Vigesimosegundo
Día
Como Tartessos, Como Sajonia, Como el
país de Oc, los pueblos de Sangre Pura han de pagar un duro tributo por oponer la Sabiduría Hiperbórea
al Culto del Dios Uno. La
Cruzada contra los Cátaros “y otros herejes del Languedoc”
continuaría, con algunas interrupciones, durante treinta años más; miles y
miles de occitanos acabarían en la hoguera, pero al final el país de Oc iría
retornando lentamente al seno de la Madre Iglesia. En 1218 muere Simón de Montfort
durante un sitio a Tolosa, que había sido reconquistada por Raimundo VII;
su hijo Amauric, careciendo de la vocación de Verdugo Golen que en tan alto
grado poseía Simón, termina por vender los derechos del condado de Tolosa al
Rey de Francia Luis VIII, con lo cual los Capetos legalizan la
intervención y concluirán por quedarse con todo el país. Pero esto no era
casual: la ocupación franca del Languedoc constituía un objetivo impostergable
de la Estrategia
Golen , principalmente porque permitiría prohibir la
maravillosa lengua de Oc, la “lengua de la herejía”, en favor del francés
medieval, la lengua de los benedictinos, cluniacenses, cistercienses y
Templarios. Aquella sustitución linguística sería el golpe de gracia para la Cultura de los trovadores,
como las hogueras lo habían sido del catarismo.
Sumando la destrucción de la
civilización de Oc a las restantes grandes obras realizadas por Inocencio III
durante su reinado eclesiástico, se entiende que al morir, en 1216, haya
supuesto que los planes de la Fraternidad Blanca estaban a punto de cumplirse:
la garantía de ello, el instrumento de la dominación universal, sería el joven
Emperador Federico II, que por esos días estaba en un todo de
acuerdo con la
Estrategia Golen. Empero, Federico II iba a cambiar
sorpresivamente de actitud y a asestar un golpe mortal a los planes de la Fraternidad Blanca : y la causa
principal de ese cambio, de esa manifestación espiritual que brotaba de su
Sangre Pura y lo transformaba en un Señor de Señores, era la Presencia efectiva del
Gral de Kristos Lúcifer.
Los Cátaros, en efecto, pagando el
cruel precio del exterminio al que los habían condenado los Golen benedictinos,
consiguieron en cien años enfrentar a todo un pueblo de Sangre Pura contra las
Potencias de la Materia.
El Pacto de Sangre había sido así restaurado, pero no se
podría ganar en el enfrentamiento porque aún no era el tiempo de librar la Batalla Final sobre la Tierra : el momento era
propicio, en cambio, para morir con Honor y aguardar en el Valhala, en Agartha,
la señal de los Dioses Liberadores para intervenir en la Batalla Final que
vendría. Pero, aunque no se pudiese ganar la actual batalla, las leyes de la
guerra exigían infligir el mayor daño posible al Enemigo; y, en ese caso, el
mayor descalabro en los planes del Enemigo lo produciría la manifestación del Gral.
Por eso los Cátaros, pese a las persecuciones encarnizadas de los Cruzados y
Golen que los iban diezmando, y a las espantosas matanzas colectivas de
creyentes, trabajaban sin descanso desde Montsegur para estabilizar
espacialmente al Gral y aproximarse a él en cuerpo físico.
Se puede considerar que los resultados
concretos de aquella Estrategia Hiperbórea se habrían producido en el año 1217:
entonces la Presencia
física del Gral ejecutó la tabula regia
y confirmó que Federico II Hohenstaufen era el verdadero Rey de la Raza Blanca , el único
con condiciones espirituales para instaurar el Imperio Universal de la Sangre Pura. Y en
coincidencia con la aparición del Gral en Montsegur, simultáneamente, Federico II
alcanzaba en Sicilia la comprensión de la Sabiduría Hiperbórea
y se trasmutaba en Hombre de Piedra: desde ese momento comenzaría su guerra
contra los “Papas de Satanás”, “los Anticristos”, como él los denominaba en sus
libelos; también prohíbe el tránsito y toda operación económica o militar de
los Templarios en su Reino, abriéndoles juicio por herejía. Es entonces cuando
Federico II afirma públicamente que “los tres Grandes Embusteros de la Historia fueron Moisés,
Jesús, y Mohamed, representados actualmente por el Anticristo que ocupa el
Trono de San Pedro”.
Con la decidida e imprevista acción de
Federico II la delicada arquitectura de intrigas edificada por los Golen
comenzaba a desmoronarse. Pero la Fraternidad Blanca , y los Golen, sabían muy bien
de dónde procedía el ataque real y, lejos de trabarse en un enfrentamiento
directo, e inútil, contra el Emperador, concentraron todos sus esfuerzos en el
Languedoc que a partir de allí se convertiría en un auténtico Infierno: era
urgente dar con la construcción mágica que sostenía al Gral y destruirla; era necesario,
pues, obtener la información lo más rápidamente posible.
Ya no se enviaría a los herejes
inmediatamente a la hoguera: ahora era necesario obtener su confesión,
descubrir sus lugares secretos, el sitio de sus ceremonias. Para esta misión se
perfecciona la forma de inquirir
sobre la fe instituyendo el uso de la tortura, la extorsión, el soborno, la
delación y la amenaza. Y como semejante tarea de interrogación de prisioneros,
que apreciaban morir antes de hablar, no podía ser realizada ya solamente por
los legados papales, deciden encargar de la misma a una Orden especial: la
“beneficiaria” de la empresa sería la
Orden de los Predicadores, es decir, la Orden fundada, como veremos,
por Santo Domingo de Guzmán.
Pues bien, no obstante la eficaz labor
desarrollada por la
Inquisición con la captura y ejecución de cientos de herejes
occitanos, los Golen tardaron veintisiete años en llegar a Montsegur:
entretanto, sea por falsas informaciones, sea por existir una duda razonable, o
una simple sospecha, se fueron demoliendo, una por una, miles de construcciones
de piedra en la occitanía, contribuyendo a arruinar aún más a aquel bello país.
Empero, el Gral no fue encontrado y Federico
II llevó a cabo casi todos
sus proyectos para debilitar al papado Golen. Recién en 1244 los Cruzados al
mando de Pedro de Amiel, el Arzobispo Golen de Narbona, se despliegan frente a
Montsegur y la Presencia
del Gral occitano llega a su fin: luego de que las tropas de Satanás ocupasen
la plaza de Montsegur “el Gral desaparecería y nunca más sería visto en Occidente”.
Montsegur fue conquistado y en parte
destruido; la familia del Señor de Perella fue exterminada, junto a doscientos
cincuenta Cátaros que allí operaban; pero el Gral no pudo ser hallado jamás.
¿Qué ocurrió con la Piedra
de Venus de Kristos Lúcifer? Fue transportada muy lejos por algunos Cátaros que
estaban a cargo de su custodia. Cabe repetir, empero, que el Gral, por ser un
Reflejo del Origen, está Presente en todo tiempo y lugar desde donde se plantee
una disposición estratégica basada en la Sabiduría Hiperbórea ,
y que podría ser hallado nuevamente si se diesen las condiciones necesarias, si
existiesen los Hombres Puros y la Muralla Estratégica.
Los Cátaros, que consiguieron sostenerlo como Piedra, es decir, como Lapsit
Exilis, durante veintisiete años, decidieron trasladarlo antes de la caída
de Montsegur. Cinco de los Hombres Puros se embarcaron en Marsella hacia el
destino que habían señalado los Dioses Liberadores de K'Taagar: las tierras desconocidas que existían más
allá del Mar Occidental, es decir, América. El navío pertenecía a la Orden de Caballeros
Teutónicos y los aguardaba desde tiempo atrás por orden expresa del Gran
Maestre Hermann von Salza: aquella evacuación fue el único auxilio que les pudo
facilitar Federico II, pese a que durante mucho tiempo se
había aguardado en Montsegur la llegada de una guarnición imperial.
El Constanza, que así se llamaba el
buque, luego de atravesar las Columnas de Hércules, se internó en el Océano y
tomó la ruta que siglos más tarde seguiría Díaz de Solís. Cuatro meses después,
previo remontar el Río de la
Plata y el Río Paraná, arribaban a una región cercana a la
actual ciudad de Asunción del Paraguay. El mapa que empleaban los Caballeros
Teutónicos procedía de la lejana Pomerania, uno de los países del Norte de
Europa que estaban conquistando por mandato del Emperador Federico II:
existía allí un pueblo de origen danés que navegaba hacia América y poseía una
colonia en el lugar adonde se había dirigido el Constanza; aquellos vikingos
comerciaban con “unos parientes” que, según ellos, se habían hecho Reyes de una
gran nación que quedaba tras las altas cumbres nevadas del poniente: un país
separado de la colonia por extensas e impenetrables selvas, que no sería otro
más que el Imperio incaico; en el Constanza venían algunos daneses que conocían
el dialecto hablado por los colonos.
Hallaron la colonia en el sitio
indicado y allí desembarcaron los Hombres Puros, para cumplir su objetivo de
dar adecuado resguardo físico al Gral mediante la construcción de una Muralla
Estratégica. El barco de la
Orden Teutónica partió, tiempo después, pero los Hombres
Puros ya no regresarían nunca a Europa: en cambio trabajaron durante años,
ayudados por los colonos y los indios guayakis, hasta completar una asombrosa
edificación subterránea en una de las laderas del Cerro Corá. La Presencia física del
Gral estaba ahora asegurada pues se lo había referido de tal modo a la
construcción que su estabilidad espacial resultaba suficiente para permanecer muchos
siglos en ese sitio, hasta que otros Hombres Puros lo buscasen y encontrasen.
Naturalmente, los Templarios,
alertados en Europa por la
Fraterdad Blanca , no tardaron en partir en persecución de los
Cátaros. Ellos navegaban habitualmente a América desde los puertos de
Normandía, adonde disponían de una poderosa flota, pues necesitaban acumular
metales preciosos, especialmente plata, para bancar a la futura Sinarquía
Financiera, metales que en América se obtenían fácilmente. Unos años después de
los sucesos narrados, cayeron los Templarios en la colonia vikinga y pasaron a
todos sus habitantes a cuchillo; mas el Gral, nuevamente, no apareció.
Los Golen no olvidarían el episodio y
luego, en plena “conquista de América” por España, una legión de jesuitas, herederos
naturales de los benedictinos y Templarios, se asentaría en la región para
intentar localizar y robar la
Piedra de Venus. Pero todas las búsquedas serían infructuosas
y, por el contrario, la
Presencia del Gral se iría haciendo sentir de una manera
irresistible sobre los pobladores españoles, purificando la Sangre Pura y
predisponiendo al pueblo para reconocer al Emperador Universal. En el siglo XIX, Dr. Siegnagel, un milagro análogo al
de la civilización de Oc estaba a punto de repetirse: la República del Paraguay
se levantaba con luz propia sobre las naciones de América. En efecto, aquel
país poseía un ejército poderoso y bien equipado, flota propia, ferrocarril,
industria pesada, agricultura floreciente, y una organización social
envidiable, con legislación muy avanzada para la Epoca , en la que se destaca
la educación obligatoria, libre y gratuita: y esto en 1850. La población era
aguerrida y orgullosa de su Estirpe, y sabía admirar la espiritualidad y el
valor de sus Jefes. Por supuesto, a la Fraternidad Blanca
no le agradaba el rumbo que tomaba aquella sociedad, que no se avendría a
integrarse al esquema de la “división internacional del trabajo” propuesto
entonces como modelo de orden económico mundial: tal ordenamiento era el paso
previo para la concreción en el siglo XX de la Sinarquía Financiera
y el Gobierno Mundial del Pueblo Elegido, antiguos planes que, según aclaré, se
frustraron en la Edad
Media. Para la Fraternidad Blanca , el pueblo paraguayo estaba
enfermando; y el virus que lo afectaba se llamaba “nacionalismo”, el peor
enemigo moderno de los planes sinárquicos.
El colmo de la situación ocurrió en
1863, cuando el Gral aparece nuevamente
y confirma a todos que el Mariscal Francisco Solano López es un Rey de la Sangre Pura , un Señor
de la Guerra ,
un Emperador Universal. Entonces se decreta la sentencia de exterminio
contra el pueblo paraguayo y la dinastía de Solano López. En poco tiempo una
nueva Cruzada se anuncia en todos los ámbitos: Argentina, Brasil y Uruguay
aportarán los medios y las tropas, pero detrás de estos países semicoloniales
se encuentra Inglaterra, es decir, la Masonería inglesa, organización Golen y hebrea.
Al frente del ejército cruzado, que ahora se denomina “aliado”, se coloca al
general argentino Bartolomé Mitre, un masón íntegramente subordinado a los
intereses británicos. Pero la capacidad para oficiar de Verdugo Golen que
demuestra el General Mitre supera ampliamente a la diabólica crueldad de Arnaud
Amalric y Simón de Montfort: y es lógico que así sea, pues la paciencia del
Enemigo se agotó hace siglos y ahora pretende dar un castigo ejemplar, un
escarmiento que demuestre claramente que el camino del nacionalismo espiritual
y racial no será ya tolerado.