así habla tu Voz, Celosa Madre Ama, y no seré Yo quien te contradiga. Mi hijo es tu Guerrero, y su Destino, Tu Voluntad. En nada afecto su Valor enviando mi último saludo con el médico hiperbóreo, pues si él llega hasta Noyo, también será entonces un Guerrero sabio.
                       
                       
Y ahora vamos a las recomendaciones: Dr. Siegnagel, no puedo dejar de advertirle que el “Secreto Mortal” guardado por nosotros entraña un terrible peligro, extensible a todo aquel que intervenga en su protección. Supongo que no sabrá por dónde comenzar la búsqueda. Pues bien, para empezar vaya a Tafí del Valle, a la vieja Chacra familiar; allí vive Segundo, el indio que solía visitarme, quien le aclarará muchas cosas prácticas, aunque no tantas como Ud. podrá desear. El le dará algo del oro de los ingas, que aún queda, para afrontar los gastos que surjan, pero deberá ser muy cauto al reducirlo. ¡Manejar oro es siempre peligroso!

Recuerde que embarcada en un movimiento semejante al que Ud. emprenderá fui descubierta por los Demonios de la Fraternidad Blanca y, por medio de su Ciencia Maldita, llevada a la locura con la que Ud. me conoció. Sólo pude salir de ese estado de alucinación gracias a los restos de mi voluntad graciosa luciférica, como dije, y a la ayuda tranquilizante de la planta ayu huasca que me traía Segundo. Pero la lucidez sólo me duraba algunas horas, que aproveché para escribir esta carta, ya que no se trataba de un antídoto totalmente eficaz. La droga de los Demonios permite la hipnosis a la distancia, pero la enredadera ayu huasca, o caapi, posee un alcaloide que me sacaba transitoriamente de su control: así pude completar el presente manuscrito y desafiarlos en sus Infernales Moradas, y es por eso que ellos no tardarán en venir a ejecutarme.
                       

Hasta siempre Dr. Siegnagel. Quisiera que esta carta la leyera con los Ojos del Espíritu. Mis mejores deseos van para Ud. cumpla o no mi pedido, crea o no en lo que aquí he narrado. Si se decide a complacerme, significará que es Ud. un Kshatriya y entonces nos volveremos a ver en el Valhala o durante la Batalla Final. Que Navután lo Guíe y Frya lo A-me.
                                                                      
Siempre suya, Belicena Villca.